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López Aguilar “Hace tiempo que respiro el hartazgo por CC; su desplome tardaba en llegar, pero por fin lo ha hecho”

Tras dedicar la primera entrega de esta entrevista con Juan Fernando López Aguilar (Las Palmas de Gran Canaria, 1961) al proceso del bréxit en su totalidad, la segunda parte del encuentro con este exministro de Justicia y eurodiputado socialista permite dar un repaso a la situación política actual, tanto en Canarias como en el conjunto del Estado español y las previsiones de la crisis que asoma ya por el horizonte
Juan Fernando López Aguilar durante su entrevista en DIARIO DE AVISOS| SERGIO MÉNDEZ
Juan Fernando López Aguilar durante su entrevista en DIARIO DE AVISOS| SERGIO MÉNDEZ
Juan Fernando López Aguilar durante su entrevista en DIARIO DE AVISOS| SERGIO MÉNDEZ

Tras dedicar la primera entrega de esta entrevista con Juan Fernando López Aguilar (Las Palmas de Gran Canaria, 1961) al proceso del bréxit en su totalidad, la segunda parte del encuentro con este exministro de Justicia y eurodiputado socialista permite dar un repaso a la situación política actual, tanto en Canarias como en el conjunto del Estado español y las previsiones de la crisis que asoma ya por el horizonte. Como es habitual en este político canario, responde con la solidez y firmeza en sus opiniones que le otorga su excelente preparación y la amplia experiencia de servicio público que atesora un europeísta y socialista convencido.

-Ya estamos advertidos sobre los nubarrores que presiden las previsiones económicas internacionales más cercanas. ¿Está de acuerdo con quienes comparan los efectos de un bréxit duro con los de la quiebra de Lehman Brothers?
“La Unión Europea atravesó la peor crisis de su historia a partir de 2009 con la gran recesión y se nos dijo que la causa de las causas era financiera en su origen. No era verdad, dijimos muchos, una crisis de esa envergadura siempre es política. Ahora es más evidente todavía, porque no hay componentes endógenos de naturaleza financiera y económica que expliquen la posibilidad de una nueva recesión. El origen es político, y tiene que ver con el giro de la administración Trump, que ha desatado una vorágine de inseguridad casi delirante”.

-¿En qué sentido?
“La guerra comercial con China, los aranceles tienen consecuencias fatídicas sobre la dimensión eminentemente exportadora del peso pesado número uno de la economía europea y, en particular, de la zona euro, que es Alemania. La perspectiva de una recesión en Alemania es puramente política, tiene que ver con esta guerra comercial y con el perjuicio que causa a las exportaciones alemanas. En la medida en que Alemania desfallece o flaquea, se produce un derrumbamiento de su demanda interna que perjudica al conjunto de la zona euro, y tiene consecuencias negativas sobre las perspectivas de crecimiento de las economías de la zona euro, incluida España. Por tanto, en esta ocasión el componente político de esta crisis es muy superior a aquella de la que traemos todavía secuelas y que arrancó en 2009.

-¿Qué hemos aprendido desde entonces? ¿Estamos mejor preparados para soportar en lo posible una nueva crisis?
“Ahora estamos mejor preparados. Se han adoptado medidas para coordinar las políticas presupuestarias de la Unión Europea, en particular de ordenación del sector bancario, con un marco regulatorio que antes no existía, con un fondo de resolución de garantía de depósitos europeos que da un margen de seguridad que acotaría el impacto de una nueva fase de recesión o de deterioro de las perspectivas de crecimiento”.

-¿Qué puede suponer para la UE actual una crisis como la de hace un decenio?
“Está claro que perjudica el relanzamiento de la Europa social y de todo aquello en lo que yo creo, que es la reparación de los daños y los estragos causada por la gran recesión y por su pésimo manejo, la redistribución de la riqueza, políticas fiscales expansivas cuyo principal cómplice en estos momentos es el Banco Central Europeo manteniendo bajo mínimos los tipos de interés y con una batería de estímulos que está dispuesto de nuevo a activar y a poner en marcha para intentar relanzar la economía europea. Hay un conjunto de garantías mejores que hace diez años, pero la perspectiva sigue siendo preocupante, aunque ahora es más clara que nunca la componente política. Del mismo modo que es política la crisis causada en la Unión Europea por el bréxit. Son los dos grandes factores concausales, que explican la situación actual y sus incertidumbres. La guerra comercial y el bréxit”.

-Sin embargo, España atraviesa su crisis política particular, dado que estamos ante unas inminentes elecciones que serían las cuartas que se celebran en los últimos cuatro años, a pesar del claro mandato de las urnas para que se conformara un gobierno de carácter progresista. ¿Entiende que se perciba como una decepción desde la ciudadanía?
“Para entender lo que pasa todos los vasos son comunicantes. Es la enorme crisis que arrancó en 2009 la que redefinió el paisaje político de las democracias europeas, y particularmente de aquellas que quedaron más expuestas a la saña de la austeridad recesiva que dominó durante años, exasperando las desigualdades y provocando insurgencias políticas y sociales cuasi insurreccionales como las que se vivieron en España con el 15-M. De esos polvos han venido los lodos del nuevo arco parlamentario, de dificilísimo manejo, de la decretada caducidad del bipartidismo y, por tanto, de las legislaturas inciertas que nos hemos enfrentado en los últimos tres años”.

-Pero esa diversidad que se registra en las Cortes españolas actuales no es una novedad en otros países de nuestro entorno.
“Es cierto que hay otros parlamentos que están fragmentados y describen un pluralismo muy intenso y de difícil manejo, pero España tiene peculiaridades claras que conviene enfocar”.

-¿Por ejemplo?
“España es un Parlamento bicameral en el que el Senado describe una lógica electoral y una composición marcadamente distinta a la del Congreso, donde existen dos ejes de confrontación: uno ideológico y otro identitario. Esa es una situación única [hace especial énfasis] en el panorama europeo. Lo subrayo siempre en mis análisis en Europa. No existe otro país en Europa donde se da tal confrontación política en el Congreso, porque los hay que los padecen en el Senado, que es la segunda cámara. Y lo que pasa en nuestro Congreso es que hay una confrontación ideológica descoyuntada por lo identitario”.

-¿Eso explica, a su juicio, que en España no se haya producido un acuerdo de Gobierno como el de Portugal?
“En Portugal también hay un mayoría de izquierdas, liderada en ese caso por el socialista Antonio Costa, pero no hay ni un solo partido que se diga de izquierdas radical y pretenda imponer al Gobierno ni a su presidente ninguna condición identitaria o territorial. Nada parecido a un referéndum de autodeterminación o a una secesión unilateral… No hay nada parecido a eso salvo en España. Y en el origen de ese problema está la desconfianza, que todavía no ha sido capaz de erradicarse en esta fase y que ha gravitado en las conversaciones entre el Partido Socialista y Podemos. Estoy convencido de que este es un factor que subyace, un sustrato de la desconfianza. Y sin unos cimientos de confianza sólidos no es posible activar una forma de coalición con garantías de éxito para emprender el cambio de rumbo y la política de reformas que está en el ADN del proyecto del Partido Socialista en 2019 y, particularmente, en el Gobierno que preside Pedro Sánchez. Hacen falta políticas, hace falta un escenario de cuatro años, hace falta la aceptación de un liderazgo cierto. Y las conversaciones mantenidas con Podemos no ha despejado las dudas sobre la viabilidad de estas premisas que son irrenunciables para el PSOE. Creo que esta situación la deploramos todos los progresistas, y nos gustaría que no fuera esta, pero lamentablemente, a estas alturas, es esta”.

-¿Le sorprendió el desplome sufrido por CC en las recientes elecciones?
“No. No me sorprende porque hace tiempo que respiro el hartazgo que no solamente he intuido sino que he sabido mayoritario en la sociedad canaria, y que necesitaba una forma de expresarse. Y que ha conseguido expresarse al fin con la entrada en vigor de un nuevo Estatuto de Autonomía y un nuevo sistema electoral que ha redefinido el arco parlamentario canario. Cuando yo gané las elecciones solo había tres fuerzas parlamentarias relevantes, y era el famoso juego de tres actores y dos sillas, que condenaban incluso al ganador con contundencia. Dado el sistema electoral entonces vigente, era imposible sumar la mayoría absoluta con los otros dos. En cambio ahora hay siete actores. Siete grupos en el Parlamento de Canarias. Un pluralismo mayor que ha permitido una aritmética que ha permitido la alternancia en el Gobierno de Canarias y que, una vez conseguida, debía caer por su propio peso, como un dominó, cada una del resto de las piezas. Los cabildos y los ayuntamientos que se resistían a la alternancia también han cambiado porque al fin han sintonizado las mayorías que podían hacerlo posible. Canarias llevaba demasiado tiempo esa situación, y el hartazgo por Coalición Canaria simplemente ha terminado cuajando en las instituciones. Lo celebro, pero hubiera sido necesario que hubiera llegado antes. Tardaba en llegar, pero por fin lo ha hecho. El desplome de Coalición Canaria es más que merecido”.

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