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El Hogar Santa Rita da una nueva vida a la anciana tinerfeña abandonada por su hija en Madrid

La residencia del Puerto de la Cruz será el destino de Blanca Calderón, donde se reunirá con su hijo Pepe, tras las gestiones del Cabildo; su caso fue desvelado en enero por el DIARIO
Blanca Calderón ya solo aguarda en una residencia de Madrid poder volver a Tenerife a reunirse con su hijo, que se encuentra en el Hogar Santa Rita. DA
Blanca Calderón ya solo aguarda en una residencia de Madrid poder volver a Tenerife a reunirse con su hijo, que se encuentra en el Hogar Santa Rita. DA
Blanca Calderón ya solo aguarda en una residencia de Madrid poder volver a Tenerife a reunirse con su hijo, que se encuentra en el Hogar Santa Rita. DA

Admite que esperaba volver a la Residencia de Mayores de Ofra, en Santa Cruz, donde pasó sus últimos años antes de iniciar “el calvario” que ahora vive en Madrid. Sin embargo, cuando el Cabildo de Tenerife llamó para decirle que podría estar en la misma residencia que su hijo, Pepe Martín, reconoce que estalló de alegría. Blanca Calderón, a sus 87 años, podrá regresar a Tenerife, después de casi tres años en una residencia madrileña en la que la abandonó su hija. Aunque su vuelta no sea a Santa Cruz, sí lo hará al Puerto de la Cruz, al Hogar Santa Rita. Así lo confirmó a DIARIO DE AVISOS la propia anciana, quien contó que ya tiene todo empaquetado a la espera de que el Cabildo la mande a buscar. Desde el Instituto de Atención Sociosanitaria (IASS) de la Corporación insular confirmaron que, efectivamente, tras el ingreso del hijo de Blanca en el Hogar Santa Rita, se ofreció tal posibilidad a esta vecina de Santa Cruz y ya se trabaja para tramitar una plaza en el citado centro portuense.

Doña Blanca, a pesar de la alegría que supondrá venir a Tenerife y estar con su hijo, no deja de reconocer que siente “un gran pesar, un gran sufrimiento”, por todo lo que ha pasado. Su hija, la que vino a buscarla a Santa Cruz para llevársela a Madrid porque allí podría cuidar mejor de ella, no ha vuelto a dar señales de vida desde que, hace ya casi tres años, la dejara en una residencia de la capital, tras fracasar el negocio que había abierto. “No he sabido nada de ella, pero, la verdad, tampoco tengo ganas de saberlo, ha sido una decepción muy grande”, admite la anciana. Sin embargo, no puede dejar de defender a su hija en cierto modo: “Estoy convencida de que se dejó influenciar por una amiga”. “Tengo un dolor muy grande porque ella era mi locura y siempre fue muy buena conmigo. Dios y los santos, a los que me agarro para salir adelante, saben que hice por ella y por el resto de mis hijos todo lo que pude”, añade.

Reconoce que en todo este tiempo se ha dado cuenta de que no debió aceptar tan ciegamente la propuesta de su hija, porque “eso ha destrozado a la familia”. Y es que, mientras Blanca estuvo en Tenerife, su hijo Pepe, de 58 años, con una discapacidad del 65%, mantuvo la estabilidad. Pagaba el alquiler, estaba aseado y comía a su hora, ya que, su madre, a pesar de su avanzada edad, salía de la residencia a visitar a su hijo, dos o tres veces por semana, y estaba pendiente de él.

Con la marcha de doña Blanca, comenzaron los problemas para Pepe, quien, finalmente, y tras denunciar su caso DIARIO DE AVISOS, pudo acceder a una residencia, plaza que tramitó con rapidez el Ayuntamiento de Santa Cruz. Pepe tenía una orden de desahucio por el impago del alquiler. Ahora está empezando de nuevo en el Hogar Santa Rita, donde tiene una atención médica continuada que le permite seguir a rajatabla su medicación y cuidados personales. Doña Blanca, quizá porque la culpa le pesa, insiste en que “los quiero con toda mi alma”, en referencia a todos sus hijos, los cuatro que tuvo, uno de ellos ya fallecido. Reflexiona sobre lo vivido para concluir que el abandono de su hija “ha sido un palo muy grande que estoy pagando con esta amargura”.

José Martín o Pepe, como lo conoce todo el mundo, ha iniciado una nueva vida en el Puerto de la Cruz. DA
José Martín o Pepe, como lo conoce todo el mundo, ha iniciado una nueva vida en el Puerto de la Cruz. DA

Mientras llega el momento de volver a la Isla, Blanca quiere agradecer al personal del centro en el que ahora se aloja, la Residencia Gran Madrid, dependiente de la Comunidad, ubicado en Carabanchel, la atención y la ayuda que le están prestando. Agradece especialmente el apoyo que le ofrece David, uno de los trabajadores de la residencia, al que públicamente quiere darle las gracias. “Le quiero como si fuera un hijo, se ha portado conmigo muy bien y me ha ayudado con todo. Por favor, ponlo en el periódico”, insiste.

Una larga espera

La situación de doña Blanca es una muestra de la vulnerabilidad que sufren las personas de edad avanzada y que, en esta ocasión, ha necesitado de la coordinación entre distintas administraciones públicas. El Cabildo lleva trabajando meses para traer a Blanca hasta Tenerife, algo que es posible gracias a que la anciana tiene reconocida la dependencia, con lo que el traslado entre comunidades es mucho más sencillo.

DIARIO DE AVISOS se hizo eco de su situación en enero de este año y, desde entonces, se ha trabajado, indican desde el Cabildo, para mover todo el papeleo, así como con el fin de buscar una plaza en una residencia, lo que garantizará el traslado. La anciana estaba ya a punto de poder volver cuando se produjo el desahucio de su hijo en Barrio Nuevo y su entrada en una residencia. Esto hizo que se frenara el proceso para valorar si era mejor para ambos que compartieran residencia. Ante la respuesta positiva de doña Blanca, se retomó la tramitación y ahora se trabaja para gestionar esa plaza en el Puerto de la Cruz.

El día que le comunicaron a Blanca que se podía ir a vivir a la misma residencia que su hijo, este la llamó. “Cuando se lo dije se puso muy contento, casi acabamos los dos llorando”, confesó la anciana. Reconoce que tiene muchas ganas de volver e incluso bromea con irse en guagua “o autobús, como dicen aquí”, con su hijo Pepe desde el Puerto de la Cruz hasta Santa Cruz, para ver a sus conocidos y amigos, tanto en la Residencia de Mayores de Ofra como en el barrio de Salamanca, donde ambos han hecho gran parte de su vida.

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