Una ONG pidió a Telefónica España auxilio para restablecer las comunicaciones en Kosovo, el mismo día que acabó la guerra. Y mandaron a Juan José Flores Mederos, ingeniero de Telecomunicaciones, que llevaba en la compañía desde sus tiempos de becario. Una misión importante, porque las tropas norteamericanas, la OTAN, vamos, habían cortado las líneas telefónicas para eliminar las llamadas entre pueblos distintos, no las urbanas. Tácticas de guerra. Y allí llegó aquel joven teleco, con la misión de poner de acuerdo a todo el mundo, en un lugar que “olía a carne de barbacoa, mezclada con combustible; todavía puedo percibir esa sensación”. No era otro olor que el tufo que salía de las fosas comunes, cadáveres quemados en un conflicto bestial, que acabó con miles de vidas. Juan Flores es, desde 2006, director de Canarias de Telefónica. Nació en Gáldar (Gran Canaria) en 1968 y se hizo ingeniero con becas, después de que su abuela le regalara un pequeño trasmisor portátil. Pura vocación. Desde luego, almorzar en Los Limoneros es mucho más agradable que andar por aquel Kosovo, entre minas anti personas.
-Tuvo que ser una experiencia traumática. Y apasionante.
“Los militares de Kosovo creyeron que yo era un agente de la CIA. Tuve que convencerlos de que no, pero me costó, no creas. Las tropas de la OTAN habían hecho un buen trabajo, no destrozaron las líneas telefónicas, sino que las cortaron de manera que en su momento pudieran ser restablecidas”.
-¿Corriste peligro?
“Supongo que sí, sobre todo por las minas. Ellos utilizaban un sistema de barrido para hacerlas explotar, pero para mayor seguridad soltaban animales. Cuando alguno saltaba por los aires había fiesta: se los comían”.
-¿Qué fue lo más que te impresionó de aquella guerra?
“Pues que los niños jugaban a la guerra de mentira, en medio de una guerra de verdad. Los rostros de aquellos niños daban verdadera lástima. Yo llegué el último día del conflicto y viví sus consecuencias y la desolación era impresionante”.
-¿Cómo evitaban aquellas minas?
“Los militares llevaban un mapa, en el que estaban señalizadas. Pero no era seguro. Circulábamos en una tanqueta: una delante, la mía en el medio y otra detrás. Fue muy emocionante”.
-Bueno, y ahora cambiemos de tema. ¿Dónde tiene su sede Telefónica en Canarias?
(Me muestra su tarjeta de visita. Por una cara, la dirección de Santa Cruz de Tenerife. Por otra, la de Las Palmas de Gran Canaria. Y me dice: “Alierta, cuando venía a Canarias, decía que yo era más importante que él, que era el presidente, porque tenía dos despachos y él uno”. Por despachos que no quede).
-Yo soy un profano en esto de las comunicaciones, Juan. ¿Estamos en el mundo a través de satélites o de cables?
“No se usan satélites desde el año 1997. El cable ofrece muchísima más calidad. Ya vamos por el Pencan 8 y hay cuatro de estos cables en uso. Como si estuviéramos anclados en el mar a través de ellos. Hay dos con África Occidental, uno con Latinoamérica y otro con la Península”.
-¿Y en caso de mordida de tiburón, avería grave o algo así, qué pasa?
“Los tiburones ya no muerden los cables modernos, por el material del que están hechos. Hay dos factores principales de rotura, los derrumbamientos submarinos y los barcos. Los barcos son los peores enemigos del cable, en los puntos terminales, cerca de la costa; en el mar abierto, no, porque van pegados al lecho marino. Y no te preocupes, en caso de que un cable falle, automáticamente se buscan rutas a través de los otros. No hay peligro, vamos sobrados en eso”.
-¿Y son peligrosos para las personas, al llegar a tierra?
“Antes sí lo eran, por el voltaje. Eran 700 voltios que estaban ahí, cerca de las personas, aunque bien protegidos; pero siempre podían ocurrir accidentes. Ahora, cero, no generan corriente, ni peligro alguno”.
-Hablamos con máquinas, cuando llamamos a Telefónica; o mejor, a Movistar, que es su nombre comercial.
“Es inevitable, aunque cada vez se necesita menos contactar con la compañía. Hace diez años atendíamos 200.000 llamadas diarias al 1004; ahora sólo 40.000 y la inmensa mayoría proceden de personas que se sienten solas”.
-¿Es rentable Canarias para Telefónica?
“Tenemos más del 60% del mercado de las islas en telefonía móvil y el 70% en teléfonos fijos. Sí, sí es rentable”.
-Hombre, con esas cifras…
“Pero yo creo que es más fracaso de los otros que éxito nuestro. Sabemos que tenemos que practicar una política de cercanía con el cliente, a pesar de las máquinas, como tú dices. Y sobre todo, trabajar con humildad, a pesar de los éxitos”.
-No creérselo, en una palabra.
“Nuestro nivel somos nosotros mismos, lo digo siempre. La prepotencia, si existiera, hay que eliminarla. Es preciso atender al cliente y en ese sentido las encuestas sobre satisfacción de los usuarios son muy buenas”.
-¿Es justificado el miedo de la gente a los repetidores de telefonía móvil porque aseguran que produce cáncer?
“Es un disparate. Existe un desconocimiento absoluto de cómo funcionan los campos electromagnéticos. Es como si ahora nos pusiéramos a quemar a las brujas. A la gente la tecnología le parece magia. Protestaban, en una localidad de Gran Canaria, porque una central estaba produciendo enfermedades a las personas y la asociaban a males terribles. Y resulta que la central estaba apagada, nunca funcionó”.
-¿Queda algo analógico?
“¡Qué va, nada de nada!
-¿Y la fibra óptica? ¿Por qué llegó tan tarde?
“Todo lo contrario. Somos una autonomía de las pioneras en su instalación. Todos los pueblos de Canarias cuentan con fibra óptica. Puede que en algunas zonas puntuales no hayamos llegado, pero son muy pocos esos lugares. España no tiene que envidiar a los más avanzados países del mundo en materia de comunicaciones. Tenemos más y mejor fibra óptica que Francia, por poner un ejemplo”.
-¿Canarias está a la altura en consumo tecnológico?
“Superamos a la media de España. El canario es un buen consumidor de tecnología. La media de teléfonos móviles es quizá la más alta de España, por hablar sólo de telefonía”.
–¿Cuántos empleos genera Telefónica en las islas?
“Hasta el lunes pasado” (hace menos de siete días) “manteníamos 562 empleos directos y alrededor de 1.200 indirectos”.
-Al margen del negocio, ¿en qué se gastan el dinero?
“Hacemos una labor social importante, mantenemos el patrimonio, formamos a los niños en nuevas tecnologías. Existen muchas iniciativas que no se conocen porque lo importante es llevarlas a cabo y que puedan recogerse sus frutos”.
-Juan, voy a volver con las máquinas que resuelven los problemas de los usuarios. Los jóvenes las saben utilizar, pero los mayores, menos.
“Es verdad que tenemos mucho que mejorar. Y efectivamente, esas conversaciones a través de máquinas son buenas para la juventud, que hacen un uso perfecto de ellas. A la gente mayor le cuesta más y la tendencia es mejorarlas para que no le afecte tanto. Pero las personas más jóvenes están encantadas”.
-Ustedes prestan un servicio público impagable.
“Estamos para ayudar a la sociedad. La tecnología convierte a las personas en mejores seres humanos. Y es absolutamente preciso hacer un buen uso de esa tecnología”.
(Seguimos hablando de los tiempos de Kosovo. Veo fotos de Juan Flores en la tanqueta, circulando por carreteras minadas, rodeado de militares armados hasta los dientes. Era un pibe. Su trabajo en la dirección de Canarias supera con creces la década. Ha sido testigo del despegue vertiginoso de su compañía en las islas y, en cierto modo, artífice de ese desarrollo. Puede que quede algo de aquel niño que se hizo ingeniero de Telecomunicaciones porque le apasionó lo que podía conseguir con un trasmisor de juguete que ya dije que le regaló su abuela. Respira humanidad. Y yo que pensaba que hablábamos con el mundo por satélite; y no. Por cable submarino. A veces lo más moderno, como la era espacial, parece que no es tan eficaz. En todo caso, en Canarias estamos en buenas manos a la hora de romper fronteras con la voz, con la imagen, con el sonido, con las tecnologías en materia de comunicación. Damos cuenta de un buen menú y de un buen vino en Los Limoneros, como siempre).