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Annie Le Brun: “La falsa belleza aniquila cualquier rasgo de singularidad del ser humano”

La escritora Annie Le Brun plantea la necesidad de practicar la “disidencia” ante los que tratan de imponer su modelo, en las jornadas sobre surrealismo que se celebran en la ULL, con la colaboración de DIARIO DE AVISOS
Annie Le Brun, junto a la directora del encuentro y profesora de la ULL, Patricia Pareja. Fran Pallero
Annie Le Brun, junto a la directora del encuentro y profesora de la ULL, Patricia Pareja. Fran Pallero
Annie Le Brun, junto a la directora del encuentro y profesora de la ULL, Patricia Pareja. Fran Pallero

La escritura, ensayista y crítica francesa Annie Le Brun abrió ayer el encuentro internacional Surrealismo: La insumisión contra el estado de las cosas, que se celebrará hasta mañana en diversos espacios de la Universidad de La Laguna, de la mano de la ULL y la Fundación DIARIO DE AVISOS.

Le Brun, que participó en el movimiento surrealista desde 1963 hasta su disolución tras la muerte de André Breton, disertó sobre su libro Lo que no tiene precio (Ce qui n’a pas de prix), que ha sido traducido al castellano por la profesora de la Universidad del País Vasco Lydia Vázquez, amiga de la ponente, y en el que continúa muy vivo su espíritu surrealista de “cuestionamiento del mundo” y la “insumisión” a los poderes y el “estado de las cosas”.

En su conferencia planteó la necesidad de practicar la “disidencia” en la sociedad actual, reflexionó que en el siglo XXI, la mercantilización de todo ha llegado a tales extremos que abarca, incluso, espacios intangibles como el de la belleza, con una “falsa” idea “homogeneizada”, que ha servido para dominar la sociedad al “establecer rígidos cánones” de cómo deben ser los cuerpos, las ciudades e, incluso, el arte, que dejan al margen cualquier atisbo de “singularidad individual”. Reconoció que “el exceso de productos, información e imágenes condicionan nuestras vidas”.

Criticó la confabulación de “las finanzas”, el mercado del lujo y el mercado del arte, que unieron fuerzas para imponer su “modelo sobre la belleza”, proceso que comenzó en la neutralización para implantar una dominación sin réplica y, como, al mismo tiempo, la mercantilización echa mano de la belleza para imponer la “fealdad de la vanidad” y un “conglomerado estético sin sentido”.

Así, frente a una “belleza viva”, relacionada con la naturaleza y con la singularidad personal, la cual, “al igual que un relámpago, no se puede atrapar”, se opone una belleza “mercantilizada y estereotipada”, que pretende imponer un modelo de cómo vestir o comportarse.

Para Le Brun esa “belleza de aeropuerto” o “belleza de síntesis”, que se extiende por doquier y trata de “aniquilar cualquier rasgo de singularidad”, ha hecho del cuerpo humano su “principal víctima”, al imponerle un modelo estético “liso y plano” y convertirlo en el bastión de la “mercantilización”. Además del cuerpo de las modelos y las mujeres la escritora también se refirió al cuerpo de los deportistas, hecho para el “rendimiento” y con “la carrera hacia el récord” como figura de la “carrera hacia el beneficio” posterior.

Fue muy crítica con el modelo artístico actual, que sirve para imponer un “modelo de creación colosalista”, una “brutalidad del arte contemporáneo” que ya ha salido del museo para invadir el espacio público. Reflexionó que, de igual modo que las dictaduras comunistas tuvieron al “realismo socialista” como vehículo de sus principios, los poderosos de la actualidad han desarrollado lo que calificó como “realismo globalista”, con la diferencia de que el primero servía para difundir una ideología, mientras que el segundo impone las necesidades del mercado.

Los gobiernos neoliberales se encargaron de acuñar el lema ‘No hay alternativa’ para eliminar cualquier vestigio de disidencia. Sin embargo, para Le Brun es muy importante defender y reivindicar ciertos valores todavía relacionados íntimamente con las personas, “aquello que no tiene precio”. La escritora considera que todavía “es posible la resistencia”, abogando por la búsqueda de estéticas y experiencias “alternativas” al discurso oficial, porque, como dijo Eluard, “hay otros mundos, pero están en este”. “Aún nos queda tiempo para vivir el aquí y el ahora”, buscando algo más de lo que nos proponen y teniendo “pasión por la vida”. Posteriormente, Antonio Álvarez de la Rosa recordó la figura de su amiga, la escritora cubana Nivaria Tejera. Dando paso a la disertación de la catedrática Lydia Vázquez sobre Archibras, la revista surrealista, en los acontecimientos de mayo de 1968, cuyo número fue secuestrado y prohibido y sus autores detenidos. Seguidamente, la profesora Soraya Tlatli (Universidad de Berkeley) habló sobre el surrealismo y el ser en común hipnótico, una tentativa de comprender la psicología, el inconsciente, y las ambiguas relaciones con el psicoanálisis. Siguió la jornada con las experiencias y trabajos del Grupo de surrealismo de Secundaria y finalizó la jornada con la agrupación de teatro de Filología, que realizó una performance sobre textos surrealistas de diversos autores.

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