“La aparición de la Candelaria permitió a Fernández de Lugo conquistar media isla de Tenerife sin dar un tiro ni un espadazo”

Octavio Rodríguez Delgado, cronista oficial de la Villa Mariana, asegura que los guanches del Sur se aliaron con los castellanos porque las tribus del Norte los saqueaban, pero no por traición a su pueblo. El historiador, y profesor de Botánica en la ULL, confiesa que él desciende del mencey de Adeje.
Octavio Rodríguez Delgado, en la plaza de la Basílica, junto a la estatua de un mencey. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
Octavio Rodríguez Delgado, en la plaza de la Basílica, junto a la estatua de un mencey. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

El encuentro entre la cultura guanche y la castellana sigue despertando el interés de los historiadores. Octavio Rodríguez Delgado, cronista oficial de Candelaria, aborda en esta entrevista el momento fundacional de esa villa, desde que apareció la Virgen y cómo cambió el acontecer del Sur de Tenerife. Este profesor titular de Botánica de la Universidad de La Laguna alterna su profesión con su otra vocación, la historiográfica. Sostiene que los guanches del Sur no se aliaron con los conquistadores castellanos para traicionar a su pueblo, sino que lo hicieron porque, además de estar ya cristianizados, tenían un enemigo común:  los guanches del Norte. Y revela que  él mismo desciende del mencey de Adeje, por lo que siente “aún más identificado” con su tierra.

-La llegada de la imagen de la Candelaria, ¿supuso un antes y un después para el valle de Güímar?
“Sí, evidentemente, la aparición de la imagen y la llegada posterior de Antón Guanche, secuestrado de pequeño y educado en la cultura católica en Lanzarote, supuso un cambio en la cultura del Sur. Antes la Isla eran nueve menceyatos. El de Güímar se extendía de Radazul a la punta de Abona, y en ese bando apareció la Virgen en la playa de Chimisay, hoy de El Socorro. Y con esos hechos el Sur se fue volviendo católico, pues Antón convenció al rey aborigen de que la Virgen, que había sido depositada en la cueva de Chinguaro, donde vivía el mencey en invierno, tenía que llevarse a la cueva de Achbinico. Y cuando Antón la vio allí dijo que era la madre de Achamán, el dios sustentador de los cielos y la tierra, y que no podía estar conviviendo con los animales, que era una imagen que merecía culto y que él se ofrecía a cuidarla el resto de su vida. Y la llevó a la cueva de Achbinico, hoy de  San Blas, en Candelaria”.

-¿De dónde procedía exactamente Antón Guanche?
“Solo se sabe que vivía en este menceyato. Se lo llevaron adolescente, secuestrado, y lo devolvieron con más de 20 años. Sabía español, estaba perfectamente adoctrinado en el catolicismo”.

-La conquista castellana aún no había comenzado…
“En efecto, aunque fray Alonso de Espinosa decía que la aparición de la Virgen fue en la ultima década del siglo XIV, 1390-1392, la mayoría de historiadores coincide en que fue a mediados del XV, 1450-1460, y poco después, deolvieron Antón Guanche a la Isla. Era Acaymo rey cuando apareció la Virgen y su hijo era el que estaba en 1496, según Espinosa, por lo que está claro que entre un hijo y un padre no puede haber 100 años, aparte de que los estudios iconográficos de la imagen original así lo constatan, por lo que la imagen tuvo que descubrirse a mediados del siglo XV”.

-¿Cómo se fundó Candelaria?
“Lo que hoy es el casco se fundó así, cuando Antón Guanche llevó allí a la Virgen con otros guanches para custodiarla. Él vivía en la cueva de Achbinico. Igueste surgió con otro guanche que custodiaba el ganado, porque el mencey puso un rebaño con varios centenares de cabras, al cuidado de Napay Guacherve, para que con los beneficios se pudieran mantener los que cuidaban a la Virgen”.

-¿ Los guanches adoptaron fácilmente a la Virgen como ídolo?
“Eran monoteístas, tenían a su Achamán y Antón les dijo que era la madre de Achamán, así que asimilaron rápidamente el dios católico al dios guanche”.

-¿Eso facilitó mucho las cosas a los castellanos?
“Sí, porque muy poco tiempo después se puso un ermitorio franciscano en Candelaria, una especie de santuario donde había tres frailes: fray Alfonso de Bolaños, el considerado apóstol de Tenerife; Belmanua y Macedo, que vivieron mucho tiempo con los guanches y bautizándolos a todos, no solo a los de Güímar, incluso de otros menceyatos del Sur. Luego hubo algún problema entre estos frailes y los guanches, porque estos los expulsaron del valle. Cuando llegó la conquista, la mayor parte de los guanches del Sur eran católicos, y ya no vieron como enemigos a los españoles. Fueron considerados bandos de paces. Por entonces vino Diego de Herrera y concertó paces con los guanches del Sur”.

-¿El trato que los castellanos dieron a esos guanches del Sur fue acorde con esa colaboración?
“Parcialmente. El comportamiento de los guanches del Sur no ha sido bien entendido, porque parece que eran traidores que en la conquista se pusieron a favor de los españoles y en contra de los guanches del Norte. Cada reino era una tribu, y las del Sur se llevaban bastante mal con las del Norte, porque el reino de La Orotava era más fuerte, más poderoso y más poblado, y constantemente estaban viniendo a robarles ganado a las gentes del Sur”.

-O sea, que la sociedad prehispánica en Tenerife no era precisamente un remanso de paz…
“Se llevaban mal. Había peleas frecuentes y robos de ganado entre los reinos guanches. Y cuando llegaron los españoles, ya tenían la mitad de la Isla católica, por lo que fue más fácil para los conquistadores convencer a los guanches de que venían en son de paz, a ayudarlos, a defender a las tribus del Sur de las hostiles del Norte que les estaban saqueando. Y los guanches del Sur lo entendieron así. Fue una estrategia primero de adoctrinamiento religioso y luego una defensa de los más débiles. Y por eso durante la conquista los guanches del Sur se aliaron y ayudaron a Alonso Fernández de Lugo. De hecho son los de Güímar los que lo salvaron en La Matanza, cuando fueron emboscados y derrotados los españoles. A Fernández de Lugo lo guiaron hacia La Esperanza, que se llama así por que vieron ya los barcos en Santa Cruz y tuvieron “esperanza” de salvarse, por lo que se dirigieron hacia allí. El pago por esa ayuda fue que el Adelantado, al ver su derrota, cogió a los guanches que lo habían ayudado y los vendió como esclavos. Fue una traición”.

-¿Los Reyes Católicos permitían esos abusos?
“Al final los descendientes de los guanches reclamaron ante los Reyes Católicos, logrando que soltaran a la mayoría de esos esclavos y fueron devueltos a Tenerife. Pleitearon y ganaron recursos. De hecho, los guanches del Sur después de la conquista tuvieron propiedades, no así los del Norte”.

-¿Los menceyes gozaron de respeto también?
“Algunos. Se sabe que el mencey de Adeje es el único del que queda constancia de su descendencia. Le dieron tierras, sobre todo en el valle de Masca y Santiago del Teide. No se sabe muy bien qué pasó con el de Güímar, no hay constancia de que permaneciera en la Isla, aunque sí primos y parientes cercanos de él. Yo mismo desciendo del mencey de Adeje”.

-¿Eso qué supone para usted?
“Un valor sentimental, te sientes más identificado con tu tierra. Pero también tengo ascendencia gallega. En el Sur de Tenerife quedó mucha sangre guanche, por lo que ya he comentado”.

-¿Y cuál pudo ser el destino del mencey de Güímar?
“Hay una teoría que dice que pudo ser el que fue a Venecia. Al principio fue como una especie de bufón, pero al final acabó establecido en la corte veneciana, y probablemente se casó y tuvo descendencia allí. No volvió. No se sabe muy bien por qué, si fue tan amigo de los españoles, lo sacaron de la Isla. Del de Adeje sí hay constancia de que vivió aquí hasta su muerte”.

-¿Qué ocurre con la Virgen una vez se acabada la conquista?
“Al año siguiente ya el adelantado va a Candelaria a darle oficialidad a la presencia católica en ese valle y en 1497 celebra la primera fiesta de las Candelas. En esa primera visita al Sur fue a ver la cueva de Achbinico, donde estaba la Virgen, a agradecerle que le había facilitado conquistar media isla sin dar un tiro, ni un golpe de espada. Y sacaron a la Virgen en procesión. Los guanches de Candelaria tenían desde entonces la prerrogativa de cargar la Virgen”.

– ¿Hay una linea de descendencia aborigen que llega hasta la actualidad en los vecinos que escenifican la ceremonia de la aparición de la Virgen en el siglo XXI ?
“Sí. Ha habido incluso tres pleitos de los naturales, de los descendientes directos de aquellos guanches, que reclamaban que ellos querían seguir siendo los que custodiaran a la Virgen. El primer pleito fue en 1587, el siguiente en 1601 y el otro a comienzos del XVII. El primero fue tras los dominicos hacerse cargo de la Virgen en 1530 y los guanches dijeron que nones, que cargarla en procesión solo tenían derecho ellos. Luego fueron las autoridades civiles y eclesiásticas las que querían cargar la imagen, y los guanches volvieron a plantear un segundo pleito; hasta hubo peleas por ello. Y en el tercero llegaron ya a un acuerdo: dentro de la iglesia la cargaban los religiosos, dominicos o cualquier otro elemento del clero, pero en la calle la cargaban los descendientes de los guanches. Hay una teoría que sostiene que las letras que estaban escritas en la imagen original no estaban en latín, sino en guanche. Los frailes franciscanos en el eremitorio de Candelaria eran bilingües”.

– Mucha gente desconoce aún que no se trata de la imagen original la que hoy vemos…
“Sí, igual que desconoce los templos que hemos citado. La Virgen estuvo en la cueva de Achbinico o San Blas, hasta 1526, en que se hizo la primera iglesia, donde ahora está la basílica. Luego se hizo un gran templo de tres naves como la de ahora pero en 1672, siendo obispo Bartolomé García XIménez, una iglesia impresionante cuya torre se veía de Santa Cruz, y se quemó en 1789 en un incendio que destruyó la basílica y el convento dominico. Solo lograron salvar la imagen. Desde entonces la Virgen tuvo que volver a San Blas”.

– ¿Qué pasó después de la conquista con esa parroquia?
“El obispado creó en 1533 una parroquia para la comarca desde Barranco Hondo hasta Fasnia, con un párroco para Candelaria, Pedro de Paris, que es donde estaba la capital de la comarca, y bautizaba a los guanches y colonos europeos y portugueses de Madeira, que allí se iban a asentando. La parroquia fue la cueva de San Blas desde 1543. En 1550 vivían 150 habitantes en Candelaria, el doble que los de Arafo y Güímar juntos. Y también fue esa cueva el primer cementerio comarcal. Se nombró un alcalde pedáneo para la comarca. La iglesia se quedó pequeña y se construyó la de Santa Ana, inaugurada en 1580. Luego fueron llegando al valle guanches de otras islas, muchos portugueses, y se formó un pueblo grande en Güímar, que,  cuando tuvo más habitantes, reclamó la capitalidad, la jefatura de milicias y la parroquia, peticiones que logró en 1630. Candelaria pleiteó por ello en la Audiencia de Las Palmas y en el obispado de Sevilla, de modo que 1643 se acordó que la parroquia se mantenía en Güímar pero habría otra parroquia hijuela en Candelaria con jurisdicción sobre Arafo . En 1795 se separaron definitivamente ambas parroquias y se creó la de Arafo”.

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