puerto de la cruz

Un matrimonio lleva 23 años en un “infierno” por las humedades que se filtran en su vivienda

Un requerimiento judicial de septiembre de 2018 obliga a los propietarios del edificio Cruz Del Pino a abonar las cantidades acordadas para arreglar la azotea, pero nadie lo ha hecho; sus hijos se han tenido que ir a vivir con familiares porque sufren dermatitis y rinitis
Carmen González y Sebastián León aseguran estar viviendo en un “infierno” desde hace más de dos décadas por el estado en el que se encuentra su vivienda, ubicada en el edificio Cruz del Pino. DA

Llevan 23 años padeciendo humedades en su vivienda como consecuencia del agua que se filtra por la azotea, dividida en tres partes por los desagües. Más de dos décadas viviendo en un “infierno”, situado en la Avenida del Rosario Sotomayor, en la cuarta planta del edificio Cruz del Pino fase II, en el municipio del Puerto de la Cruz.

La situación ha repercutido en la salud de Carmen González y Sebastián León, a quien hace tres años le dio un infarto por el estrés acumulado. Ninguno de los dos puede trabajar, están con tratamiento psicológico, y toman medicación para conciliar el sueño, algo difícil de conseguir cuando llueve con fuerza por temor a que el agua se filtre y se pueda caer el techo.

Los informes del CAE de La Orotava indican, además, que Carmen debe hacer uso de analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares.

Su dos hijos se tuvieron que marchar a vivir con su abuelo, en Punta Brava, porque tienen problemas de dermatitis atópica y rinitis alérgica, según consta en los informes médicos, como consecuencia de vivir en una casa “inhabitable, en la que ambos “nos hemos enfermado”, dicen.

Denunciaron por primera vez la situación en 1996 ante el Ministerio de la Vivienda pero de poco sirvió, ya que “pusieron una especie de parche para escapar pero no fue suficiente porque el problema persiste”, asegura a este periódico Carmen.

Llevan años “batallando y batallando” contra las administraciones, que no toman cartas en el asunto, y sus vecinos, quienes les han hecho “un vacío” como consecuencia de un requerimiento judicial del Juzgado de Instrucción y Primera Instancia del Puerto de la Cruz aprobado en septiembre de 2018 que obliga a cada uno de los once propietarios del edificio a ingresar la cuantía correspondiente a la cuota de la comunidad, en una cuenta del banco Santander, para poder arreglar la azotea. El costo de la obra supera los 22.000 euros pero “aumentará si el problema se agrava y no se soluciona definitivamente”, sostiene Carmen.

La citada orden judicial establece que si los vecinos no cumplen lo ordenado la Justicia puede decretar el embargo de las cuotas para asumir la cantidad reclamada por la pareja. Pese a esta obligación, ninguno lo ha hecho hasta el momento.

Comunidad

La afectada asegura que tienen dos juicios ganados, uno de los cuales fue recurrido por la “supuesta presidenta de la asociación de vecinos ya que no hay una comunidad legalizada”. Como consecuencia del requerimiento, ésta debe constituirse para poder efectuar el arreglo.

En el último piso hay otra vivienda pero la pareja no sabe si se encuentra en el mismo estado que la suya porque “no puede pisar la azotea ya que “sus propios vecinos no les dan la llave para poder acceder”.

Ambos se quejan de los residentes de su portal. “No tienen dignidad, ven lo que estamos pasando, el estado en el que está la casa y no hacen nada, tienen odio y maldad”, subraya Carmen.

En este sentido, cuenta que “cinco años atrás instalaron el portero, enchufaron todos los timbres menos los de ellos no porque no pagan la comunidad, pese a que los recibos, según les trasladó su abogado de oficio, no tienen validez”.

Sanidad ha acudido dos veces a la vivienda y se “ha lavado las manos como Pilatos diciendo que no puede hacer nada” añade,
“No tenemos Navidad ni Reyes, ni siquiera nuestra familia puede venir a vernos. ¿A qué van a venir? ¿A coger humedad y a ver cucarachas?”, se lamenta por último su esposo.

Sebastián se preocupa porque “cuando llueve y se tupe el sumidero de la azotea, el bajante es una especie de piscina y toda esa agua entra en su casa”. Prueba de ello es que se ven los hierros de la construcción en el techo

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