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El dragón azul, la ‘mariposa de mar’ que ronda Canarias desde hace siglos

El ‘Glaucus atlanticus’, una espectacular babosa marina de apenas tres centímetros, cuya picadura puede provocar urticaria, frecuenta las costas isleñas en primavera y otoño; su primera referencia data de 1839
Los tonos azules y plateados, junto a sus extremidades con apéndices, caracterizan al dragón azul. Foto: Sergio Hanquet

Las últimas noticias difundidas por DIARIO DE AVISOS sobre la aparición de diversos ejemplares de dragón azul en charcos del sur de Tenerife, empujados por las altas mareas de principios de otoño, han encontrado un amplio eco en numerosos medios de comunicación nacionales. El diminuto tamaño de estos nudibranquios o babosas de mar, de entre dos y cuatro centímetros, y su belleza, tanto por su forma alargada con cola afilada, seis extremidades con numerosos apéndices y cara ventral apuntando al cielo, como en sus colores azul y plateado, convierten a estos individuos en una especie singular, que incluye otras peculiaridades, entre ellas su sistema defensivo o de reproducción.

Su presencia en el litoral de las Islas no es nueva, ni mucho menos. La primera referencia en Canarias sobre opistobranquios se remonta a 1839 por el naturalista francés Alcide d’Orbigny en la obra Historia Natural de las Islas Canarias, de Philip Barker Webb y Sabino Berthelot. En ella registraba la presencia de hasta siete especies, entre ellas el dragón azul, según explicó a este periódico Leopoldo Moro, biólogo del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias.

Este experto se refiere a las babosas marinas como el dragón azul como las “mariposas del mar”, por su belleza y su consideración de moluscos evolucionados. “Han cambiado la fuerza bruta de la concha por la guerra química ”, explicó Moro, que destacó las estrategias defensivas de la especie, “desde el camuflaje al robo, mediante la alimentación, de células urticarias de medusas como la carabela portuguesa, su principal presa”.

Este último factor conviene tenerlo presente en caso de encontrarnos con alguno de estos individuos en la costa para tomar las debidas precauciones, ya que ese veneno ingerido puede producir urticarias e intensos dolores en caso de picadura. “Basta con admirar su belleza y evitar tocarlo, como toda la vida silvestre”, puntualiza Leopoldo Moro. No obstante, aclara que, a diferencia de lo que ocurre con la carabela portuguesa, no hay motivo para la alarma y pone como ejemplo que “no se cierran playas cuando se detecta el dragón azul”. Algunas publicaciones confirman picaduras a bañistas en Australia, aunque el Glaucus atlanticus, nombre científico de esta especie, abunda en el océano Atlántico y en los mares de aguas templadas y tropicales.

Moro explicó que existen más probabilidades de hallar estos ejemplares en Canarias en primavera y otoño, sus épocas de reproducción, ya que forman parte del plancton (organismos que flotan en el agua sin capacidad para desplazarse por sí mismos) y, por tanto, su movimiento, depende de las corrientes.

Recientemente, el fotógrafo documentalista y divulgador de nuestros fondos marinos Sergio Hanquet constató su presencia en una zona intermareal de Granadilla de Abona. Este especialista sugiere a cualquier persona que se encuentre algún ejemplar en las zonas de charcos, donde llegan arrastrados por las olas, que lo recoja en un recipiente y lo traslade a un charco aislado no frecuentado por bañistas donde se lo pueda llevar la marea cuando suba, ya que su hábitat es el mar abierto. “En cuanto sale fuera del agua se seca y se muere”, afirma.

Hanquet señaló que la discreción es una de sus principales armas defensivas. Su cara dorsal gris plateada se confunde con el color del cielo para los depredadores bajo la superficie, mientras que su cara ventral azul y gris plateada se diluye entre el color del agua, lo cual le protege frente a los ataques de las aves. Otra de sus singulares características es que traga regularmente una burbuja de aire para mantenerla en su estómago, lo que le permite permanecer constantemente de forma estable boca abajo frente a los movimientos del agua.

Como curiosidad, se han constatado casos de canibalismo en especímenes cautivos. Pero también hay otros detalles singulares que rodean al dragón azul, como el apareamiento de esta especie hermafrodita (posee los órganos reproductores tanto de un macho como de una hembra) en posición de cabeza a cola, a diferencia de la mayoría de los nudibranquios.

Su pene, que puede ser tan largo como su cuerpo, emerge de cada individuo para entrelazarse mientras unen su lado ventral entre sí para intercambiar los espermatozoides.

“¡Mamá, mamá, cogimos un dragón azul!”

Daniel, Iriome y Nuhazet jugaban hace unos días con una pequeña red en la orilla de Playa San Juan (Guía de Isora) cogiendo peces pequeños. Entre sus presas cayó un pequeño bicho azul y plateado. Salieron corriendo hacia donde estaban sus madres, Mary y Demelza, para enseñarles, orgullosos, su captura. “¡Mamá, mamá, cogimos un dragón azul!”. Sus progenitoras no habían oído hablar nunca de la especie, pero sus hijos la conocían por YouTube. “Se le pegó al dedo de mi hijo, pero no le picó, yo creo que estaba un poco atontado”, explicó a este periódico Mary, que describió que la pequeña babosa “se hacía como una bola cuando la tocábamos”. Tras pasar parte de la tarde en un cubo lleno de agua, como se aprecia en la foto, el dragón azul fue devuelto con vida al mar.

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