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Pablo Sosa, músico tinerfeño en La Haya: “En Canarias no hay trabajo para nadie”

Cambió Tenerife por Madrid, Barcelona y, por último, La Haya. Lo cierto es que dejaría cualquier lugar del mundo por su gran pasión, la música antigua. Él mismo dice que si quieres vivir de ella tienes que "sentir experiencias y tienes que irte fuera"
Pablo Sosa en plena actuación. DA
Pablo Sosa en plena actuación. DA
Pablo Sosa en plena actuación. DA

El tinerfeño Pablo Sosa, de 28 años, escogió la flauta como compañera de un viaje histórico al que están invitados todos los canarios. Nos recibe en su céntrico piso en La Haya, una ciudad situada al oeste de Holanda que tiene poco más de 1.000.000 de habitantes. Desde allí, lamenta la dificultad que tienen los jóvenes tinerfeños para hacer carrera profesional en la Isla. “Esa es la triste realidad, si estudias música en Canarias tienes que saber que no hay trabajo para nadie”, confirma.

-El mundo de la música es muy extenso y, como en todos los ámbitos, tiene que gustarte mucho para desarrollarte profesionalmente en él.
“Con 18 años terminé el Grado Medio de Flauta en el Conservatorio de Tenerife. Después me fui a Madrid e hice la Carrera o Grado Superior de Flauta Moderna, que es equivalente a una Licenciatura. Pero me he especializado en interpretación histórica; es decir, con criterios históricos. Esto significa que toco los instrumentos para los cuales el compositor escribió la música. Por ejemplo, si toco una pieza del siglo XVIII, lo hago con una flauta de esa época. Pero no se trata solo del instrumento, ya que también sigo los criterios estéticos de ese momento: leo los libros, los tratados que escribían los músicos, me baso también en la cultura de aquel entonces… Todo eso lo aplico después a la interpretación”.

-Tenerife, Madrid, Barcelona… y terminas en La Haya.
“Sí. Fue un profesor que conocí en un curso en Sevilla el que me metió el ‘gusanillo’. Además, ya tenía algún amigo que estaba haciendo música histórica. El caso es que probé a dar unas clases en Barcelona y allí me enamoré del tema e hice un Máster. Cuando coincidí con ese profesor en Sevilla se lo dije: “Me quiero ir contigo a La Haya”. Él me comentó que tenía que hacer las pruebas y las hice. Después lo conseguí, me fui a estudiar otro Máster a Holanda, que lo terminé hace dos años”.

-¿Cómo se accede a trabajos relacionados con tu especialización?
“En la música antigua no hay oposiciones, como si las hay en la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Es decir, hacen audiciones, tú te presentas y si te cogen ya tienes plaza en la Orquesta. En la música antigua eso no existe. Tú eres freelance o autónomo y te llaman por proyectos. Yo, por ejemplo, tengo este mes una ópera con una orquesta en Ámsterdan y, el mes que viene, actúo con mi grupo en un festival en Francia. En agosto tengo otra actuación con otro grupo. Y es así, vas saltando de grupo en grupo. No tienes un trabajo fijo, sino que va por proyectos”.

-¿Qué pasa con la música antigua en Tenerife?
“En España ya es difícil porque no hay muchos grupos. No existe esa cultura, esa tradición de música antigua, como si la hay en el norte de Europa. Poco a poco se va desarrollando cada vez más. De hecho, en Tenerife tengo un grupo con el que estamos intentando acercar este tipo de música a Canarias, se ha creado una orquesta de música barroca y también una serie de festivales. El problema es que la gente allí no tiene la oportunidad de escuchar música antigua”.

-¿Volverías a Canarias si tuvieras la oportunidad de hacer lo que te gusta aquí?
“Ahora que he visto un poco el mundo, no: he estado en Australia, Bulgaria, Francia… Cuando te acostumbras a ese tipo de vida es difícil pensar en quedarte en un sitio fijo. En un futuro, cuando mis prioridades cambien, puede ser. A mi me encantaría dar clase en un conservatorio, pero no ahora. Lo que quiero es tocar, tocar y tocar”.

-¿Qué es lo bueno y lo malo de ser músico?
“Lo bueno es que viajas muchísimo y conoces otros lugares. Lo malo es que no tienes esa certeza económica, un sueldo todos los meses. Depende un poco de que te paguen a tiempo, no te pongas malo y por ello tengas que cancelar un trabajo o no lesionarte porque ese mes sabes que no te va a entrar el dinero. Es difícil de gestionar y además no hay oportunidades para todo el mundo. No se trata solo de que seas bueno. No es llegas y te dicen “eres bueno y tocas”. Más bien es un mundo de contactos y relaciones. Es muy importante que la gente hable bien de ti y te den la oportunidad”.

Trabajas como autónomo. ¿Qué diferencias existen en ese sentido con España?
“Las condiciones son muy diferentes a España. Yo no pago trimestralmente ni mensualmente nada. Tengo que hacer declaraciones trimestrales, pero pago en función de lo que gano. Si no gano, no pago. No tengo ninguna cuota. Pero tienes que tener cuidado, porque si el Estado ve que tú no eres rentable igual te cierran ‘la empresa’, digamos”.

-Pero a ti te esta saliendo bastante trabajo. ¿Verdad?
“Sí. De momento no me puedo quejar. Además se compagina el tocar en orquestas con la música de cámara (tocar con grupos pequeños de cuatro, cinco o seis personas). En el grupo que tengo en Tenerife somos todos canarios, pero nos conocimos aquí en Holanda, solemos viajar y nos sale trabajo. Después estoy en algunos más con los que hemos ganado una serie de concursos”.

-¿Cómo es tu día a día en La Haya?
“Al principio estuve compartiendo piso con dos muy buenos amigos de Tenerife, pero ahora vivo solo. Tengo un estudio para mí en el centro de la ciudad. Yo ya me había acostumbrado al cambio por Madrid, pero esto no es tan diferente. El idioma es importante, por supuesto. Aquí todo se hace en inglés: los estudios, trabajos… Eso me llamó la atención. Y también que hay gente de todo el mundo. El Departamento de Música Antigua es de los más importantes y por eso me vine. Los profesores son muy buenos y tienen mucha fama. La Haya es chiquita y su comida deja mucho que desear porque no tienen mucha cultura gastronómica. Yo creo que ellos son muy eficientes y a la hora de comer se toman un sanwich, una sopa y listo. Luego cenan a las 18:00 horas y con eso tiran. Por otro lado, el invierno es muy duro. Se pone el sol muy temprano, hace mucho frío y viento”.

-Allí te preguntarán por Tenerife, por nuestras costumbres…
“Pues sí, claro. Siempre que les digo que soy de Tenerife, flipan. Ellos piensan que Tenerife es un lugar tropical, la jungla (se ríe). Muchas veces hemos propuesto llevar a músicos de aquí porque hay mucho nivel y estoy seguro de que estarían encantados de ir para allá, solo por el simple hecho de que es Tenerife. Les caemos bien porque somos gente feliz, les gusta nuestra comida…”.

-¿Cómo te organizas en una sociedad tan eficiente?
“Un poco en función del trabajo que tenga. Todos los días tenemos que estudiar, que para nosotros es como tocar el instrumento, para mantener tu nivel. Entonces, compaginas el estudio técnico del instrumento para dominarlo y luego dedicas el tiempo a la música que tienes que tocar. Yo ahora estoy preparando una ópera. Entonces, me levanto, desayuno, estudio tres o cuatro horas y me voy a ensayar”.

-¿A qué dedicas tu tiempo libre?
“Juego el ping pong. Incluso me federé y ganamos algún torneo. Voy dos o tres días por semana y jugamos una competición aquí en La Haya y sitios cercanos. Hacer deporte me ayuda a desconectar”.

-¿Crees que los chicos que salen del Conservatorio de Tenerife tienen bastantes dificultades para desarrollarse profesionalmente aquí?
“Mira, esa la triste realidad. Si haces la carrera en Canarias tienes que saber que no hay trabajo para nadie. Hay una Orquesta Sinfónica que tiene a sus músicos, un conservatorio y escuelas de música que ya tienen a sus profesores. O sea, un músico que termina la Carrera en Tenerife está obligado a buscarse unos alumnos y si tiene suerte conseguirá organizar una escuelita. Muchos hacen un Máster de Educación y oposiciones para dar clase en un instituto. Y yo digo: “¿Para qué hiciste la carrera entonces?” Yo creo que la gente tiene que irse. El problema es que muchos se quedan por las circunstancias económicas o por desconocimiento. Por ejemplo, organizamos unos cursos de música antigua y los alumnos no tenían ni idea de lo que yo hacía. Sabían que existía y que era una salida profesional, pero no se oferta en Tenerife. Y si se ofertase, tampoco habría trabajo para ellos. Te tienes que ir como mínimo a la Península y si por mi fuese cuanto más lejos mejor”.

-¿Qué consejo le darías a los recién titulados o a todos aquellos jóvenes que quieren dedicarse a la música?
“Yo creo que no pierden nada yéndose fuera. Tienen que atreverse. De hecho, lo único que puedes hacer es ganar: experiencia, conocimientos… y conocerás a muchas personas. Que se empapen de otras culturas y así se desarrollarán como músicos. Si quieres estudiar música tienes que vivir experiencias y para eso te tienes que ir fuera. De todos modos, la situación en Tenerife está un poco mejor a cuando yo terminé. Ahora, por ejemplo, hay una Joven Orquesta de Canarias y los chicos tienen la oportunidad de hacer audiciones allí. Pero, claro, eso empezó hace dos años en la Isla y en Madrid está desde hace veinte. Vamos muy por detrás”.

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