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Vecinos de Garafía piden por carta al obispo que no traslade al párroco

Solicitan que el joven sacerdote Ruben Gallego no sea “desterrado” a León y resaltan su caracter “alegre y su humidad”; afirman por escrito: “Así es el cura que queremos”
Los vecinos del norte palmero le dicen al obispo Bernardo álvarez que Rubén, con su caracter afable y jovial, es el cura que quieren en sus parroquias. DA

El pueblo de Garafía se suma, como ya lo han hecho en días pasados cientos de vecinos del norte palmero, además de los alcaldes de Puntagorda, Tijarafe y Barlovento, Vicente Rodríguez, Marcos Lorenzo y Jacob Qadri, respectivamente, a lo que denominan “movimientos para impedir que Rubén Gallego sea desplazado de nuestros municipios”.

Pese a la carta, en un argumentario con evidente tono de súplica al obispo palmero Bernardo Álvarez, que ha recibido en redes sociales duras críticas por una actitud calificada de “prepotente”, alejada de la “humildad y la bondad cristiana”, los garafianos saben por experiencia que el obispo no es amigo de dar su brazo a torcer. Tanto es así, que cuando decidió trasladar a Rubén Gallego de Garafía a Barlovento en el año 2016, como “castigo” por lo que entendía como una sociabilización que trascendía de sus obligaciones como párroco, se negó a recibir a los entonces alcalde y teniente de alcalde de Garafía, Martín Taño y Yeray Rodríguez, en su despacho de la Diócesis Nivariense en Aguere. Hasta allí se desplazaron desde la isla de La Palma para volver con la sensación de haber sido ninguneados por la máxima autoridad eclesiástica de la provincia.

Justo en septiembre de 2016, la Villa de Garafía se reunió en una multitudinaria misa para despedir al que hasta ese momento, y desde octubre de 2014, había sido el cura del pueblo. Desde el Ayuntamiento de Garafía se recogieron firmas y se presentaron escritos ante Bernardo Álvarez, que “no surtieron en la decisión del mismo ningún tipo de efecto”, indica la carta de los mismos fieles. En esta nueva misiva al obispo enviada ahora se detalla que “la historia se repite, pero esta vez con el fiel objetivo de llevarlo lejos. Da la sensación de que incomoda el buen hacer”.

El cura que quieren

En la carta firmada por el pueblo se detalla que “hay un refrán que dice cría fama y échate a dormir, eso nos pasa a muchos, a Rubén Gallego también”. Explican en una detallada carta que el joven párroco “llegó a la Villa de Garafía en octubre de 2014, destacando por su cabeza cabizbaja. Con el tiempo descubrimos que eran muchas más sus peculiaridades. En silencio, fue metiéndose en el bolsillo a la Comunidad Cristiana de la Villa, casi inexistente a día de hoy, a los jóvenes del pueblo, que pasaron a formar parte de la Iglesia, porque en nuestro humilde entender, la Iglesia no es solo ir a misa. Y qué paradoja, como si fuera parte de un castigo o de algo personal contra su persona, casi sin argumento, se decide desplazar a Rubén al pueblo vecino de Barlovento, quedándose a cargo de tres iglesias de las nueve que tiene la Villa de Garafía: El Tablado, Roque Faro y Franceses. Y en contra de la voluntad de un pueblo entero, que se volcó para defender la permanencia de Rubén en el lugar donde él quería estar. Una vez establecido en Barlovento, y dada la cercanía de los municipios, la ausencia no resultó ser tan notable. Las visitas eran continuas, tanto a los más jóvenes como a los que no lo somos, seguía colaborando de forma activa en las actividades que se desarrollaban en la Villa, y más de una vez salvaba esas dificultades para encontrar quién hiciera algunos de los servicios religiosos demandados”.

En clara alusión a su carácter jocoso y divertido, y a su singular manera de animar los actos religiosos, los vecinos del pueblo aseguran que “sabemos que se ha equivocado. También sabemos que ha pedido perdón. Pero los que vivimos con él, compartimos, queremos y somos sus hermanos, también sabemos con el respeto que trabaja y ofrece. Humilde y cercano, da la tranquilidad a todos esos padres y madres de saber que sus hijos están con él. Hay muchas formas de ayudar al prójimo, a nosotros nos ayuda tendiendo una mano, ayudando a nuestros hijos a salir de conflictos, a protegerlos y escucharlos”.

Lo más revelador de esta carta es el reconocimiento de que “así es el cura que queremos”. Propone la carta “comenzar a reflexionar y valorar hacia dónde vamos” y defienden a Rubén indicando que “quizá haya más vocación y amor al Santísimo en estos actos, que en tantos otros alabados por la Comunidad Cristiana, quizá solo se trate de egos y envidias, grandes pecados que tocan a todas las puertas, en la casa de Dios también”.

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