el peligro de las apuestas deportivas

“Cualquiera puede caer en una adicción al juego; eso es bueno que se sepa”

Juan Capafons Bonet conoce, desde hace mucho tiempo, el gran peligro que suponen las adicciones al juego. Este catedrático de psicología clínica de la Universidad de La Laguna advierte de la “perversidad” que supone para los jóvenes caer en la tentación de las apuestas deportivas y, sin querer ser alarmista, aboga por la educación como “mejor anticuerpo” a la vez que se hace una interesante pregunta. ¿Es necesario que este tipo de juegos se promocionen de manera que puedan llegar fácilmente a los menores de edad?

– Los datos de jóvenes canarios, muchos menores de edad, que realizan apuestas deportivas, incluso que son ya jugadores patológicos, son alarmantes. ¿Cuándo y cómo se dan cuenta de esta situación?
“Estamos embarcados en un proyecto del Gobierno de Canarias con la Consejería de Salud Pública y desde la Consejería de Empleo y Asuntos Sociales ha habido mucho interés. Desenrédate fue el proyecto con el que arrancamos y vimos el tema de nuevas tecnologías, móviles e internet y ahí nos dimos cuenta de que había un problema. En Desenredados, la continuación, tuvimos la suerte de contar con un equipo muy joven, porque son nativos tecnológicos -yo soy un emigrante total- y en una reunión me hablaron de las apuestas deportivas on line y yo, desde mi ingenuidad, dije que trabajábamos con la franja de 12 a 17 años, pero ellos dijeron: “¿Qué nos cuesta poner una preguntita sobre eso?” No tiene que ser alarmante y no tenemos que rasgarnos las vestiduras, pero estamos cerca de un 10% de chicos que con 14, 15 y, sobre todo, 16 y 17 años, están tonteando con las apuestas deportivas on line. Hay un conjunto de jóvenes que coquetean con una cosa que es exactamente igual que hacerlo con un cuchillo cuando no corresponde. Estamos en un estado libre y claro que podemos usar un cuchillo para cortar verdura pero, a un niño de dos años no le pones uno en la mano, ¿no? Ahora empezamos Desenredatres y hemos sugerido a la Consejería, no muy temprano, para no construir el deseo, pero en Tercero y Cuarto de la ESO y Primero de Bachillerato, en los talleres que llevamos a cabo sobre buen uso de las nuevas tecnologías, introducir el tema de las apuestas deportivas en internet. Debemos transmitir que es algo prohibido a su edad, aunque para eso están los jueces los fiscales y la Policía, nosotros somos psicólogos, pero es nuestro terreno el advertir: esto es peligroso y puedes tener un problema de ludopatía, algo que no es distinto a ninguna otra adicción extraordinariamente destructiva”.

– ¿Internet ha acercado la posibilidad de apostar desde cualquier lado, amparado por el anonimato, con unos filtros fácilmente superables para menores?
“Claro. Olvidémosnos de los chicos de esa franja de edad y vayamos a la de 18 a 21 años, que hay algunos estudios que hablan de población universitaria o jóvenes trabajadores que es donde más jugadores hay porcentualmente. No hay que extrañarse, son nativos tecnológicos y se les ofrece apostar de manera muy sencilla. Esto ya nos pasó con las máquinas tragaperras. Era un problema el casino, era un problema el bingo, pero el verdadero problema de la ludopatía en los años 80 y 90 eran las máquinas tragaperras. ¿Cuál era el secreto? Estaban muy bien diseñadas, pero la clave era la accesibilidad: no había un bar en España que no tuviera una. Eso se debatió y los colegios oficiales de psicología trataron de convencer a los legisladores porque esa accesibilidad no tenía ni tiene nada positivo para la sociedad. No digo que se prohíba, eso es distinto, solo pregunto: ¿tiene sentido promocionar las apuestas? Esa pregunta se la tienen que hacer los legisladores. Yo como psicólogo digo: ninguno”.

– El Estado recauda mucho con estas actividades…
“Dar publicidad en horarios y en medios con acceso para jóvenes adolescentes no tiene sentido alguno y eso lo podemos asegurar categóricamente. Hicieron caso a los sociólogos, psicólogos y médicos y en los medios de comunicación se retiraron los anuncios de bebidas alcohólicas y marcas de tabaco. Con eso daríamos un salto importante en la protección de nuestros menores”.

– Ahora echamos la vista atrás 20 años, vemos a clubes deportivos con patrocinadores de tabaco o alcohol y no entendemos cómo podía producirse. ¿Pasará también con las casas de apuestas deportivas?
“¿Usted se imagina a Cristiano Ronaldo o Messi haciendo botellón en un anuncio en televisión? Yo espero que en breve, mucho más que cuando pasó con el alcohol y el tabaco, no los veamos con una camiseta con publicidad de casas de apuestas. ¿Significa esto tener una mentalidad propia de Torquemada? Todo lo contrario. Hablamos del sentido que tiene promocionar algo que no conlleva ningún beneficio individual más allá de lo lúdico, que no está nada mal, pero hay muchas acciones lúdicas con poco riesgo. Eduquemos y formemos en eso”.

– ¿Acrecentó la crisis esta situación porque las apuestas se presentaron como una manera de conseguir dinero fácil?
“En general ocurre con todos los juegos de azar, solo que internet ha dado accesibilidad, inmediatez y sensación de control, que es un factor muy importante. Si uno juega al Euromillón o a la Lotería Nacional tiene que estar muy patologizado para tener sensación de control, pero las apuestas deportivas tienen ese componente perverso psicológico que nos hace pensar que sabemos de esto, que somos muy listos… Da la falsa percepción de control, que es un plus para acabar en una espiral muy, muy peligrosa: la de jugar para reponer lo que has perdido. Si sientes esa necesidad imperiosa se genera un bucle extraordinariamente perverso, una pescadilla que se muerde la cola. Hay indicadores, como que el tener menos medios económicos puede resultar un activador, igual que en el caso de los jóvenes puede ser el de tener una familia desestructurada, con poca comunicación y poco control parental. Hay algunos indicadores, pero hoy por hoy no tenemos un perfil de quién jugando puede ser ludópata y quién puede tenerlo como un entretenimiento. Tiene riesgo conducir, por supuesto, y por eso no vamos a dejar de coger un coche, pero para ello nos entrenamos, pasamos un examen para tener un permiso de conducción… En esa misma línea debemos de actuar. ¿Es tan productivo participar en juegos de azar con el riesgo que conllevan?

– ¿Qué papel tienen en eso los medios de comunicación?
“Cumplen un doble papel. Aquí estamos usted y yo, asumiendo un rol divulgativo, informando y, quizás, advirtiendo, donde me encuentro muy cómodo, pero, en un momento dado, puede haber una parte lucrativa y es muy tentador caer en ella. Yo ahí no echo culpa al medio de comunicación, sino a los legisladores, que son los que tienen que poner límites y disminuir al máximo lo perverso. Puede ser que muchos medios pequeños subsistan gracias a los anuncios de apuestas deportivas, pero si el ser humano se caraceriza por algo es que es capaz de innovar y saber sobrevivir; los medios lo conseguirían. También se dijo que el teatro se hundiría con el cine e, imagino, cuando empezó la escritura, al pobre orador que decía: “¡Dios mío, este es nuestro fin! ¡Lo carga Satanás! ¡Si todo lo depositas en un papel perderás la capacidad de tener memoria!”. Quizás por mi profesión, o por la edad que tengo, creo que no debemos de tener miedo a que algunas cosas se limiten. Quiero recalcar esto: es innecesario jugar a juegos de azar y limitar es bueno, porque los datos, por ejemplo en Canarias, son los que son”.

– ¿Qué provoca que unas personas puedan apostar y eso no termine en adicción y otras no?
“Si tuviéramos la respuesta al 100% estaríamos en la Universidad de Harvard. Una de las peores cosas que nos pueden suceder, curiosamente, es el éxito. Meter un pelotazo con una apuesta en la que inviertes cinco euros y, de repente, te encuentras 500 o 5000 es un factor desencadenante. Esto pasaba ya con el bingo. Se hizo mucha investigación con la conducta adictiva en ese juego y la clave era haber tenido premio. Si a la quinta, sexta o séptima vez que jugabas no tenías una línea o un bingo tendías a extinguir el comportamiento. Te aburres, por decirlo de alguna manera. El juego persigue, con mínimo esfuerzo, tener el máximo rendimiento, así que cuando lo consigues sueles caer. El segundo es cuando consideras que puede ser una forma muy tentadora de tener una vida más satisfactoria por el modelo de sociedad que tenemos. Si uno tiene determinados medios económicos la imagen es mejor y, además, puede adquirir bienes que no alcanza sin dinero. Lo explico a mis alumnos: cuando uno está estresado y le llega una factura de teléfono de 100 euros no lo está tanto si cobra 800 que si cobra 8.000 al mes. Tras probar el chollo de ganar 500 euros jugando solo cinco se activan una serie de mecanismos, el primero la segregación de endorfinas, y procesos cognitivos muy erráticos en la línea de “yo controlo”.

– Hay apostantes deportivos profesionales y, como con otras adicciones, hay personas convencidas de controlarlas. ¿Es eso real?
“Muy pocos. Yo no me atrevo a decir que no exista alguien que consuma drogas y no tenga ningún problema, pero, sinceramente, lo dudo mucho. En el caso de las sustancias psico-activas hacemos daño al cerebro y, siendo cierto que en esto no hay una sustencia psico-activa o psico-adictiva, lo cierto es que cuando entras en esos derroteros empiezas a dejar de lado otras funciones fundamentales del ser humano y, en casos extremos, dejas de preocuparte hasta de tu aseo personal, tu mundo académico o laboral… ¿Por qué otros no se enganchan? Insisto: cuanto más hablemos con los niños tendremos el mejor antídoto que ha encontrado la pedagogía y la psicología para evitarlo. Debemos trasmitir valores de que hay cosas muy gratificantes a corto plazo que tienen un gran costo a largo plazo y hay cosas muy poco gratificantes a corto plazo que desde la educación generan ciertos anticuerpos para estas patologías”.

– ¿Descartamos entonces el “yo controlo” como justificación para asegurar que se está a salvo de caer en una adicción por este tipo de apuestas?
“La autojustificación es otra de las grandes lacras en el ámbito de las adicciones. También, a veces, la autocompasión, que no cabe duda que cuando uno está en una fase de deterioro muy avanzada los especialistas debemos volcarnos con él, pero el primer paso que necesita el profesional clínico es la voluntad del individuo de salir de ahí”.

– ¿Somos todos susceptibles de caer en una adicción al juego debido a este tipo de apuestas?
“Sí, porque no conocemos todos los elementos que, de alguna manera, activan el transtorno. Si los tuviéramos perfectamente catalogados, posiblemente, podríamos hacer una prevención mucho más precisa y tener ese sueño de algunos alcohólicos o fumadores que es encontrar el gen que provoca sus males, aunque yo no creo que fuera bueno encontrarlo. Lo cierto es que sí: sin alarmismo social, cualquiera puede caer en una adicción al juego y eso es bueno que la sociedad lo sepa”.

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