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Solchaga constata que “casi toda la situación económica” favorece la recuperación de España

El exministro de Economía de Felipe González basa su análisis en la “positiva” perspectiva mundial, a pesar de los “titubeos” de Trump, y en que ha mejorado la competitividad en el país
Desayuno-coloquio de la fundación DIARIO DE AVISOS. Fran Pallero

A pesar de los nubarrones de la incertidumbre, el asesor y analista Carlos Solchaga ha comprobado que “casi toda la situación económica” es favorable para que España salga adelante. “Estamos en una fase de recuperación”, resaltó ayer el exministro de economía de Felipe González en el desayuno-coloquio de la Fundación DIARIO DE AVISOS. Eso es así, explicó, por dos factores: “La perspectiva mundial es relativamente positiva y este país ha mejorado la competitividad, a un coste, es verdad, muy duro para los trabajadores por la devaluación salarial”. Los “titubeos” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y las incógnitas que se ciernen sobre Alemania, el motor de la Unión Europea, no impedirán, en su opinión, que se registre un crecimiento “aceptable”. En España, reflexionó, a la cuestión catalana -que “centra las tentaciones nacionalistas”- se suma la fragmentación parlamentaria generalizada por el desprestigio de los partidos tradicionales a causa de la crisis económica. Muestra de ello es, arguyó, el auge del populismo (de derechas o izquierdas): “Llega con fórmulas sencillas para desalojar a los que son considerados responsables de los males; sin ofrecer un programa, sino por oponerse al poder constituido. Paralelo a esto, hemos visto una caída de la socialdemocracia”.

El retraso, “un tanto artificioso”, en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado de 2018, porque no se garantiza su aprobación, produce en Solchaga una “sensación de volatilidad política, que quizá esté con nosotros mucho tiempo”. En este escenario, interpreta que los dos grandes partidos llamados a dar estabilidad “no parece que estén en la mejor de las situaciones”.

Sobre el PP, piensa que la rémora de la corrupción y otras manchas en su imagen y gestión dificultan que levante el vuelo. En relación al PSOE, los suyos, Carlos Solchaga observa que la actual dirección federal, que lidera Pedro Sánchez, es “manifiestamente mejorable”. Después de sobrevivir a “fuertes tensiones internas”, apuntó, “no ha sido capaz de proponer un esquema claro de lo que quiere hacer”. Se define, detalló, “más por lo que no le gusta del Gobierno y sus equidistancias que por un programa que sea atractivo para los electores”. Si estos aglutinan el 50% de los votos, añadió, “Podemos y Ciudadanos se sitúan en la otra mitad, junto a organizaciones de un ámbito territorial inferior”. La formación naranja “no acaba de despegar, de propiciar la confianza suficiente”, argumentó, y la morada “ha pasado el momento de máxima influencia, está entrando en contradicciones muy importantes”.

Solchaga concluyó que las grandes transformaciones estructurales , “que deben nacer de un consenso muy importante o de un poder económico y político consolidados, como en las primeras legislaturas de Felipe González, es muy complicado que se concreten”. Esto no es óbice, puntualizó, para que el país continúe desarrollándose y afianzando el nivel de vida.

La primera conciencia que tuvo Solchaga de la existencia de una crisis económica y de sus efectos fue en su adolescencia, cuando se elaboró el plan de estabilización de 1959, una serie de medidas económicas que abrían la puerta a la liberalización. Rompió con la autarquía y aceleró la expansión de los años sesenta: “Solo comprendí lo mal que les iba a los pequeños y medianos empresarios, la impresión de que sus bancos y cajas de ahorros los estaban ahogando porque les negaban la renovación de la líneas de crédito. Y la aparición del fenómeno de la emigración hacia otras partes de Europa. Lo que se me quedó en la cabeza fue que hay cosas graves, como son las crisis”. Pocos años después se percató de que España se había metido en una vorágine de crecimiento, con un constante trasvase de mano de obra de la agricultura a las ciudades. Ya entonces, con “seis o siete millones de visitantes”, se criticaba el “turismo masivo”, evocó. “Era el único sector competitivo”, apostilló.

Como ministro, testimonió la adhesión a la Comunidad Económica Europea. La firma del 12 de junio de 1985, en compañía de Portugal, culminó unas negociaciones que comenzaron en 1979. En 2007, recordó, poco antes de la última recesión, “el PIB por habitante de España era cuatro veces y media en términos reales que en 1959”.

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