día internacional de la mujer

Roy Galán: “Si un hombre habla de feminismo es un héroe pero si lo hace una mujer es una ‘feminazi”

De familia homomarental y orgullo feminista, el escritor lleva revolucionando las redes sociales desde 2013 por sus textos sin pelos en la 'tecla'
Roy Galán, escritor. | FOTO: Sergio Méndez

“Soy un chico que escribe”. Con estas palabras se define el escritor compostelano de corazón tinerfeño a quien la crisis económica relegó hace unos años del frenesí laboral para dar paso a su pasión: la escritura. De familia homomarental y orgullo feminista, Roy Galán (39 años) lleva revolucionando las redes sociales desde 2013 por sus textos sin pelos en la tecla. El autor comenzaba 2020 con ímpetu -nunca mejor dicho- de la mano de su sexto libro: Fuerte. Hoy, en pleno fin de semana del Día Internacional de la Mujer, Roy Galán comparte con DIARIO DE AVISOS sus principios más enraizados.

– En tu último libro Fuerte hablas de la masculinidad hegemónica tradicional.

“Quise mostrar cómo en muchas ocasiones, algunos seres humanos que no encajamos en una idea preconcebida del mundo, somos utilizados como excusa para reafirmar determinadas identidades, es decir, te señalo a ti antes de que me señalen a mí para consolidar mi identidad y que no recaiga sobre mí la duda de la homosexualidad o feminidad, por ejemplo. Al final, muchos hombres crecen a través de la negación y rodeados de aquellos que puntualizan conductas que, según estos últimos, son de nenazas o calzonazos. Por ello, el libro plantea: ¿eres el hombre que quieres ser o el que te han dejado ser?; ¿se puede llegar a ser mejor hombre? Lamentablemente, este sistema conduce a los hombres a un lugar solitario y es muy triste porque suelen pasar toda su vida sin conocer las herramientas necesarias para expresar y hablar de sus sentimientos. Algo tan simple como mostrar afecto a sus amigos varones es casi inconcebible. Ante esto, es necesario que se entienda que no hay una única forma de ser un hombre, sino muchas; es muy liberador aceptar que hay diversos tipos de masculinidad. Por un lado, el feminismo ha dado una oportunidad a los hombres pero, por otro, para que tomen partido cuando sean testigos de situaciones machistas. No reír la supuesta gracia en un grupo de WhatsApp sería lo que haría un verdadero hombre. Esto sería verdaderamente revolucionario pero cuesta que muchos lo hagan por el miedo a sentirse desplazados”.

– ¿Se podría decir que este trabajo es autobiográfico?

“Totalmente. Para una persona existen siempre dos esferas: la privada y la social. En mi caso, he tenido mucha suerte porque mi aprendizaje, tras haber sido criado por dos mujeres lesbianas, fue mucho más diverso del que yo me encontré después. Y es que, de pronto, sentía que mi forma de ser y actuar estaban mal vistas aunque no hiciera daño a nadie. Yo tenía pluma, prefería jugar al elástico y mi juguete favorito era la muñeca Barbie. Jamás pensé que esas acciones fueran castigadas por el resto de compañeros pero así fue. Y no entendía el porqué. Con el tiempo y gracias al feminismo, comprendí que esa represión no era hacia mi persona en particular, sino algo colectivo que hace que muchos hombres, cuando aprenden a ser hombres, pasen por rechazar todo aquello que consideren femenino porque lo consideran vulnerable, frágil…”.

– ¿Ocurrió algo en concreto que marcara tu punto de inflexión?

“No me gusta reconocerlo pero cuando me enamoré. Dejé de pensar en lo que me podía suceder si reconocía que era homosexual y me centré en lo que sentía. Es una pena porque habiendo tenido una educación tan tolerante, tuve que pasar por un proceso de liberación. La heterosexualidad se da por hecho y la realidad es que hay diferentes formas de sentir. Es muy injusto que el amor o el deseo por otra persona vaya ligado al miedo, y por el miedo precisamente dejamos de hacer muchas cosas. Por ello, a los padres les aconsejo que no den por hecho que sus hijos deban ser de una determinada manera para que, cuando llegue el momento en que la persona encuentre su identidad, lo reciba con todo el amor y la aceptación. Ojalá nadie tenga que perder su tiempo en odiarse”.

– Durante los últimos años, hemos visto a muchos hombres sumarse públicamente al movimiento feminista. Tú, en su momento, fuiste un valiente.

“Los discursos son importantes pero, sobre todo, el cuerpo que los encarna. Cuando un hombre habla de feminismo está interpelando a los demás, aunque sea indirectamente, porque el mensaje es: ¿”Y tú, por qué no?”. Lamentablemente, a mí, por ser hombre, se me escucha más que a las mujeres. Y eso es machismo. A una mujer con mi mismo alegato se le llama histérica, exagerada e, incluso, feminazi, mientras que a mí me dan las gracias porque soy un héroe. Por otro lado, también cuento con detractores que intentan descalificar mi discurso llamándome planchabragas o mangina [man + vagina], creyendo incluso que, al mostrarme públicamente feminista, lo único que busco es follar [risas]. Es necesario interiorizar que a las mujeres hay que escucharlas sin esperar nada a cambio”.

– ¿Qué transmite realmente el término feminazi?

“Es ridículo. El machismo mata cada día, mientras que el feminismo nunca ha matado a nadie. Es una falta de respeto comparar un movimiento genocida con otro que busca una vida mejor. Por miedo, cuando un hombre llama feminazi a una mujer se le está diciendo que no sea exagerada. Y claro que las mujeres tienen que tomarse el tema a la tremenda. ¡Las están matando! A veces incluso veo poca ira en las mujeres viendo lo que pasa a diario”.

– Parece que a un sector de la población española no le ha gustado el “solas y borrachas”. De hecho, has escrito varios mensajes en redes sociales al respecto.

“Se ha banalizado mucho el tema. El mensaje significa que si las mujeres quieren volver a casa, ya sea borrachas o sobrias, no debería ser un impedimento y que no se vean expuestas a cualquier tipo de agresión. Yo, como hombre, jamás he pasado malos ratos así: ni he sido perseguido ni me han tocado el culo. El mensaje no es que ellas beban, sino que ellos no violen. Pese a la polémica, es muy esperanzador que el feminismo está marcando la agenda política, ya que solo con una educación basada en la igualdad se cambia el mundo”.

Roy Galán, escritor. | FOTO: Sergio Méndez

– Siempre has hablado de tu afinidad política sin tapujos. ¿Qué piensas de formaciones como Vox y su irrupción en el Congreso?

“Era lo lógico. Cuando un movimiento es tan fuerte, lo consecuente es que surjan estos partidos políticos. Suelo comparar a Vox con ese amigo del bar quien, después de discutir con tu novia o mujer, te pasa la mano por el hombro y te dice que la puta y la culpable es ella. Todo ese resentimiento, producto de la frustración masculina, ha sido capitalizado por un partido que ha sacado rédito. Creo en el feminismo como un medio capaz de darle la vuelta a la vida, de atravesarlo todo. El feminismo tiene razones y argumentos de sobra para luchar contra Vox. No hay que tener ningún miedo”.

– ¿Qué es lo peor de las redes sociales?

“Confirmar cómo es el mundo [risas]. Tengo casi medio millón de seguidores entre mis cuentas de Instagram, Twitter y Facebook y, como en la vida misma, también hay machistas, homófobos, xenófobos…”.

– ¿Y lo mejor?

“Puede llegar a cualquier rincón del mundo sin ningún intermediario, es decir, yo no tengo un jefe que me dicte qué tengo que hacer. Tengo libertad absoluta para decir lo que quiero en una canal al que mucha gente tiene acceso. Esté donde esté, a golpe de clic, puedo aprender, crecer, compartir experiencias similares con otras personas… Además, he conocido a gente maravillosa con las que mantengo vínculos totalmente reales. Es entonces cuando pienso guau, qué valioso es todo esto. Muchos usuarios me agradecen que le haya puesto palabras a lo que realmente sienten. Es muy bonito”.

– ¿Crees que el feminismo es imparable?

“Sí. Las mujeres han encontrado un lugar de representación, sororidad, sin ser juzgadas… un hogar. Siempre se ha pretendido que las mujeres estén divididas y compitan entre ellas. Afortunadamente, estas le han dado la vuelta a la realidad mediante relatos personales y feministas. Aunque también defiendo que a los hombres hay que darles herramientas para que puedan experimentar otras formas de masculinidad. Ese es uno de los grandes retos porque muchos hombres son el problema pero también la solución. Confío en que un día, de pronto, leamos sobre este momento histórico y la sociedad no entienda por qué éramos así. Ojalá, el día de mañana, se termine el feminismo porque ya no exista el machismo”.

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