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Carmela Díaz: ”Lo más duro en la lucha con las termitas fue saber que había que actuar y no tener los recursos”

Hablamos con Carmela Díaz, concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Tacoronte
Carmela Díaz, concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Tacoronte
Carmela Díaz, concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Tacoronte
Carmela Díaz, concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Tacoronte. Sergio Méndez

Se ha ganado el apodo de ‘la concejal de las termitas’ pero ella prefiere que la llamen ‘la concejal verde’ porque lleva todas las áreas relacionadas con la sostenibilidad y el medio ambiente. Le ha tocado lidiar con el problema más grave que ha tenido Tacoronte e incluso la Isla en los últimos años, la plaga de termitas subterráneas Reticulitermes flavipes, una especie invasora prácticamente desconocida que le ha dado muchos quebraderos de cabeza. Carmela Díaz tiene 60 años, es bióloga, máster en agroecología, desarrollo rural y agroturismo aunque siempre se dedicó a la docencia, y una de las caras más desconocidas del equipo de gobierno de Tacoronte que preside Daniel Díaz. Además de todo eso fue entrenadora de baloncesto, deporte que practicó desde los 13 años y que le llevó a formar parte del equipo de primera división del Club de Baloncesto Asunción Krystal que en la temporada 1975-76 logró ascender a la máxima división nacional femenina. Confiesa que ya no va a los partidos, pero ve por televisión los de la selección femenina española “porque su juego es mucho más espectacular que el masculino”.

-¿Cómo llegó a la política?

“Por dos caminos que confluyeron. Tenía un compañero de trabajo que me comentó que había nacido un nuevo partido político y le pedí que le avisara cuando se reunieran porque quería saber cómo funcionaba, ya que coincidíamos mucho en la manera de pensar. Un día me llamó para que tuviéramos una reunión sobre educación ambiental, que es mi mundo, y fui. En esa reunión me encontré a personas como Fernando Sabaté que verbalizaban de forma espectacular todo lo que yo pensaba y para mí fue como un descubrimiento. De forma paralela, en la misma fecha surgió la polémica del puerto deportivo que se quería construir en Tacoronte, se formó Tacoronte se Mueve y se empezó a trabajar con un equipo de gente muy activa. En ese momento nació Sí se puede, aunque todavía no tenía nombre ni se consideraba un partido político, de hecho nos costó llamarnos así porque nos sentíamos más como un movimiento ciudadano que quería regenerar la política. Allí surgió la posibilidad de crear el comité de Tacoronte. En el segundo mandato que se presentó, iba de número 2 en la lista pero decidí irme a trabajar a La Palma hasta que volví”.

-¿Su vuelta a Tenerife fue una vuelta también a la política?

“Sí se puede tiene el ateneo Miraflores, un espacio de debate, y un día puse que me sumaran porque volvía a la Isla. Ahí me dijeron que iba a ir en las listas y no lo dudé porque siempre sentí la política como un compromiso con mi pueblo, mi gente y mis ideales y sigue siéndolo. Que mi experiencia y mi formación sirvieran para darle un servicio a la sociedad”.

– Nada más empezar en el Ayuntamiento tuvo que afrontar el problema de las termitas subterráneas. ¿Le cayó de sorpresa?

“Cuando se empezó a hablar del pacto y pese a que todavía no se había firmado, ya estaba pidiendo información porque desde el minuto cero ha sido una prioridad. No me cogió de sorpresa porque como área de Medio Ambiente correspondía asumir esa responsabilidad. Además, todas las personas que en ese momento y ahora trabajan en este tema son de mi entorno, desde los técnicos municipales hasta los del Cabildo y del Gobierno de Canarias. Para mí sigue siendo un compromiso en el que sigo trabajando de la única manera que se puede hacer, que es desde la cooperación”.

-¿Le costó mucho hacerle entender a las administraciones superiores que apoyaran al Ayuntamiento?

“El proceso fue lento porque no había administraciones superiores. Estábamos en proceso de formación de gobiernos. Los ayuntamientos son los primeros en constituirse y en ese proceso, cuando veíamos el problema y nos dábamos cuenta de que nosotros solos no podíamos gestionarlo, no teníamos un interlocutor claro. Tuve la gran suerte de conocer a la consejera insular de Medio Natural, Isabel García, apenas la nombraron y desde el primer momento le insistí para que se implicara. Pero también llegaba por primera vez al Cabildo de Tenerife y tuvo que ir conociendo el problema para poder tomar decisiones. Nuestro trabajo fue de ayuda y de facilitarle información para que pudiera saber lo que había”.

-Los políticos eran nuevos pero los técnicos no. ¿No cree que hasta último momento las administraciones no se terminaron de convencer que la Reticulitermes flavipes era un problema grave?

“Claro, de hecho hubo cambios de responsabilidad, personas que antes no llevaban este tema y después lo hicieron y tuvieron una visión más clara. El problema que hubo es que no se tomó conciencia que era mucho más que cualquier otra especie invasora y que el daño que produce es holístico, porque afecta a las viviendas, al patrimonio de las personas, muchas de las cuales no le pudieron hacer frente mientras las administraciones miraban para otro lado porque era un problema ‘de los vecinos’. Hubo que conseguir que se viera que iba más allá, que era más grave y que si se quería erradicar, había que hacerlo también en las viviendas”.

-¿Es cierto que el problema se ocultó porque había surgido en una urbanización de personas con mucho poder adquisitivo y temían que sus chalés perdiesen valor?

“Cuando escucho eso prefiero pensar que no había suficiente conciencia, que lo vieron como un problema en sus viviendas y no como lo que finalmente fue: que en Tenerife nos enfrentábamos a una especie exótica invasora que puede provocar enormes daños a nivel social, económico, personal y patrimonial. Si aquello ocurrió o no, no lo podemos saber, ni siquiera tenemos la certeza de cómo entró. Sabemos que uno de los propágulos más fáciles para que lo hagan son los palés”.

-¿Qué pasará cuando el hexaflumurón, el producto elegido para erradicar la plaga sea descatalogado en pocos años por la Unión Europea?

“Yo no soy técnico, pero digo lo que ellos me transmiten y es que el hexaflumurón como todos los productos biocidas o fitosanitarios, tienen que ser renovados cada cierto tiempo y al hexuflumurón le toca el año que viene. Pero hasta que no haya otro producto que lo sustituya se seguirá utilizando. Creo que se fue exquisito con la elección y la decisión no se tomó hasta que se tuvieron todos los informes que indicaron que es el producto menos tóxico y del que menos cantidad se tiene que utilizar para tratar, porque en seis meses erradica una colonia, mientras que otros tardan mucho más y por eso se decidió a nivel técnico utilizarlo. Tenía dos desventajas, la bioacumulación y la degradación propia del producto de manera natural, que era más lenta, pero se utiliza menos producto”.

-¿Qué fue lo más duro en la lucha contra las termitas?

“Los momentos de incertidumbre, en los que no sabía qué hacer, porque era consciente de que había que actuar y cómo hacerlo pero no tenía los recursos económicos. Nos habían transmitido que si queríamos erradicarla tenía que ser un tratamiento global, completo, y esa incertidumbre de querer hacer y no poder y no tener ni siquiera para poder empezar, fue terrible. Tienes una sensación de que quieres ayudar y hacer todo lo que puedas, y a la vez tienes otra de que no has parado de trabajar, no has hecho otra cosa que haber dedicado el 90% de tu tiempo a las termitas y al mismo tiempo de no haber hecho. Cuando ya el Cabildo cogió las riendas de actuar en todo el territorio y tomó la decisión sobre qué producto utilizar fue un enorme alivio”.

-¿Se va a recuperar la Ruta del Vino, una iniciativa en la que Tacoronte fue pionero?

“Hemos entrado en la Asociación de Pequeñas y Medianas Ciudades del Vino (Acevin) después de haberla abandonado hace algunos años. Según me transmiten los técnicos, no será muy fácil recuperarla y por eso se plantea desarrollar otras líneas de actuación en el marco de Acevin. Tenemos que empezar a movernos, ir a las reuniones que organiza y compartir experiencias y conocimientos con otras ciudades similares a Tacoronte y a partir de ahí, definir las líneas que nos interesen. Si se puede recuperar la Ruta del Vino, sería fantástico”.

-¿Reactivar el Mercadillo del Agricultor es un objetivo?

“Sí, estamos en ello. El año pasado se consiguió que el Gobierno de Canarias nos diera una subvención para poder cambiar todo el techo, que es de uralita, y el suelo. También estamos viendo la posibilidad de que la Feria de Ganado se potencie en este entorno. Eso sí, es de agricultores y agricultoras y por lo tanto, habrá que buscarle un nombre más inclusivo”.

-¿Cuándo se abrirá el parque Hoya Machado?

“El parque está abierto y no podemos hacerle un mantenimiento hasta que no salga el nuevo contrato de parques y jardines porque la ley de contratación no lo permite. Mientras tanto, se limpia con personal del Ayuntamiento, ya que se abrió pero sin contrato de mantenimiento. Mientras tanto, hay muchos aspectos que se estudian, si se inicia o no la segunda fase, si para ello es necesario cerrar el recinto o dejarlo abierto. Lo que sí está claro es que entrará dentro del proyecto de parques y jardines”.

-¿Hace falta todavía mucha conciencia medioambiental?

“Hace falta toda la conciencia medioambiental. Estamos en un proceso en el que las personas vemos el problema pero no entendemos cuál es nuestro papel. Hacemos una limpieza de playa y en el mismo lugar, organizamos una paella con platos de plástico. Tenemos que tomar conciencia de las tres C: la curiosidad, que te lleva al conocimiento, y cuando tienes éste puedes desarrollar la conciencia. Todavía faltan dar grandes pasos, solamente nos están despertando la curiosidad y hasta que tengamos la conciencia nos queda mucho camino”.

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