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Sara Baz, psicóloga experta en violencia de género: “El maltratador destruye la identidad de la víctima para manejarla a su antojo”

Canarias continúa siendo una de las comunidades autónomas con el mayor número de denuncias por violencia machista en nuestro país
Sara Baz, psicóloga experta en violencia de género. | Sergio Méndez

Sucesión de citas perfectas, ramos de flores, bombones y mensajes que prometen un amor de ensueño dan paso al “no me gusta ese vestido”, “¿otra vez vas a quedar con amigas?”, ” ¿dónde estás?”, “no vales nada sin mí”… La estrategia del agresor persigue anular a la víctima hasta el punto de que esta olvide sus pasiones, sus alegrías e, incluso, quién era antes de que el maltratador irrumpiera en su vida. La atención psicológica a mujeres víctimas de la violencia machista pretende volver a construir esa vida que han intentado borrar aquellos que aseguraban amarlas. El perfil profesional de Sara Baz Dávila es esencial durante el proceso. Esta psicóloga tinerfeña es experta en violencia de género y ha trabajado en proyectos dirigidos a mujeres y menores de edad en exclusión social. Actualmente, es coordinadora del programa La Casita de las Hermanas Oblatas que atiende a mujeres en situación de prostitución en Tenerife.

¿Cuándo decide una víctima de violencia de género recibir ayuda psicológica?
“Depende de si es un ámbito privado o público. En el primero de los casos, las afectadas toman la decisión por sí mismas, mientras que en el segundo suelen ser entrevistadas por una trabajadora social que valora en qué estado se encuentran y, posteriormente, se les informa de que existe la figura del terapeuta. Hay mujeres que la solicitan y otras, en cambio, no”.

Según tu experiencia, ¿observas un mismo patrón de conducta por parte de las víctimas?
“Muchos lo piensan y no es así. Cada mujer vive una realidad y la adquiere de formas muy diferentes. Sí es cierto que hay secuelas que suelen ser comunes en las personas que han sido maltratadas tanto emocional, sexual como físicamente. Un ejemplo es el trastorno de estrés postraumático mediante el que la víctima revive un episodio del pasado que puede afectar a sus hábitos de sueño, su alimentación, sus relaciones con otros… También pueden sufrir problemas de autoestima debido al miedo y a la desconfianza e, incluso, normalizar la violencia. Su entorno juega un papel fundamental pero es importante que no se les revictimice, sino que reciban el apoyo que necesitan”.

¿Hay mujeres más vulnerables que otras?
“No. Todas pueden ser víctimas de este tipo de violencia independientemente de su nivel cultural, de su trabajo, de su estatus… El maltratador nunca se presenta como tal, sino que idea una estrategia para dominar a la víctima, ya que al principio de la relación suele ser el amante ideal. Es lo que solemos llamar la fase de luna de miel”.

Entonces, ¿en qué momento debe sospecharse que podría ser una relación insana?
“Existen comportamientos de aislamiento que suelen ser muy sutiles mediante el chantaje emocional. Tal es el caso del ‘¿no prefieres que este fin de semana estemos juntos en lugar de irte con tus amigas?’. Si esto ocurre de forma reiterada puede ser peligroso. Otro indicio podrían ser los comentarios despectivos hacia la familia de la víctima, su ropa e, incluso, que desaliente siempre en posibles proyectos vitales o laborales. El propósito del agresor es dejar a la víctima aislada para que se sienta tan mal consigo misma que sea incapaz de romper esa relación. Destruye su identidad para poder manejarla a su antojo”.

La labor del profesional de la psicología es fundamental para ellas.
“La vivencia de una situación así tiene un impacto muy duro en la salud mental de las mujeres. Viven con ansiedad y permanecen siempre en un estado de alerta. Nosotros ayudamos a que reconstruyan su autoestima, a que vuelvan a empoderarse”.

¿Recuerdas algún caso en particular que te haya marcado como psicóloga?
“Recuerdo el de una chica de unos 25 años con la que comencé a hacer terapia. Siempre dedico un tiempo prudencial a conocerlas un poco mejor para que estén más tranquilas. En esa etapa le pregunté cuáles eran sus aficiones y, de repente, ella comenzó a llorar sin saber el porqué. Yo tampoco lo entendía. Sin embargo, más adelante, cuando se encontraba mejor me confesó que en ese momento se dio cuenta de que era incapaz de recordar qué solía gustarle. Estaba tan anulada que se había olvidado de sí misma. Un día vino a la terapia con una guitarra y cantó una canción. Verla así fue muy emocionante”.

Una víctima de violencia de género, ¿puede recuperar la confianza en otra pareja?
“Depende siempre de la propia persona. Que hayan sido víctimas les hace activar una especie de radar en pleno funcionamiento que indica qué relación puede ser insana. No obstante, hay mujeres que con el tiempo conocen a otras personas y son felices. Otras, simplemente, no quieren y están bien así. En este sentido, trabajamos en deconstruir la idea de encontrar una pareja estable para ser feliz, sobre todo, con los menores de edad, mediante la psicoeducación, es decir, valoramos esos mitos y creencias que hemos construido a lo largo de nuestra vida de manera errónea, las deconstruimos y volvemos a construirlas de una forma sana. Una vez se tenga claro, las personas deciden libremente y no condicionadas por una etiqueta social peyorativa, como solterona o amargada”.

También has trabajado con familias y menores en exclusión social, ¿son estos últimos igualmente víctimas en situaciones de violencia machista?
“La violencia de género impacta en el resto de familiares con los que se convive, ya que son testigos directos del problema. He observado que los más pequeños experimentan sentimientos parecidos a las víctimas: ansiedad, tristeza, culpa… El niño llega incluso a sentirse responsable de lo que le sucede a su madre. Es importante tratarlo porque pueden llegar a normalizar la violencia a la hora de establecer futuras relaciones de pareja”.

¿Crees que las administraciones destinan los recursos suficientes a la salud mental de las víctimas?
“Se destinan recursos pero no los suficientes. Hay muchas mujeres que son maltratadas que ni siquiera piden ayuda. Además, ahora estamos entrando en una crisis económica que puede afectar a las partidas que recibimos para los programas de atención psicológica. Pese a que la sociedad ha avanzado, aún queda mucho camino por delante”.

¿Por ejemplo?
“Es fundamental la prevención a nivel educativo porque se siguen dando patrones en los más jóvenes basados en la violencia. Es necesario invertir más en ese sector y formar tanto al profesorado como a las familias y a los alumnos. Deconstruir todas esas creencias erróneas para poder avanzar”.

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