El director en funciones de la sede en Canarias del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Sebastián Jiménez, lleva desde principio de 2020 al frente del centro tinerfeño, y no está ajeno a los problemas administrativos que tiene la matriz central. “Llevamos un par de años con muchos problemas burocráticos que afectan al día a día del centro y a la investigación”, afirmó este biólogo marino doctorado en la ULL. En los últimos cinco años era adjunto al director regional, Luis José López Abellán, pero en estos seis meses en la jefatura, la burocracia le está agotando. “Estas trabajando para los demás compañeros, arrimando el hombro, y llevado un momento te agotas, y ves que por mucho que hagas no puedes sacar todos los trabajos que deseas. Me ha absorbido por completo, incluso los fines de semana, y me gustaría volver a trabajar en la pesquería y en la investigación”. Jiménez se sinceró al afirmar que “la situación es difícil pero, sobre todo, tener a los proveedores sin poder pagarles y que mis compañeros no puedan hacer sus investigaciones no me me deja descansar. Son dos cosas capitales que no te permiten estar relajado en tu trabajo y el mayor problema es que la solución no depende de mí”.
– ¿Qué está pasando en el IEO y cómo se puede salvar estos centros de investigación?
“La situación viene arrastrándose desde hace unos años y se ha agravado hace varios meses. El problema que tenemos es de gestión. Tenemos un presupuesto que viene del Estado, porque somos un organismo asesor, aunque también hagamos investigaciones tanto en recursos marinos y pesquerías como en el medio marino, la protección ambiental y la acuicultura. Nuestra principal labor es asesorar a las Administraciones del Estado y las Comunidades Autónomas en temas como la política pesquera o las políticas marinas en general. Estamos repartidos en toda la geografía nacional y cuando hay problemas nos llaman como por ejemplo, en el Prestige o en la erupción del volcán de El Hierro”.
– Ustedes dependían inicialmente del Ministerio de Agricultura y Pesca, y ahora del Ministerio de Ciencias.
“Dependíamos inicialmente de Pesca porque tenemos mucha relación con este sector, trabajamos muchísimo con este Ministerio ya que nos consultan y realizamos estudios para todo tipo de cuestiones. Además, somos los representantes de España en muchas instituciones internacionales de pesquería y tenemos que trabajar coordinadamente con el área de pesca al igual que con el de Medio Ambiente”.
– Dicen que quieren formar parte del CSIC ¿Es cierto?
“No. Principalmente somos asesores y los representantes de España en todas las organizaciones internacionales relacionadas con el mar, los océanos, la pesquería y ciencias marinas. Se ha dicho que el IEO quiere formar parte del CSIC pero son cosas muy diferentes. Nosotros además de investigar en diferentes líneas y proyectos importantes, también tenemos la misión de realizar todo tipo de asesoramiento, que nos quita mucho tiempo de investigación, mientras que los centros adscritos al CSIC se dedican totalmente a la investigación”.
– Su mayor volumen de trabajo ha sido la pesca, el estudio de los peces, moluscos y crustáceos del Archipiélago y la búsqueda de nuevas especies para su aprovechamiento económico
“Si, trabajamos además de en estudiar todas las especies de pesquería del Archipiélago, las que se encuentran en el Atlántico Centro Oriental, la costa de África e, incluso, hemos llegado a Namidia y el Oceáno Índico, dentro de la contribución española a diferentes programas y proyectos”.
– ¿En cuantas áreas se divide el Instituto en las Islas?
“El IEO tiene tres áreas de trabajo e investigación. En el área de pesquería estudiamos el estado de las reservas de peces, moluscos y crustáceos de interés para las flotas españolas y su investigación se dirige al conocimiento y la evaluación de sus poblaciones, a los factores que influyen en ellas y a la propia actividad pesquera. En el área de Acuicultura se investigan las técnicas de producción a escala preindustrial de peces y moluscos para promover su aplicación en proyectos industriales y diversificar la producción buscando especies rentables. Por su parte, en el área de Medio Marino y Protección Ambiental investigamos la dinámica marina y los procesos oceanográficos de manera interdisciplinaria (física, química, biológica y geológica) y la influencia y la variabilidad de los mismos en el ecosistema, la biodiversidad, los recursos marinos, la contaminación marina y la interacción entre el clima y los océanos”.
¿Cuantos proyectos hay abiertos y que coordine el centro del IEO en Canarias?
“Creo que se puede decir que cada una de las tres áreas anteriores agrupa un tercio de los esfuerzos del centro de Canarias. En la parte de pesca tenemos, aunque parezca mentira, un grupo que estudia los túnidos del Índico, del Pacífico y del Atlántico Sur con compañeros desplazados a esos lugares; el grupo del Programa Nacional de datos básicos del sector pesquero trabajamos en los pequeños pelágicos y túnidos de las Islas, así como en los demersales. Llevamos unas directrices europeas que nos dicen qué especies podemos estudiar. Luego trabajamos codo con codo con la dirección general de pesca del Gobierno canario”.
– ¿Qué especies estudian en sus piscinas de acuicultura?
“En la planta de cultivo tenemos dos proyectos, las especies de medregales y pulpos, que se están manteniendo, y en las próximas semanas comienza la etapa fuerte de trabajo, la reproducción de los medregales. En cuanto al pulpo, se ha logrado reproducir pulpos en cautividad tras 20 años de investigaciones desde las larvas, por tanto es una importante investigación ya que es una especie muy demandada”.
– Además de las anteriores ¿En qué áreas investigan?
“Trabajamos también en varios proyectos relacionados con el Medio Marino y la Protección Ambiental, en la que estudiamos las corrientes marinas, etc. Por ejemplo, el estudio de la erupción del volcán submarino Tagoror en El Hierro, que fuimos los primeros en llegar, y realizamos un seguimiento una o dos veces al año y tomamos muestras de todo tipo, comprobando si han aumentado el volumen, y la recuperación del ecosistema y la biodiversidad alrededor del volcán”.
– ¿Cómo está la situación de la plantilla del Centro Oceanográfico de Canarias?
“La crisis sanitaria nos obligó a recluirnos en nuestros hogares, y el centro está recuperando poco a poco la normalidad, con una mayor presencia de los trabajadores e investigadores, aunque todavía hay menos gente trabajando físicamente. Somos 44 trabajadores en plantilla, entre funcionarios y laborales y además tenemos otras 30 personas de las empresas de servicios vinculadas como telefonistas, seguridad, limpieza y trabajadores de la planta de cultivo. También estamos pendientes de incorporar a una decena de trabajadores, personal contratados en proyectos, que se han quedado paralizados por la Covid y las trabas burocráticas. No hay problemas de pago a los trabajadores”.
– ¿Cómo se gestiona cada centro es independiente de Madrid?
“Nosotros tenemos nuestra independencia a la hora de afrontar los proyectos, pero en cuestión de gestión económica todo tiene que pasar por Madrid, que reparte el presupuesto entre las diferentes sedes. Hay un dinero que no hemos podido gastar, pero espero que los nuevos gestores encuentren las fórmulas que nos permitan trabajar. No es que estemos hundidos, bajo mi punto de vista estamos bastante mal, pero es también la realidad del país. Espero que ahora, que han nombrado a director y a un secretario general nuevos las cosas avancen. Las primeras reuniones que hemos mantenido son ilusionantes y harán todo lo posible para sacar el IEO adelante”.
– El Instituto Español de Oceanografía ha tenido tres directores en los últimos seis meses, lo que impide su estabilidad, y los problemas burocráticos han generado un círculo vicioso ¿Cuándo se solucionarán?
“Creo que el único problema viene de la gestión administrativa y económica que ha complicado todo mucho más. Desde 2014 se implantó una doble intervención y fiscalización que ha retrasado todos los procesos. Hay cosas que se nos escapan y no sabemos las razones por las que no avanzan los expedientes. En nuestro centro la solución también pasaba por parar, pensar y actuar. Había que estudiar y sopesar si podemos abordar el total de proyectos con los problemas burocráticos que tenemos. Pedir un gran volumen de proyectos no nos ayuda, debemos madurar las decisiones y saber lo que podemos abarcar. Ahora mismo, la institución no podía hacer frente a todo que tenía abierto, necesitaríamos muchos más gestores y administrativos, comenzando por Madrid”.
-¿Cuánto se ha podido retrasar la tramitación de cualquier partida, por ejemplo, una factura?
“Los contratos de personal para un proyecto determinado podríamos tardar entre cinco y ocho meses en 2009, y cada vez se fue incrementando más los plazos, y ahora, como mínimo está entre 13 a 18 meses. Esto es inabordable, tener un proyecto con personal contratado externo, y que tengas que superar como 20 pasos para hacer un contrato. Recuerdo que hace muchos años, desde que sacaba la oposición tardarían dos meses en comenzar a trabajar y ahora pasan, más de seis meses con la plaza aprobada y sin poder incorporarse. En cuanto a las facturas, hasta el año 2019, tenía un cierto retraso de varios meses, sin embargo ahora con el coronavirus ha aumentado más ese plazo”.
– ¿Y cuando se solucionará la interinidad en el centro canario?.
“Soy desde hace seis meses el director accidental del IEO de Canarias tras la marcha a final del año 2019 de Luis José López Abellán, y sumado a la situación en la sede de Madrid y la crisis del coronavirus nos ha cogido todo junto”.
– ¿En qué medida han afectado estos problemas burocráticos y administrativos al Centro Oceanográfico de Canarias?
“Hemos tenido que rechazar el proyecto Ábaco porque hemos visto que era inviable afrontarlo y podíamos perjudicar al resto de socios canarios e internacionales. El proyecto necesitaba muchos traslados entre las Islas Canarias, con la implicación de instituciones canarias, y también teníamos socios de Madeira, Azores y Cabo Verde, por lo que optamos por dejarlo porque era inabordable y retrasarlo podría conllevar que el resto de los equipos no pudieran cumplir sus plazos y objetivos, y así otra institución podría asumir su realización y no perder la subvención”.
-¿Se puede decir que se ha perdido el año investigador, tanto por el retraso burocrático como por la crisis del Covid?
“No, pero hay que ser realista con todo lo que ha ocurrido. Por un lado hemos tenido problemas burocráticos que nos han retrasado la parte administrativa, como los expedientes del combustible de los buques, etc. Luego surgió la crisis del coronavirus, que terminó por anular la parte de investigación marina y la salida de los barcos en el primer semestre del año. Ahora estamos retomando la actividad y seguirán las campañas. En Canarias siempre hemos tenido dos fases de investigación con los barcos del EIO, la inicial en los meses de febrero, marzo y abril, ya perdida, y la que va entre octubre, noviembre y diciembre. Estamos trabajando para comenzar la campaña del 13 de octubre al 19 de diciembre, con todos los requisitos de seguridad. Cuando llegue el barco lo aprovechamos al máximo porque sabemos que es un recurso costoso, y tenemos que exprimirlo el tiempo que esté con nosotros. No me gustaría decir que hemos perdido el año investigador. Soy optimista en este sentido y hay compañeros que están planificando y trabajando duro para continuar las campañas que están activas y están todavía dentro del calendario. Estoy seguro que podremos salvar la mayoría, aunque también tenemos un poco de incertidumbre si hay un rebrote del coronavirus y cómo nos afectará”.
-En los últimos años han descendido las capturas en la pesca tradicional de las Islas ¿A qué es debido? ¿Se han agotado las existencias o han dejado de ser rentables algunas especies y están buscando otras?
“Aquí en Canarias, hay que reconocer que el estado de las pesquerías es muy complejo. Muchas veces se habla de las existencias sobreexplotadas, pero el problema que tenemos en las Islas es que tenemos una pesquería multiespecífica y, en ese sentido, los pescadores van a lo que le es más rentable. Es decir, si en este momento es la temporada del atún, se dedican a esta especie, pero si en otro momento aparecen las viejas, los alfonsiños, las sardinas, las caballas o los chicharros, los cogerán igualmente, es una pesca dirigida porque tenemos barcos pequeños y artesanales, y versátil. Nuestros pescadores se adaptan al entorno y, pese a que hay épocas en las que no hay un buen año de una especie, lo compensan con otras”.