Ambrosio Jiménez: “No solo di dinero al PP, también le di al PSOE, a CC, a los curas, a la Guardia Civil; todo legal”

Creador de un territorio propio que lleva su cuño en Los Majuelos, se acuartela en ese fuerte con añoranzas de Tejeda, “el pueblo más bonito de España”, donde nació hace 70 años, y repasa medio siglo de vida empresarial
Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ
Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ

Creador de un territorio propio que lleva su cuño en Los Majuelos (La Laguna), se acuartela en ese fuerte con añoranzas de Tejeda (Gran Canaria), “el pueblo más bonito de España”, donde nació hace 70 años, y repasa medio siglo de vida empresarial, en el que enarbola como un trofeo la cifra de 40.000 puestos de trabajo generados por sus centros comerciales. “Me han vuelto a hacer lo de siempre: pararme la obra”. Dice que desde que empezó de promotor ha tenido que superar una suspensión cautelar tras otra como la que acaba de paralizar su sexto proyecto, el de Las Torres, en Adeje. “Pura envidia”, resume. Aquí reflexiona sobre qué ha aportado en todo este tiempo al desarrollo de Canarias; cómo crearía empleo masivo si fuera un día presidente; cómo sin hablar idiomas se tutea con las multinacionales y qué opina de la Ley del Suelo. En este encuentro con Ambrosio Jiménez Quintana, padre de siete hijos con su novia de la infancia, Elena -abuelos de tres nietos-, y presidente de Construcciones Industriales de Tenerife (Cointe) y otras sociedades, uno de los empresarios totémicos de la Canarias de cemento y sudor en la frente, se desmonta un mito (“es mentira que me haya arruinado alguna vez”) y se traza una figura desconocida: “Soy franquista, pero me empiezan a gustar cosas de Podemos”.

-¿Entonces, no le asusta Podemos?

“Yo soy franquista, pero me están gustando algunas cosas, algunas declaraciones de Podemos. Tenía reparos por su dureza. Pero igual estamos equivocados. Ya hay hasta gente millonaria en ese partido. Podemos es como cuando mi suegro vendió las vacas porque venía Felipe González y luego levantó España. Con lo que yo no estoy de acuerdo es con la independencia de Cataluña, porque detrás va Canarias”.

-¿Ese peligro sí le asusta?

“No, no me asusta, porque tendríamos a los americanos a los cinco minutos aquí y puede ser lo mejor. Lo que digo es que este país no está tan mal y se lo quieren cargar en dos días”.

-Interesa escrutar el Ambrosio profundo. ¿Estudió de niño?

“No había tiempo para eso. Había que trabajar. Si no se ordeñaban las cabras, no había leche. Mis padres sí fueron a la escuela en los tiempos de Alfonso XIII”.

-¿Y cuándo fue a la escuela?

“Nunca. Aprendí a leer y escribir con mis hermanas. Eso es todo lo que sé. No he leído un libro en toda mi vida”.

-¿Sus padres qué le enseñaron?

“A trabajar de sol a sol. Empecé a trabajar desde que empecé a caminar. Mi madre me llevaba a echar de comer a las vacas a La Solana. Diez kilómetros caminando. Mi padre iba con mis hermanas a los tomateros en Tasarte, herencia de mi abuelo materno. Yo jugaba después con los niños al escondite”.

-¿Y por qué se abrió camino en Tenerife?

“Porque éramos muchos, 12 hermanos. Vine a Güímar con 14 años, en el 59, y fui a dar con don Pedro Modesto, porque unos primos de mi madre, exportadores de tomates, hablaban mucho de él en casa tomando café. Empecé cargando revuelto a mano con una carretilla en la playa de La Viuda. Sacaba grava de la finca de don Pedro y su hermano, don José Agustín. A los dos les debo lo que soy hoy en Canarias. Un día, vi una pala mecánica en Santa Cruz, y don Pedro me dio 70.000 pesetas. “Manolo, mañana vas conmigo a comprarla”. Era costumbre cambiar los nombres a los chiquillos. El resto, 30.000 pesetas, me las prestó don Francisco de la Rosa, que tenía camiones. Dejé de cargar a mano para hacerlo mecánicamente. Mi primera empresa la fundé con esas 100.000 pesetas, que les devolví con el trabajo. ¿Don Pedro Modesto y su hermano? Dos caballeros. De esos ya no hay”.

-¿Qué es un caballero para usted?

“Un señor de palabra, que la cumple, pase lo que pase. Una persona puede ir para delante o para detrás, pero lo peor que puede tener es no tener palabra. A los hermanos Domínguez les vendí un solar en Tamaraceite sin firmar un papel. Bastó con darnos la mano. Esa mano se apretó hasta el último segundo. Unos caballeros. Santiago Puig me dejó impresionado, un caballero. Regaló el solar para hacer el hospital del Sur al Gobierno de Canarias por conciencia: devolver algo al pueblo, no como otros que no dan nada. Y un caballero es mi amigo, mi padre, mi hermano Antonio Plasencia, para mí y para mi familia. Plasencia y yo somos uno”.

Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ
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-¿Por qué los ricos de Canarias no se unen por una obra filantrópica?

“Eso debe salir del Gobierno, reunirnos a todos para una obra benéfica. Y saldría adelante. Además, desgrava”.

-¿Se ha llevado algún palo en la vida?

“¡Un palo! ¡Una viga! Una vez en Los Majuelos, en el 84, se soltó un cable y me cayó una viga encima, que me abrió la cabeza. Me pudo haber matado”.

-¿Vio las estrellas?

“Vi a la Virgen del Socorro, la patrona de mi pueblo. Cuando lo cuento dicen que estoy loco. Ni el obispo me cree. La vi llorando abrazada
a mi hijo mayor y perdí el conocimiento. Le prometí un manto”.

-¿Le protege en los negocios?

“En el 96, me pusieron una denuncia unos comerciantes de Telde y me pararon una obra. Entró en mi oficina un cura amigo, Domingo Guerra, y me vio mirando a un crucifijo. A ver si Jesús me arregla lo de Telde, le dije. Cogió el crucifijo y lo puso sobre el armario. ‘Dios tiene cosas más importantes que hacer’. Le conté la promesa incumplida a la Virgen. Y me dice, ‘llama ahora mismo a las Hermanitas de Garachico y regálale el manto a la Virgen’. Cumplí mi promesa y un día me llama el procurador: ‘La Audiencia ha levantado la suspensión’, cuando tenía en contra al sanedrín de Las Palmas y al Zorro Plateado. Yo digo que arriba hay algo”.

-Ahora necesita de la divina providencia en Adeje.

“Son los mismos de siempre por lo mismo de siempre: la envidia. Tengo licencia de Comercio, del Gobierno canario, para 22.700 metros cuadrados, avalada por el TSJC, y la de movimiento de tierras para hacer el centro comercial del barranco de Las Torres. Ahora me paran de forma cautelar una licencia urbanística para 62.000 metros cuadrados, en base a un informe desfavorable del Cabildo que no procede. Pienso que ni el Cabildo ni el Gobierno estén contra mí. Pero existe un trato desigual. Hay un centro comercial en Canarias, cuyo empresario no ha dado la plusvalía al Ayuntamiento, una obligación legal, ni ha hecho las mejoras de enlace. Yo, que nunca he denunciado, es la primera vez que lo hago. Si me denuncian, me defiendo”.

-¿Cuántos centros comerciales ha generado?

“Cinco en Tenerife y Gran Canaria, y, si Dios quiere, serán seis con Adeje. Unos 40.000 puestos de trabajo. Ahí están. Desde el primer Alcampo, en La Laguna, en el 90”.

-Que también se le atragantó en los tribunales.

“Algunos empresarios son los mismos de ahora. Presionaban al Ayuntamiento contra mí. Lo sufrí mucho. En los 80, por trabas, unos americanos no hicieron una pista de esquí en Montaña Pacho (La Laguna) en un solar mío. Yo con lo que dice la ley, con las plusvalías. Al Ayuntamiento de Telde: 2.200 millones de pesetas por dos centros; al de Las Palmas de Gran Canaria, 1.900 millones y 157 viviendas; al de La Laguna, 750 millones, el Pabellón Santiago Martín, un colegio y cuatro campos de fútbol. En La Orotava: 1.000 millones de pesetas a los empresarios de Apymevo para rehabilitar los comercios. En Tamaraceite, me quedé con la zona comercial y el Ayuntamiento con 3.000 viviendas”.

-El Banco de España alertó el viernes del coste de la incertidumbre política.

“España lleva tres meses parada y se está yendo el dinero como agua. En el sur vamos a invertir con Leroy Merlin 200 millones de euros al 50% y se van a crear 3.000 puestos de trabajo, pero ya me están diciendo los socios que se llevan la inversión, no entienden las pegas a nosotros y a otros no. Cada proyecto mío ha sido una historia de boicot, y siempre gané en los tribunales”.

-¿Qué necesidad tiene de decir que da dinero a los partidos “como un detalle”?

“Porque no tengo nada que ocultar. No cabe duda de que a todos los partidos se les da para la campaña electoral. Yo les he dado. Legal, ingresado en una cuenta y declarado a Hacienda, por debajo de las cuantías autorizadas e igual a todos. No solo di dinero al PP, también le di al PSOE, a CC, a los curas, a la Guardia Civil… Hasta hoy, gracias a Dios, no me han tocado por ninguna denuncia de corrupción”.

-¿No le incomoda salir en los papeles de Bárcenas?

“Yo defiendo que si se da, se diga. Yo lo digo. En los papeles del caso Bárcenas salió mi nombre y no he tenido problemas. Di y está recogido en mi contabilidad. Es legal y además desgrava. Otra cosa son las mordidas. ¿Qué no se dan? Que no que va. Yo solo hablo por mí. La ley sabe lo que yo hago. Y la Guardia Civil y hasta los servicios de inteligencia saben a la hora que me acuesto y a la hora que me levanto”.

-¿Cómo surgió su relación con las multinacionales?

“Del modo más sencillo, Alcampo tocó en la puerta de mi oficina y llegamos a un acuerdo. ¡Quién me iba a decir a mí que firmaría con grandes multinacionales, como Alcampo, Leroy Merlin, Decathlon, Makro e inglesas!”.

-¿Cómo forjó su trinchera: Los Majuelos?

“A finales de los 70, en la efervescencia del MPAIAC, cogimos con Plasencia las obras de los cuarteles bajo el efecto Cubillo. Y de ahí pase a Los Majuelos en 1979. Estaba entre Santa Cruz y La Laguna, el grueso de la población, y compré dos millones de metros cuadrados. ¡La Milla de Oro!, como la bautizó Andrés Chaves. Fue mi gran acierto. Pero me equivoqué”.

Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ
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-¿Cuál fue el error?

“Mi mayor error fue cuando cogí el dinero que me pagó Alcampo, 2.000 millones de pesetas, y seguí trabajando. Luego incrementé esa fortuna, pero tenía que haber parado. No sé si hubiera sido el hombre más feliz del mundo o el más jodido del mundo. Pero hay que vivir”.

-Alguna vez ha dicho que se arruinó dos veces.

“Debo matizarlo. Nunca me arruiné. La ruina es cuando se lo quitan todo a uno. Mal de dinero. Cuando no se vendía. Eso sí. Hacía naves y las alquilaba. Después construí El Trompo, en La Orotava, que es nuestro. Sigo en pie y con recursos. El día 15 pagué 15 millones de euros por los terrenos del Sur. Ya son míos. Los que me denunciaron querían quedarse con ellos”.

-¿Con 70 años, a qué aspira?

“El del Sur será mi último proyecto. Y a dormir y jugar al dominó. Que trabajen mis hijos”.

-¿Por qué no entró en la operación de Las Teresitas?

“Porque no era lo mío”.

-El debate del estado de la nacionalidad ha sido el de la Ley del Suelo. ¿Le gusta la Ley Clavijo?

“Me gusta. Todavía hay que darle un retoquito, para que haya menos burocracia”.

-También se tambalea la moratoria turística. ¿No hay riesgo de un nuevo desarrollismo?

“¿Cuál ha sido el error más grande que ha cometido Canarias? La moratoria. El dineral que tiene que pagar el Gobierno por parar los
hoteles”.

-¿Qué haría, de ser presidente un día, para crear empleo masivo en Canarias?

“Eliminar todos los obstáculos a las inversiones, a las licencias. Ventanilla única. Como en Estados Unidos: el mismo día te dan la licencia y la pagas”.

-¿Por qué es reaccionario?

“Franco no me hizo nunca nada malo. Y había respeto”.

-¿Y la democracia no le gusta?

“La democracia es buena. Pero el respeto no es el mismo”.

-¿Siempre ha sido gordo?

“De joven era guapito y flaco. Cuando hice la mili, estaba de buen ver. Tengo foto. Lo que menos me gusta de mí es la barriga. Peso 110 kilos, pero soy bueno de boca”.

-Buen cliente de Los Limoneros, su refugio dorado.

“Buen aparcamiento, buena comida, buen servicio, buen sitio. Allí he comido y hecho negocios. Como en casa”.

-Somalí, esa es una palabra de su cosecha.

“Yo al sommelier lo llamo somalí, que es más fácil. También inventé la palabra alquilino, por inquilino. Está mal dicha, pero me gusta. Dije que le iba a vender a Madonna un solar en Los Majuelos y la gente creyó que venía la cantante. Me refería a McDonald’s. En noviembre del 89 le pegué un susto a Francis Leoputre, exdirector general de Alcampo, ya jubilado. Subiendo la escalera delante de mí, le agarré la pierna por la corva y le ladré como un perro, ¡guau! Y no se asustó, se descojonó. La vida hay que tomarla con guasa. No sé lo que es la depresión”.

-Baraje y ponga en la mesa políticos que valore.

“Pedro González, Elfidio Alonso, Ana Oramas, Clavijo… Saavedra, Hermoso. Clavijo es de esa escuela. Yo creo que va a atinar. Tenemos presidente para rato si sabe rodearse de buena gente, y, como decía Pepe Monagas, coge la raya canela. Tiene que tratar a todos por igual, no llevarse de cuentos. Es muy joven y tiene que sacar a las Islas para delante. En Las Palmas los empresarios lo quieren un montón”.

-Vuelva a barajar y cite a políticos nacionales.

“Traté a dos buenos presidentes: Felipe González y Aznar. A esos son a los que el rey tendría que llamar ahora. Porque el problema que tenemos no lo arreglan estos: es como una pelea de herencias, cuando los hermanos acaban a la greña”.

-¿Para usted cuáles son los pilares de la sociedad?

“La Iglesia, el Ejército y la Justicia son las tres patas”.

-¿Qué opina de quienes hablan del duopolio Plasencia-Ambrosio?

“Los que hablan mal de nosotros es porque no nos conocen, como si fuera pecado ser de aquí e invertir en tu tierra”.

-¿Qué imagen cree que da?

“Buena, yo no he hecho mal a nadie”.

-¿Qué sueño no ha cumplido?

“Ir a Argentina, pero tengo miedo a los aviones”.

-¿Dónde pondría la capital de Canarias?

“En La Laguna”.

-¿Cuál es su afición preferida?

“Las vacas. Pero me las robaron. Está pendiente el juicio. Al ladrón lo voy a perdonar, ha pasado mucho tiempo. Es un animal muy noble. Yo hablo con las vacas y ellas me escuchan”.

LA MANO

Ambrosio, el noveno de 12 hijos de José y María, dos agricultores de Tejeda, es un personaje de carne y hueso. Recuerda en su léxico y modales, si omitimos el mostacho, al entrañable Pepe Monagas en la versión canónica de José Castellano, con aquella voz aguardentosa. A tal punto que no resisto la tentación de pedirle que narre con la voz fatigada el célebre monólogo con el compadre Regorito, cuando Monagas se desespera navegando a Venezuela sin ver tierra firme: “Saca el napa, Regorito; saca el napa, por Dios te lo pido. Si son islas, nos salvemos; si son cagadas de moscas, ¡que Dios nos coja confesados!”. Ambrosio se explota con el cloquío perfecto de Monagas en ese chiste antiguo que parece hasta alegórico del desgobierno actual, y cuenta, poniéndole a todo ambrosía, que en la mili el capitán Puyol le reprochó una vez, “¡recluta, coja el paso!”, y él tuvo que confesarle que, con permiso del general Machiñena, se había ausentado a ver cómo iban las palas mecánicas de su empresita en el Sur, y le faltaba práctica para el desfile de la jura. Entonces, el capitán, envarado, se dirigió al pelotón: “¡Servir a la patria no es solo venir al cuartel, también es crear puestos de trabajo!”. Y lo disculpó. Hay personajes ambrosianos en Canarias. Personas sin estudios, con una inteligencia natural para hacer dinero, que desprenden bonhomía. Son, a menudo, corpulentos, macizos y rurales como vimos en Bola de sebo de Maupassant, e imponen respeto: ¿puede alguien sin haber pisado una escuela ni leído un libro en su vida hacer fortuna con su empresa durante más de medio siglo? Le sorprende la pregunta y exclama: “¡Yo qué sé!”. Y levanta una mano para que la vea. Con las manos empezó cargando revuelto en una carretilla. Está orgulloso de sus manos. La mano que le dio a Clinton. “Mi dinero me costó”.

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