Una vez lo fueron a atracar y el malandro, cuando lo reconoció, le devolvió la cartera y le dijo: “¡Epa, Guillermito, yo a ti no te puedo robar!”. Era un showman en su vida y en su obra, y batió todos los récords de audiencia de Venezuela con su programa televisivo Cuánto vale el show, en el que promocionaba, en tono de humor, a grandes artistas que más tarde triunfaron en sus respectivos ámbitos.
Sus comienzos estuvieron ligados a dos grandes personajes, José Luis Rodríguez, El Puma, que fue un ídolo de la canción y aún lo es, y Toco Gómez, sobrino-nieto del general Gómez, un gran actor cómico.
Guillermo González Regalado había nacido en Las Palmas y vivió en Santiago del Teide hasta que, de niño, emigró con su madre a Venezuela. Ella era uno de sus grandes amores. La cuidó con mimo hasta su muerte, en su casa de los barrios altos y señoriales de Caracas. En esa casa ofrecía Guillermo fastuosas fiestas a sus amigos, en ocasiones amenizadas por un trío de tinerfeños: los hermanos Rodríguez, muy famosos en Venezuela.
Fantástico González tuvo otros programas de mucho éxito. Su serie Vivir con papá fue un hit en América y también dio vida al Topo Gigio en su versión latinoamericana.
Fue un opositor acérrimo al régimen chavista y lo combatió con todas sus fuerzas. Hace algunos años que se había marchado de Venezuela para residir en Madrid, con muchas visitas a Canarias. Logró que su hija Guillermina, por quien sentía gran debilidad, se trasladara de Londres a Madrid para estar con ella y sus nietos. Su exmujer, Bader, ha estado en Madrid acompañándolo en sus últimos momentos.
La vida de Guillermo estaba unida sentimentalmente a la venezolana Gloria Valderrama, que lo cuidó con absoluta dedicación hasta que una mortal enfermedad, que ha durado siete meses escasos, se llevó ayer por la mañana a Guillermo, muy mermado de facultades físicas en los últimos tiempos. Tenía 75 años. Aun así, enfermo como estaba, nunca le abandonó su buen humor, ni tampoco su preocupación por sus amigos. Entre ellos el financiero venezolano-israelí Salomón Cohen, que falleció hace poco tiempo, y que era otro de sus grandes compañeros. La familia Cohen es propietaria de la cadena de centros comerciales Sambil, que se ha instalado también en España.
Guillermo viajaba en su propio avión, que puso a disposición del Gobierno de Canarias, gratuitamente, cuando la tragedia de Vargas. Otro de sus grandes amigos era el catedrático y político tinerfeño Francisco Aznar Vallejo, así como los periodistas tinerfeños Paco y Pepe Moreno, que hoy lamentan su muerte.
Quien esto escribe vivió momentos muy divertidos con Guillermo Fantástico González, tanto en Madrid, Caracas como en Isla Margarita, donde poseía un apartamento precioso, junto al mar, y un restaurante de éxito llamado El Cine, en Porlamar, dentro de un centro comercial Sambil.
Era generoso hasta límites extremos. Enviaba medicinas a sus achacosos amigos venezolanos desde España y estaba al tanto de lo que ocurría en su país. Siempre lleno de proyectos, llegó a ser dueño de un canal de televisión en Maracaibo, Televiza, y de 15 emisoras de radio, que el chavismo le arrebató por su oposición al régimen.
Yo le presenté a Pepe Oneto, el gran periodista gaditano fallecido hace unos meses, con el que mantenía frecuentes tertulias en Madrid, así como al también fallecido Paco Hernando, El Pocero, que fue igualmente su amigo.
Guillermo era un luchador. Había empezado de la nada, compartiendo una sencilla habitación con El Puma; y los dos triunfaron. Uno en el mundo del espectáculo y el otro en el mundo de la canción. Me han enviado un vídeo-homenaje en el que participaron el periodista Napoleón Bravo y El Puma, como reciente homenaje a Guillermo en una cadena de Internet.
Guillermo González fue un hombre de la televisión, junto a personajes como Renny Otolina, Nelson Bocaranda, Marcel Granier, Napoleón Bravo, Mauricio Gómez-Leal y tantos y tantos otros, que triunfaron cada uno en sus ámbitos. Marcaron toda una época en la historia de la comunicación de Venezuela y algunos de ellos viven para contarlo.
Furibundo seguidor del Real Madrid, asistía frecuentemente al Bernabéu a ver los partidos de su equipo. Donde quiera que fuera se hacía popular y se metía a la gente en el bolsillo. Tenía una flota de Ferraris y Porsches, un Mercedes, un Lincoln Continental decorado por Cartier, en el garaje de su casa de Caracas, cuadros de Botero de gran valor y una mansión maravillosa en la capital venezolana, como henos dicho.
Todo eso se lo fue quitando de encima, por temor al chavismo que todo lo arrasa. Había enajenado casi todas sus propiedades en aquel país, así como un apartamento bellísimo que poseía en la mejor zona de Miami. Se decidió a vivir en España. Tenía la nacionalidad española, a la que accedió hace algunos años, y también la venezolana.
Ha muerto uno de los grandes de la comunicación latinoamericana. Un hombre bueno, generoso y animoso como pocos. Trabajador infatigable, no le regalaron nada, sino que se lo ganó todo a pulso. Fue amigo de la familia Cisneros, para la que trabajó en su televisión, y siempre quiso a Venezuela y a España. Supo disfrutar de la vida, de los amigos y de la familia y jamás negó un favor a nadie.
Descanse en paz y reciban su hija Guillermina y su compañera Gloria, sobre todos, el testimonio de nuestra sincera condolencia.
Adiós a Guillermo Fantástico González, uno de los grandes de la televisión en Venezuela
Falleció ayer en Madrid a los 75 años. Su legendario programa ‘Cuánto vale el show’ batió todos los récords de audiencia