Explicar el mecanismo de la ONU lleva muchas menos líneas que repasar la biografía de Inocencio Arias Llamas, un libro abierto. El afamado diplomático ha impartido la conferencia inaugural del curso académico de los dentistas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
-¿Cuáles han sido sus mayores dolores de muela en el ejercicio de la diplomacia?
“Citaré dos. Uno, cuando la guerra de Irak. España no intervino, pero apoyó políticamente a Estados Unidos. Y eso fue muy impopular. Yo era embajador en la ONU, donde se cocinaba si era legal o no, y tuve que defender la intervención. No se pusieron de acuerdo. Independientemente de que fuera legal, semilegal o ilegal, cuando hay una opinión pública como la española, que estaba en contra, es incómodo. El otro fue un rato amargo en Portugal cuando la revolución de los claveles [el levantamiento militar del 25 de abril de 1974, que provocó la caída de la dictadura salazarista, vigente desde 1926]. Yo estaba en Portugal destinado y en esas fechas, el año siguiente a la revolución, en España hubo un juicio en el que a unas personas acusadas de terroristas y después de un juicio demasiado sumarísimo, con escasas garantías, se las condenó a muerte y se ejecutaron a cuatro o cinco de los ocho, nueve o diez. El ambiente estaba muy caliente. Hubo una manifestación a la puerta de la Embajada, el embajador tuvo que abandonar la residencia por temor a que la invadieran y decidimos que tenía que marcharse, porque las autoridades portuguesas no lo protegían. Yo le ofrecí mi casa y el embajador, a las nueve y media de la noche, se vino en un taxi. Cuando se produjo el asalto, rompieron un montón de cosas, robaron, destrozaron cuadros del Museo del Prado, cómodas del siglo XVIII de un enorme valor. Unos chavales nos fotografiaron a la salida y temíamos que lo hubieran seguido para cogernos de rehenes. Eso duró cuatro o cinco días. Nos evacuó el Gobierno. Nos trajo a España y volvimos al mes. Portugal es un país muy hospitalario, muy amable… Yo lo pasé muy bien, pero esos días de tensión fueron un trauma”.
-Políticamente, ¿en qué se diferencia Portugal de España?
“Una de las diferencias es que allí no hay partidos separatistas, que, aparte de crear problemas de inestabilidad y a la economía de todas las zonas de España, logran dividir a los constitucionalistas. Pedro Sánchez quiere una Cataluña dentro de España, pero, de vez en cuando, como los necesita para mantenerse en el poder, les hace unas concesiones y tiene una actitud un tanto ambigua. Felipe González esto no lo haría. Ni Alfonso Guerra. Y luego hay otra diferencia: el Partido Socialista de Portugal puede gobernar, sin exigencias maximalistas, de la otra fracción de la izquierda que lo ha apoyado. En España, el partido de izquierda que podía haber apoyado a Sánchez le hacía peticiones totalmente descabelladas. Pretendía cuatro ministerios, una vicepresidencia, la televisión, los servicios de inteligencia… En Portugal quieren que el programa del Partido Socialista no se desvíe mucho de lo que ha prometido a la otra izquierda”.
-Se parecen en que António Costa llegó a través de una moción de censura. Sin embargo, el centroderecha lo ha salvado de la quema. Estuvo a punto de caer…
“¡Correcto! Otra diferencia es que Costa no se apoya en partidos que son herederos de ETA o en separatistas que no es que querían romper España hace veinte años o dentro de treinta años, sino esta tarde. Hasta ahora, Sánchez no ha vacilado. Al hilo de esto, la tercera diferencia es que, aquí, la derecha está demonizada por la izquierda, como si fuera una cosa apestosa”.
-¿Es creíble la apelación de Sánchez a España en esta precampaña electoral?
“Es creíble porque imagina que va a ganar más votos. Si no, yo no me lo creería en absoluto. Cuando presentó su programa electoral no hablaba claro de Cataluña y el anterior, cuando perdió las elecciones, tenía 48.000 palabras y le dedicaba a Cataluña cinco, a una zona de España que se quiere separar del sitio en el que ha vivido durante más de quinientos años. Me parece que es un político con pocos escrúpulos. Comprendo que intente dar a Cataluña una solución que no sea la que yo querría. Ahora, que el aspirante a presidente del Gobierno español que era entonces al problema más acuciante, más candente, más desgarrador, más doloroso que tiene España, tan solo le dedique 5 de 48.000 palabras es clamoroso. ¡Pero, hombre! ¿Me está usted tomando el pelo? Tiene que definirse o, al menos, semidefinirse. He visto pocas cosas tan bochornosas en el tiempo que estoy siguiendo la política”.
-¿El PSC hace funambulismo sobre el alambre de la ambigüedad calculada?
“Claro, totalmente. Pero ellos tienen la excusa de que no pretenden gobernar España. En cambio, Pedro Sánchez era el aspirante a sustituir a Mariano Rajoy. A mí, que hable de que va a subir los impuestos o de hacer regalos con dinero público no me gusta, pero no me irrita, no me hiere. Eso no me saca de quicio, sinceramente”.
-¿La sentencia sobre el proceso secesionista en Cataluña condena al desencanto? El desacato era previsible…
“No me gusta opinar sobre sentencias judiciales y tampoco comprendo que se echen a la calle para protestar por esto. Hay una separación de poderes. Estos señores intentaron dar un golpe de Estado y la justicia les ha aplicado unas penas. Altas o bajas. Desde luego, mucho más bajas que las impuestas a los del 23F [febrero de 1981]”.
-¿Qué solución sería conveniente para que fuera convincente en estas circunstancias?
“Que se aplique la ley”.
-¿El diálogo está endiablado?
“Si yo fuese presidente del Gobierno, dialogaría absolutamente sobre todo lo que me dijeran con una condición: no me plantee discutir sobre la separación de Cataluña de España. No lo puedo aceptar ni jurídicamente, porque no está en la Constitución, ni ideológicamente. Por lo demás, lo que quieran: carreteras, competencias…”.
-¿El Gobierno ha sido franco con la memoria histórica?
“Este Gobierno ha sido tendencioso con la memoria histórica. No se acuerda de ninguna fechoría de la izquierda en la guerra civil y en los años previos, y se acuerda de todas, unas reales, otras tergiversadas, otras exageradas y otras incorrectas, de las cometidas por los franquistas. Eso es una forma de enfocar la historia que llega a la manipulación. No nos pueden ocultar lo que ocurrió en Paracuellos de Jarama [ejecuciones masivas durante la batalla de Madrid]. Por supuesto que se puede hablar de las Trece Rosas, esas chicas que precipitadamente y presumo que injustamente fueron fusiladas, pero no puedes ocultar que los republicanos mataron a 7.800 religiosos. Hay un intento, consciente o inconsciente, de hacer olvidar todo lo malo que hicieron los republicanos”.
-¿Quién se acuerda de lo que sucedió en octubre de 1934?
“Dentro de poco voy a publicar un libro y hay un capítulo en el que digo que, antes del golpe de Estado de Franco, del 36, la izquierda había intentado algo similar en el 34. ¡Es verdad! Hubo un golpe de Estado en el 34 y otro en el 36 y uno salió mal. Y estaba involucrado el Partido Socialista. Una parte”.
[En julio de 1933, Largo Caballero, ministro en un Gobierno de coalición presidido por Manuel Azaña, anunció que el objetivo de su partido era la conquista del poder. En septiembre, cuando Lerroux formó un Ejecutivo de concentración sin los socialistas, el comité nacional del PSOE discutió la posibilidad de armarse y, en enero de 1934, tras la derrota de las izquierdas en las elecciones de noviembre, la ejecutiva decidió preparar un movimiento revolucionario. El sindicato hermano, la UGT, declaró una huelga general en la medianoche del 4 al 5 de octubre, que duró ocho días. Indalecio Prieto reconoció que aquello había sido un error]
-A la insurrección del 34 la llaman revolución…
“Fue un hecho traumático para España. ¡A ver cuántas películas se han hecho sobre eso y cuántas sobre el 36! Insisto: en 1934 hubo un golpe de Estado que fue abortado”.
-¡Menuda polvareda se ha levantado con la exhumación!
“El Gobierno ha empeñado su palabra. Hay una parte de indignación, por lo de que aún tenga un monumento, que encuentro razonable. Pero, de otro lado, hay mucha propaganda”.
-¿El tablero de la política española es un juego de ouija?
“A los muertos los invoca más la izquierda. En los últimos veinte años, la derecha no hablaba de la gente que murió en la guerra civil. El libro que voy a publicar incluye un capítulo sobre la superioridad moral de la izquierda, que para mí es inexistente. Cuando, en un coloquio, alguien me pregunte si no creo que en tal sitio los franquistas mataron a tantos, responderé que claro que sí, pero también recordaré lo de Paracuellos de Jarama. Hasta un pariente mío fue torturado y asesinado. No sabía que existía, me he enterado hace poco”.
-¿Vox qué es de extrema derecha, de extrema izquierda, de centro, de lado, de frente o qué?
“Vox es un partido claramente de derechas que hasta ahora no ha proferido ningún berrido antidemocrático. La pregunta que formulo es por qué Vox es apestoso, antidemocrático y escasamente respetuoso con la Constitución y Podemos huele bien, es democrático y respetuoso con la Constitución. Yo me meso los cabellos y no encuentro la diferencia. Me paseo a solas por el monte y digo: ‘¡Señor mío, ilumíname! ¿Por qué Vox es apestoso y antidemocrático y Podemos es oloroso y democrático?”. No lo acabo de ver”.
-¿Lo del brexit es una jaqueca o algo peor?
“Es un dolor de cabeza. Aunque a ellos les va a hacer más pupa que a nosotros, a nosotros nos va a hacer bastante pupa, ¡eh! En turismo, en exportaciones…Es un país muy poderoso económicamente. Hasta los servicios de inteligencia van a flaquear; la información no va a correr con la misma fluidez. Y esto, porque ha llegado al poder un señor [Boris Johnson] que miente casi más que Trump, en cosas más gordas. Es un manipulador. Lleva un mes en el que su única obsesión es presentarles a los británicos que la culpa es de la Unión Europea, no de él. Cualquier medio le vale para llegar a ese fin”.
-¿Y Trump?
“Donald Trump es un personaje inquietante, porque tiene unas salidas improvisadas y alarmantes en diversos temas, como negar el cambio climático. ¡Y la que está montando con China! Con frecuencia, él ladra más que muerde. En todo caso, nos está dando sustos continuamente. El tipo lanza tuits que son ofensivos para sus aliados”.
-¿En qué quedará el juicio político al que se enfrenta?
“Yo no estoy seguro de que eso vaya a llegar a buen puerto, a no ser que siga metiendo la pata de manera ostensible, no pequeña. Para echarlo, en España es una pasión, no es suficiente con que la Cámara de Representantes vote que se le impugne, y eso que la opinión pública ya está a favor en un 50%. La última palabra la tiene el Senado. Lo imputa, en términos judiciales, la Cámara baja, pero no decide. De cien senadores, hacen falta 67. Los republicanos tienen 53 y, si uno hace las cuentas, se necesitaría que 20 se cambien de chaqueta. Cuando lo de Clinton, 60 senadores votaron por impugnarlo. Siguió y le subió la popularidad”.
-En Ecuador, ¿la mano instigadora que está detrás de Correa es la de Maduro?
“Sin la menor duda. Al ver Nicolás Maduro que países que antes lo apoyaban o se callaban se unen a los que lo condenan, si puede los incordia. Calienta a unos cuantos líderes indígenas o Dios sabe lo que hace. El proceso venezolano es totalmente ruinoso para el país. Han salido cuatro millones y medio de personas. En relación a la población, como si de España hubieran salido siete millones y medio u ocho. Hay una violación diaria y sistemática de los derechos humanos.
-En Podemos están preocupados. Instan al Gobierno de España a “no mirar para otro lado” ante la “degradación del Estado de derecho” y reclaman la intervención de la Unión Europea…
[Indignado] “¡Es increíble!”. En Venezuela, no. ¡Asombroso!”.
-¿La ONU sirve para algo?
“Precisamente, un capítulo de mi libro se pregunta eso: ¿Sirven para algo las Naciones Unidas en el siglo XXI? Aún siguen sirviendo, pero muchísimo menos que para lo que fueron concebidas. Tiene un balance bueno en acciones humanitarias, de protección a la infancia, de promoción de la mujer, en defensa del medio ambiente… Pero muy mediocre en el tema para lo que fue creada: la preservación de la paz y de acortar una guerra si se produce”.
-¿Por qué?
“Porque los países que la integran se mueven por motivaciones egoístas”.
-En su condición de merengue, ¿con qué medicina se cura la indolencia de la que adolece el Real Madrid?
“Este año necesita dos medicinas: un goleador y velocidad en el centro del campo”.
-¿Qué es lo que le pasa a Florentino Pérez?
“No, nada. Está haciendo un proyecto muy interesante. Lo que ocurre es que el equipo técnico no acaba de percatarse de que con estos mimbres no se arrolla”.
-¿Acertó Zidane al aceptar el reto de volver tan pronto?
“Es un buen entrenador que esta temporada no está teniendo ninguna suerte”.