El Papa Francisco le dijo una vez a Jordi Évole, en una entrevista a colación del coronavirus, que “el lenguaje de los gestos es más poderoso que el de las palabras”. Y esa tesis quedó demostrada este fin de semana en Los Llanos de Aridane con una niña de 9 años llamada Isabella, que tras un bonito detalle de agradecimiento a los héroes de la pandemia por su labor, obtuvo una inesperada recompensa.
Ayer un grupo de bomberos del Parque de La Laguna, en la localidad aridanense, se desplazó al corazón del municipio, donde reside la pequeña que les había enviado una carta con un dibujo a principios de semana en el que les enviaba “ánimo y amor”, puesto que “salen con valentía” para protegernos en estos tiempos tan difíciles.
Una vez arribaron su calle, dos miembros del cuerpo se subieron al elevador que suelen emplear para rescatar a las víctimas de un incendio atrapadas en sus viviendas. Pero esta vez no afrontaban una operación de rescate, sino de solidaridad con mayúsculas.
Se habían puesto de acuerdo con los padres de la niña. La pequeña recorrió el pasillo de su casa con los ojos tapados, salió al balcón y, cuando comenzó a ver algo entre los dedos de su madre, fue distinguiendo una figura que le resultaba familiar: eran los bomberos a los que había entregado el dibujo hace apenas unos días.
Con sentimientos de incredulidad, nervios e ilusión, Isabella se acercó a sus héroes -manteniendo la distancia de seguridad-, que le dieron algunos obsequios como recuerdo de una guerra que marcará su vida para siempre, aunque, a diferencia de las vivencias que se nos quedarán grabadas a los demás, puede que la suya sea mucho más dulce.
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