la entrevista

Jerónimo Saavedra: “El último ‘shock’ de España fue la Guerra Civil; ahora hay que pensar cómo salieron entonces y cómo saldremos nosotros”

El exministro y expresidente canario analiza el momento actual que vivimos

Si existiera un selecto club de personalidades respetadas, de esas que cada vez que hablan de casi cualquier tema sientan cátedra, uno de sus miembros de honor sería, sin duda alguna, Jerónimo Saavedra (Las Palmas de Gran Canaria, 1936). Nacido pocos días antes del estallido de la Guerra Civil, el que fuera ministro de Administraciones Públicas, Educación y Ciencia con Felipe González, presidente del Gobierno de Canarias, diputado del Común y alcalde de su ciudad natal, entre otros cargos de relevancia que ha ostentado a lo largo de su trayectoria política, atesora recuerdos sumamente precisos de la Transición, de la que fue testigo y partícipe como diputado socialista en las Cortes, además de otros tantos momentos de la historia reciente de nuestro país. Y ahora, con la aparición del Covid-19, cuando se está escribiendo un nuevo capítulo de esa cronología mundial, se hace casi obligatorio escuchar a una voz experimentada que rememora estas semanas otros tiempos difíciles para la sociedad española y europea.

-¿Cómo pasa el aislamiento?
“Encerrado en mi casa. Yo lo inicié cinco días antes por motivos de lógica, viendo lo que estaba pasando en el mundo. Desde el día 11 no he salido”.

-¿Y cómo mata las horas?
“Aquí el tiempo se mata fácilmente, porque hay mucho que leer, hablar por teléfono y luego también la televisión acompaña enormemente con la oferta que hay, tanto de Netflix como de Movistar. Eso sí: no insisto en los telediarios porque con uno al día ya es suficiente”.

-¿Se siente más alejado de la gente, del mundo en general?
“Es curioso porque en estos días he notado que me llaman antiguas amistades o gente que he conocido y con la que no había hablado en los últimos cinco años. Desde la viuda de un presidente de la Región de Murcia hasta otros compañeros de Gobierno y algunas amistades particulares, incluso de otro país. O bien porque la gente empieza a recordar y quiere volver a contactar con los que tuvimos amistad en un momento determinado de nuestra vida, o bien como defensa ante la soledad”.

-¿Ha contactado con alguien que haya resultado contagiado?
“Sí. Entre otros, he hablado con el hermano del presidente Sánchez porque somos muy amigos desde hace años, y al enterarme de que su madre, a la que también conozco, la habían ingresado, me puse en contacto inmediatamente con él. Pero la primera fue Carolina Darias, con la que hablé al día siguiente de que se pusiera en cuarentena en el piso donde estaba en Madrid”.

-A usted, que siempre ha sido defensor de la libertad a lo largo de su carrera, ¿no le resulta raro estar privada de ella?
“La libertad de desplazarse, de moverse, claro que es importante. Sobre todo cuando los medios de transporte se han extendido y modernizado tanto. Pero la libertad como tal yo no la noto limitada porque se puede dialogar por vía telefónica, recuperar las lecturas del pasado que hoy tienen actualidad o admirar a los genios de la cultura”.

-¿Por ejemplo?
La peste, de Albert Camus, escrita en 1941 y publicada al acabar la Segunda Guerra Mundial. Cuando se habla hoy de la batalla contra el virus, en términos guerreros, yo estoy de acuerdo, no es dramatizar. Es simplemente porque la civilización occidental no ha vivido un shock de estas características desde entonces; en el caso de España, la Guerra Civil fue el último shock. Ahora hay que empezar a pensar cómo salieron entonces tanto España como Europa de esa guerra y cómo saldremos nosotros”.

-¿Y eso por dónde pasa?
“Habrá gente muy optimista, gente muy pesimista, otros creerán que el sistema económico se puede rehacer de la noche a la mañana, pero hay muchos problemas. En 1945 Europa y el mundo contaron con un gran economista como Keynes, que ya había orientado para salir de la Gran Recesión en Estados Unidos, con el Partido Demócrata y con Roosevelt al frente, pero hoy, por mucho que uno lea a premios Nobel de la Economía, la solución no es fácil”.

-¿Qué hay de Canarias?
“No digamos la recuperación económica en un archipiélago pequeño como es el nuestro, que su PIB depende en un 30 o 40% del turismo. Para volver a abrir los hoteles hay que tener clientes, que pueden venir de las propias islas, del territorio peninsular o de Europa. ¿Cómo van a reaccionar esos tres mercados? ¿Cómo reactivar el consumo? Si no lo reactivamos, difícilmente se va a recuperar el empleo. Son algunas de las preguntas que me hago, y espero que se abra un debate a niveles serios, científicos, en la sociedad canaria, y que los políticos en particular no miren a corto plazo pensando en unas elecciones como las que corresponden en el año 2023, sino que piensen en Canarias por encima de todo y en los ciudadanos que aquí vivimos”.

-¿Cómo dibuja la sociedad tras este periodo de crisis?
“De momento, para sobrevivir a la crisis del virus evidentemente no hay más respuesta que una especie de país subvencionado, que incluye a las empresas que se mantienen, otras que han cerrado y hay que darles oxígeno para hacer frente a las hipotecas, a los créditos que hayan necesitado para su funcionamiento. También están los vulnerables, las personas que se encuentran sin recursos, y para eso no hay otra fórmula que no sea la de facilitarles los medios indispensables para la supervivencia. Así de dramática es la situación para algunos ciudadanos”.

-¿Luego?
“Pasada esa fase habrá que ver cómo reactivamos la economía, como decía antes, para no depender de una subvención, de una ayuda o del comedor social. Ahí entramos en una discusión. He visto alguna declaración de un dirigente empresarial que reclama inmediatamente un plan de infraestructuras. Eso es Keynes, pero hoy la construcción ya no crea tanto empleo en determinadas actividades como el que creaba hace 50 años. Hoy se perforan muchísimos más metros de túnel empleando máquinas y poco personal”.

-Entonces, en materia de infraestructuras, ¿cuál sería la clave bajo su punto de vista?
“La construcción de viviendas. Eso sí, buscar inversión que dure varios años, lo cual garantice que ese empleo que se genera aporte a los trabajadores unos ingresos que no sean para 15 días ni para 6 meses, como ha ocurrido estos años con los programas de ayuda al desempleo”.

-¿Nuestro sistema sanitario es fuerte comparado, por ejemplo, con el de la Comunidad de Madrid? Ellos están atravesando un momento muy delicado.
“El caso de Madrid es el más flagrante. Es evidente que ha habido un Gobierno conservador que apostaba por la privatización de todo lo posible, no solo de la Sanidad, sino de la Educación. Tienen una presión fiscal muy baja, pensando que con menores impuestos hay más actividad económica, pero claro los servicios sociales, si no los realiza el gasto público, ¿quién los va a atender? Eso es lo que ha pasado, que ahí tienen un porcentaje de Sanidad privada muy superior al que tienen otras comunidades autónomas. A mí, en cambio, me ha sorprendido que el virus se haya extendido en el País Vasco, porque tiene unas estructuras y unos programas de gobierno buenos. Llevan como dos años y pico con una renta básica ciudadana establecida”.

-¿Cree que la transferencia de las competencias a las comunidades ha sido positiva en el caso del Archipiélago canario?
“Cuando yo era presidente de Canarias y anunció su visita Ernest Lluch, que era ministro de Sanidad, le dije que había que hacer unas inversiones porque entonces la Sanidad estaba en manos de lo que se llamaba el Insalud y no había competencias sanitarias en el Gobierno regional. En uno de sus escritos me contestó que no teníamos mal ratio de número de camas por provincia. Yo le dije que sus asesores debían enterarse que el criterio provincial no sirve para nada aquí, porque si el enfermo está en Fuerteventura o en La Gomera, tiene que trasladarse a una de las dos capitales y tratar sus problemas. Fíjese que entonces había instalaciones de hemodiálisis solo en las islas capitalinas, de manera que el tema sanitario se ha corregido notablemente en Canarias con el traspaso competencial, y en eso puedo recordar con orgullo que se efectuó cuando yo era ministro de Administraciones Públicas. Conseguimos que el traspaso viniera acompañado de la inversión, nada más y nada menos, que de lo que hoy es el Hospital Doctor Negrín en Las Palmas de Gran Canaria, aparte de otras. Luego ya llegó la crisis del siglo XXI y la cosa se volvió a quedar parada. Esa es mi radiografía en base al número de camas que hay en las UCI”.

-Hablando de conquistas históricas, una fue la de la ‘guagua con alas’, los aviones, y ahora nos vemos con turismo cero.
“Recuerdo que en la primera legislatura, un ministro socialista dijo que en La Gomera no se podía hacer un aeropuerto, que era el único que estaba pendiente. Luego llegó el actual alcalde de Vigo, que era ministro de Transportes, y a ese sí logramos convencerle. En eso actuamos codo con codo Loli Pelliser y yo; ella era la consejera de Turismo y Transportes, aparte de la primera mujer en un gobierno autonómico de toda España. Y se consiguió al final un acuerdo. Lo importante es que esa carencia se resolvió, luego el crecimiento del nivel de vida de las Islas no capitalinas permitió el precedente de Binter y el transporte que sustituyó al famoso jet-foil, que comunicaba las dos capitales canarias. O sea, ha habido una evolución y unos avances que es indudable que se han producido y que ahora, cuando nos dejan sin transporte, notamos la importancia que tienen”.

-¿No teme a la pérdida de las conexiones aéreas?
“En eso lo que tiene que funcionar es la economía de mercado. Para que las compañías aéreas vuelvan a volar con la frecuencia que lo hacían antes son necesarios más turistas, e igualmente que los hoteles para abrirse y contratar personal tienen que contar con clientes propios. Ese es otro aspecto del debate económico, que como he dicho, es imprescindible hacer con la mayor seriedad y rigor, y donde también las políticas presupuestarias de las corporaciones locales van a estar claramente modificadas respecto a las actuales. También será el momento de plantearse el papel de cada una de las administraciones canarias”.

-¿Qué quiere decir?
“Ahora vemos el tema de las residencias de mayores, donde se acoge gran parte de los beneficiarios de la dependencia. Eso corresponde al Gobierno, pero las residencias son consecuencia de unos convenios que hace la Consejería de Servicios Sociales con cada uno de los cabildos insulares. Todo este galimatías de tener en Canarias cuatro administraciones hay que arreglarlo; sentarse y dejarse de pasiones insularistas y de recuerdos históricos, porque la sociedad avanza. Estamos en el siglo XXI y hay que abordar seriamente, con los menores recursos que va a haber durante varios años como consecuencia de esta crisis que se está iniciando, hay que saber que habrá que gastar menos en fiestas y en carnavales, que no hay que hacer tantas rotondas ni tantos miradores. Esta es la realidad, porque hay que atender a los problemas de los ciudadanos, que son Sanidad, Educación y Atención Social. Los tres importantes”.

-¿Y qué papel jugaría ahí el famoso superávit?
“Los cabildos y ayuntamientos tienen casi 4.000 millones de euros de superávit, y el Gobierno canario en torno a 500 millones. ¿En qué se los van a gastar las corporaciones locales? Eso hay que debatirlo y salir del ombliguismo insularista que, desgraciadamente, ha dominado la política canaria en estos últimos 26 años, e ir a una recuperación de la conciencia regional, Si queremos la igualdad para todos los canarios en todas las islas, en las ocho según el último Estatuto de Autonomía, tiene que ser fortalecido el Gobierno de Canarias”.

-El presidente Torres, tras el cese de Teresa Cruz, ha puesto al frente de Sanidad a Julio Pérez, que fue consejero en su Gobierno…
“Claro. Fue un puesto clave,  con el que se preparó la negociación del traspaso de competencias en los albores de la autonomía. Recuerdo que Fraga, cuando era presidente de Galicia, me mandó una carta preguntándome cómo nosotros estábamos negociando construir un nuevo hospital en Canarias y ellos habían tenido que construirlo con fondos propios porque no se aportaba dinero por parte del Estado”.

-¿Cree que será capaz de gestionar la pandemia?
“Sí, aunque el presidente Torres tiene la opción de mantener esta opción hasta el final de la legislatura o no; lo importante es quién asume la dirección del Servicio Canario de Salud, que eso es el 90% de la Consejería”.

-Usted, que es amante de la música, del arte, ahora también cambia eso, ¿no? Cómo entenderlo. Los teatros están vacíos.
“He visto unas iniciativas del viceconsejero de Cultura actual que me parecen muy positivas; ha hecho unas encuestas tanto a creadores como programadores para conocer la valoración de la situación de la cultura. Él es de las personas que, como yo, creemos que la cultura no tiene que pagar en el momento de crisis y que no hay que reducirla. La cultura y la educación le transmiten valores al ciudadano para concienciarse, responsabilizarse, salir del egoísmo, de la intolerancia, del cretinismo, del populismo. Para todo eso, las únicas medicinas que hay las da la cultura. No se puede recortar”.

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