santa cruz

Isidro Acosta: “Hay días en los que no veo ni hablo con nadie”

Acosta, que padece la enfermedad de los huesos de cristal, es uno de los beneficiarios del programa de Cruz Roja en La Salud ‘Final de vida y soledad’
Isidro Acosta ha acogido el programa con gran ilusión por lo que para él y su familia representa. Fran Pallero
Isidro Acosta ha acogido el programa con gran ilusión por lo que para él y su familia representa. Fran Pallero
Isidro Acosta ha acogido el programa con gran ilusión por lo que para él y su familia representa. Fran Pallero

A sus 67 años Isidro Acosta ha logrado desempeñarse en la vida con solvencia. Su empeño por salir adelante y el apoyo incondicional de su familia le han ayudado a superar los obstáculos que su enfermedad (osteogénesis imperfecta conocida como huesos de cristal), le ha ido colocando. Hasta hace un año, su situación era radicalmente distinta, contaba con la compañía y apoyo de su principal cuidadora, su madre. Su propia dependencia la obligó a ingresar en un centro de mayores e Isidro se quedó solo. Aunque se desenvuelve con su silla de ruedas en los límites de su casa, salir a la calle es una odisea y ha de hacerlo acompañado. Para ello recurre a su hermana, Piedad, que a sus 71 años, ha pasado a ser su cuidadora principal, aunque también ella se enfrenta a otra situación de dependencia en su propio domicilio que ha hecho que no pueda estar tan pendiente de él como quisiera. Sin embargo, lo peor de la situación de este vecino de La Salud es la soledad.

“Sin contar la persona que viene una hora, cuatro veces por semana, hay días en los que no veo ni hablo con nadie”, explica Isidro a DIARIO DE AVISOS. Esta situación la viven miles de personas mayores en Santa Cruz, tantas como 7.000 con más de 65 años. Poner freno a esta soledad no deseada es el principal objetivo que Cruz Roja Tenerife se ha marcado con la puesta en marcha del programa piloto denominado Final de vida y soledad.

Isidro es uno de los usuarios de este programa en el que los voluntarios son el pilar fundamental de su desarrollo. Ahí entra en juego Yulieski Fernández, la persona que desde hace unos días se está encargando, por ahora, una vez por semana, de acompañar a Isidro en sus salidas a la calle o pasar la tarde con él hablando o ayudándolo en lo que necesita. “El primer día que vino fuimos a ver a mi madre”, cuenta Isidro con una sonrisa, porque ver a su madre es otra de esas cosas que no puede hacer solo. “Nos subimos en el tranvía y fuimos a visitarla”, explica Yulieski.

Junto a ellos, en la conversación que mantienen con DIARIO DE AVISOS están Piedad, la hermana de Isidro, y Vanesa Medina, la coordinadora del proyecto. Ambas muestran su satisfacción por el resultado de un primer contacto entre usuario y voluntario que apunta ya unos beneficios claros. “Yo vivo cerca, pero mi situación familiar me impide ayudarlo tanto cómo querría”, comenta Piedad con ese sentimiento del cuidador que sufre por no dar todo el apoyo que querría. Es Piedad la que explica cómo ha evolucionado la situación de su hermano hasta el momento actual. “Mi madre se fue a un centro justo hace un año. Cuando estaban los dos se acompañaban mutuamente.

Al irse mi madre la ayuda a domicilio que ella tenía dejó de venir y eso supuso que mi hermano se viera afectado porque la que él tiene es menos tiempo”. “Ahora viene una chica una hora, cuatro veces a la semana; la dependencia solo le da para pagar eso”, añade. “Antes -continúa- estaba muy acompañado con mi madre todo el día y de un año para acá se nos ha descontrolado todo. Él no se queja, pero está muchas horas solo”.

La coordinadora del proyecto explica que desde Cruz Roja se busca fomentar el acompañamiento a personas con una enfermedad crónica que les impide o dificulta el desarrollo cotidiano. “Es un proyecto muy reciente en Tenerife. Aunque en el resto del Estado está en marcha desde 2016 de la mano de la La Caixa, aquí empezamos a desarrollarlo el año pasado y los primeros acompañamientos se iniciaron en diciembre pasado”.

Hasta el momento son 16 los usuarios y la cooperación de los voluntarios de Cruz Roja no solo se limita a los domicilios particulares. “Colaboramos con diversas entidades cuidadoras como el Hospital Febles Campos, la Residencia Concha Castro y también con el centro de salud del barrio (Salud-Salamanca) y con el Negociado de Mayores del IMAS. Son ellos los que detectan los casos susceptibles de incorporarse al programa”, explica la coordinadora. Precisamente, por la gran cantidad de entidades colaboradoras se ha elegido el ámbito de La Salud para el desarrollo de esta iniciativa, que, aseguran desde Cruz Roja, pretenden ir implantando en el resto del municipio. La visión comunitaria es fundamental, por eso la formación para este programa se ha impartido de forma gratuita a 21 vecinos de cinco barrios del entorno con el objetivo de implicarlos en el objetivo del acompañamiento.

Isidro cuenta que lo llamó Vanesa hace poco más de un mes para hablarle de este programa. “Me parece un sistema estupendo, y, aunque es pronto, por ahora me parece un sistema magnífico”. Por ahora, “hemos aprovechado para ir a ver a mi madre al Centro Sociosanitario Santa Cruz”, explica Isidro, para el que esas visitas son vitales. La soledad es parte su día a día, unas jornadas en las que de media puede pasar más de 12 horas solo. Desde el mediodía y hasta la noche estoy solo. Tengo el teléfono, el wasap, pero es cierto que hay días en los que no veo a nadie”. La llegada de Yulieski ha venido a mitigar parte de esa soledad. “Hablamos de todo, menos de fútbol, por ahora”, comenta sonriente Isidro, que se muestra ilusionado con el programa de acompañamiento.

Para Yulieski la experiencia está siendo igual de gratificante. “Me apunté a un curso de formación básico con Cruz Roja y ahí supe de este programa. Me puse en contacto con Vanesa y empecé la formación específica”, explica. Este cubano que llegó en noviembre a Tenerife detalla que “los ayudamos dándoles compañía y dirigiendo las actividades que hacen diariamente tanto en el hogar como fuera”. Su horario es abierto. “Nos ponemos de acuerdo con ellos, nos escribimos y decidimos lo que queremos hacer y concertamos si vamos a tener una o dos o tres horas”. La compañía aporta a ambos, dice el voluntario. “Soy nuevo en Tenerife, y uno se nutre del conocimiento de los usuarios, de la historia, y vamos haciendo una relación personal”, añade. Isidro aún no ha pensado qué va a hacer en la próxima visita de Yulieski, pero, “ya se nos ocurrirá algo”, dice sonriente.

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