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Dos familias unidas desde hace 20 años por un mensaje en una botella

Patrick, un inglés afincado en Tenerife, tradujo la carta escrita por una niña canadiense hallada en una playa de Taganana en 2002. Aunque la pequeña murió, el docente conserva su amistad con los progenitores, a los que llevó mantas esperanceras la pasada Navidad
Los canarios visitaron el país norteamericano por primera vez el pasado mes de diciembre. DA
Los canarios visitaron el país norteamericano por primera vez el pasado mes de diciembre. DA

Dos mensajes en sendas botellas unidas por una cuerda fueron lanzados al mar en Canadá en 2001. Un año después, y tras recorrer kilómetros de distancia, las cartas arribaron a la playa de Tachero, en Taganana. Aunque por aquel entonces la noticia saltó a medios de comunicación de todo el mundo, casi dos décadas después, poco se conocía de los protagonistas de esta historia. Según ha podido saber DIARIO DE AVISOS, la familia Riggs, padres de los dos niños que escribieron los mensajes ‘embotellados’, y la de Patrick Dennis, el profesor que tradujo los textos y contactó con los remitentes, celebraron juntas las pasadas Navidades en Canadá. Hasta allá viajaron también, como obsequio, varias mantas esperanceras.

La relación entre las dos regiones comenzó con la llegada de las botellas, que incluían los mensajes de los hermanos Siobahne y Andrew John Riggs, que tenían por aquel entonces 5 y 8 años respectivamente. En la nota, los pequeños se presentaban, decían su edad, su dirección, dónde estudiaban y dejaban un teléfono de contacto para el receptor, al que invitaban a responderles. Así lo hizo Patrick Dennis, quien indagó hasta averiguar que el prefijo correspondía a Canadá.

La sorpresa para este profesor británico afincado en Tenerife llegó cuando la madre de los pequeños, Carolann Riggs, respondió a su llamada y le comunicó que Siohbane había muerto en un accidente hacía tan solo diez meses, cuando los mensajes aún viajaban por el Atlántico, una noticia que dejó atónito a Patrick.

La especial conexión entre los Riggs y los Dennis les hace “muy afortunados”, por eso, los canadienses viajan habitualmente a Tenerife. DA
La especial conexión entre los Riggs y los Dennis les hace “muy afortunados”, por eso, los canadienses viajan habitualmente a Tenerife. DA

17 años de amistad

Desde aquel entonces, “floreció una hermosa amistad” entre este tinerfeño de adopción y los Riggs, que intercambiaron correos electrónicos durante meses. La relación se vio fortalecida además con las diferentes visitas de los canadienses a la Isla. Y es que para la madre de Siohbane, Carolann Riggs, que aquella botella arribara a la costa de Tenerife simbolizó que “la luz de su hija había llegado al cielo”, según trasladó a Patrick.

El destino quiso que la remota playa de Tachero se convirtiera en un lugar con una fuerte carga emocional para la familia Riggs. Esta playa de arena negra y mar bravo, sinónimo de paz y recuerdo a la pequeña Siohbane, fue visitada por los canadienses por primera vez en 2004, y desde entonces, han vuelto a la Isla varias veces, la última, en 2017. “Querían conocer la Isla, así que les acompañé a zonas turísticas como el Puerto de La Cruz”, contó Patrick.

Las pasadas Navidades fue a la familia de Patrick a quienes les tocó emprender el viaje y conocer Canadá. Este docente de origen británico, que lleva más de 32 años afincado en Tenerife, cogió las maletas y junto a su pareja e hija partió rumbo a la fría aventura. La nieve fue lo que más sorprendió a los Dennis, que nada más aterrizar aprovecharon para jugar a lanzarse estas bolas heladas.

El tinerfeño adoptivo y su familia se convirtieron durante aquellos días en ciudadanos honorarios de Terranova, la provincia del país americano de donde son los Riggs. Para Patrick, aquello simbolizó que allí son “bien recibidos”, un ritual por el que se ha producido un hermanamiento que les hace sentirse “como en casa”.

Visitas familiares, reencuentros, comidas típicas e incluso tiempo para hacer turismo hubo en la Navidad de los Dennis y los Riggs. Y como en la mayoría de familias, el momento más esperado fue el de los regalos, que tuvieron su guiño a Canarias: “quise llevarles algo que representara a Tenerife y a la vez, fuera útil, así que les regalé unas mantas esperanceras que les protegerán del frío canadiense”, afirmó este profesor, que declaró haber encontrado su mayor “fortuna” en un misterioso mensaje ‘embotellado’.

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