granadilla de abona

Taxistas del sur de Tenerife: “Hay compañeros que piden comida a los Servicios Sociales”

La caída del tráfico aéreo en Tenerife Sur coloca a los taxistas de Granadilla al borde de la asfixia económica. “Hay días que trabajamos 12 horas para llevar 12 euros a casa”, afirman. Lamentan la lentitud de las ayudas y depositan toda su esperanza en los vuelos del Reino Unido y Alemania
De izquierda a derecha: Manuel Chico, Juan Mesa, Iván Gaspar y Víctor Ramos, en la entrada de la sede de la Asociación de Autotaxis Granadilla de Abona. J. C. M.
De izquierda a derecha: Manuel Chico, Juan Mesa, Iván Gaspar y Víctor Ramos, en la entrada de la sede de la Asociación                      de Autotaxis Granadilla de Abona. J. C. M.
De izquierda a derecha: Manuel Chico, Juan Mesa, Iván Gaspar y Víctor Ramos, en la entrada de la sede de la Asociación de Autotaxis Granadilla de Abona. J. C. M.

El sector del taxi en el sur de Tenerife es uno de los más castigados por el desplome del turismo. El ejemplo más evidente es el de los profesionales del volante de Granadilla de Abona, que desde que comenzó el confinamiento han perdido su gran fuente de ingresos: la recogida de pasajeros en el aeropuerto del Sur, un servicio que representaba el 90% de su economía antes de la pandemia y que ahora confían en recuperar poco a poco después de que esta semana Reino Unido y Alemania hayan levantado el veto turístico a Canarias.  
“Como dice el refrán, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y no éramos conscientes de lo vital que es para nosotros el aeropuerto hasta que ha llegado esta calamidad”, explicaron a DIARIO DE AVISOS Víctor Ramos, presidente de la Asociación de Autotaxis Granadilla de Abona; Iván Gaspar, vicepresidente; Juan Mesa, censor de cuentas, y Manuel Chico, vocal.
El sector se encuentra en un momento crítico. Las 140 unidades que cargaban viajeros en la terminal del Reina Sofía son hoy 36, ya que las 191 licencias del municipio se han visto afectadas por una reducción del 80% del servicio, es decir, cada taxista trabaja tres días una semana y dos días la siguiente, la misma frecuencia que durante los meses de confinamiento. La docena de carreras diarias por vehículo en la gran puerta de entrada de la Isla son actualmente tres. Y la veintena de servicios que se realizaban de media en el resto del municipio se han reducido a apenas cinco. Las cuentas no salen y su esperanza se concentra en los corredores británico y germano.
Otro termómetro que constata el hundimiento del servicio es la central de atención telefónica, la herramienta utilizada por los usuarios para pedir un taxi. Si en febrero, mes previo a la declaración del estado de alarma, se superaron las 11.000 llamadas, actualmente apenas rondan las 2.000.
“Ahora decimos salimos a la calle, porque la palabra trabajar significa otra cosa. Lo hacemos 10 días al mes y no llegamos ni al 20% de los servicios que hacíamos. Entre julio y mediados de agosto se empezó a notar más movimiento gracias a un repunte de pasajeros en el aeropuerto y al ocio nocturno, pero, qué va, la cuarentena del Reino Unido nos mató, ahí se vino todo abajo. Ha sido el mayor palo que hemos recibido”, asegura la directiva de la asociación.
Iván complementa el argumento con un ejemplo que refleja el actual período de vacas flacas. “Ayer mismo, después de 12 horas de trabajo, hice tres carreras de cuatro euros. Me fui a mi casa con 12 euros, pero un compañero batió hace unos días el récord de espera en la parada de Los Abrigos: nada menos que seis horas para recoger a un cliente. Eso son casi tres horas por encima de la media”.
Manuel interviene para apuntalar el comentario de su compañero dibujando una realidad que le ha impactado tras contemplarla con sus propios ojos: “Da una tristeza tan grande ver cómo está Las Américas… Los hoteles parecen cementerios, no ves ni una toalla colgada en un balcón. Está todo muerto, no se ve a nadie. Psicológicamente nos hace daño. A mí me dicen que nos va a pasar esto y no me lo creo”.
Recuerda que muchos de sus colegas están en el paro o en un Expediente de Regulación de Empleo (ERTE). “Algunos sobreviven con una paga mensual de 420 euros y con niños y una hipoteca que pagar. No les queda más remedio que acudir a pedir ayuda a los Servicios Sociales del Ayuntamiento. El otro día me encontré con un compañero que me dijo: “Voy a buscar una comprita”. A mí se me rayaron los ojos. Es muy fuerte”. Juan señala que ahora prácticamente la totalidad de los desplazamientos se realizan dentro del municipio y matiza que “este es un pueblo dormitorio, con una mayoría de ciudadanos en ERTE que no coge taxis. Y nosotros tenemos que afrontar los mismos gastos trabajando solo 10 días al mes”.
Víctor añade otro factor inquietante, el de la incertidumbre por la prolongación de esta anómala situación. “Hoy seguimos con las mismas dudas que en marzo, cuando empezó todo. No sabemos cuánto va a durar, es lo que peor llevamos, psicológicamente nos está agotando”.

Respuesta lenta

Los taxistas granadilleros exigen una mayor agilidad en la gestión de las ayudas públicas. Hace dos meses tramitaron una subvención del Cabildo, que aún no han recibido, y siguen esperando por una partida económica aprobada por el Ayuntamiento de Granadilla de Abona. “La burocracia va a acabar con nosotros. El dinero nos hace falta ahora, no podemos esperar más”, asegura la directiva de la asociación, que recuerda que la mayoría del gremio en la comarca sur, que “lo está pasando tan mal como nosotros, porque todos vivimos del turismo”, ya han cobrado las ayudas municipales.
Los directivos recuerdan que los Expedientes de Regulación de Empleo obligan a mantener a cada empleado contratado en el taxi un plazo de seis meses. “¿Qué va a pasar cuando se acaben los ERTE? ¿Cómo afrontamos los gastos del trabajador?”, se preguntan. Por ello piden a los responsables políticos que estén a la altura del drama que padecen tantas familias. Aseguran que “si al motor no le echamos gasolina, no va a arrancar”. Y aclaran: “El motor somos los autónomos y la gasolina, el turismo”.

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