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Elena Medel: “A la poesía la matan cada dos años, y pese a eso siguen publicándose libros excelentes y existiendo lectores comprometidos y entusiastas”

La poeta y ensayista ha acudido a Tenerife para presentar en la XXXII Feria del Libro de Santa Cruz su primera novela: 'Las maravillas'
La escritora Elena Medel ha presentado en la Feria del Libro de Santa Cruz su primera novela: ‘Las maravillas’. / Lisbeth Salas

Elena Medel (Córdoba, 1985) visita la XXXII Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife con su primera novela, Las maravillas. De la mano de Izaskun Legarza, de la Librería de Mujeres de Canarias, la ganadora en 2013 del Premio Loewe de Poesía a la Creación Joven con Chatterton se halla en la Isla en plena promoción de esta historia polisémica. Un relato que habla, entre otras cosas, de la precariedad, la periferia, el determinismo de clase y la condición femenina. Pero también es una novela que recorre el último medio siglo de la historia de España. En tiempos de distancias sociales, mascarillas y diálogos a través de una pantalla, Medel celebra poder presentar por primera vez en una feria literaria Las maravillas desde su publicación, hace ahora mes y medio.

Las maravillas es la primera novela que publica. ¿Cómo surge la necesidad de crear este relato?
“Es la primera que publico, pero no la primera que escribo. Hay otras tres antes, que descarté. Todas tenían varios elementos en común, pero sobre todo uno, el personaje de Alicia. A partir de esa voluntad de escribir una novela, fui preguntándome por qué me interesaba tanto Alicia, por qué quería saber cómo pensaba, cómo se enfrentaba a la vida… Y escribí el que sería uno de los capítulos de Las maravillas, El reino, que me planteó más preguntas: ¿quién es realmente Alicia?, ¿quién es su madre?, ¿quién es la madre de su madre?, ¿qué ha ocurrido antes de ese capítulo?, ¿qué ocurrió después? Ahí estaba ya el tema que vertebra la novela, el dinero o más bien la falta de dinero. Cómo el estatus económico define nuestras vidas”.

-Usted ha escrito ensayos, pero sobre todo su trayectoria está marcada por la poesía. Y ahora presenta esta novela. ¿Qué diferencias encuentra al abordar distintos registros expresivos?
“En paralelo a la poesía siempre he escrito narrativa. He ido publicando algunos relatos en antologías, en volúmenes colectivos, en revistas… El tempo de escritura es diferente. Con la narrativa necesito cumplir un horario casi de oficinista. En otros autores y autoras quizás sea distinto, pero a mí me hace falta esa constancia. Con la poesía puedo estar dándole vueltas a un texto durante mucho tiempo. De repente aparece una imagen, un verso, una música… y el poema se va construyendo. Para mí son expresiones que están hermanadas, pero que no tienen las mismas costumbres”.

“Esta obra se puede leer desde varios lugares: como un relato histórico, también político, feminista…”

-Como ha dicho, Las maravillas habla de la falta de dinero, pero también de la periferia, de la España que pasa de la dictadura a la democracia, de feminismo y de dar voz a quienes no la tienen…
“Me gusta pensar que se puede leer desde distintos lugares. Para quien busque un relato político, posee una lectura ideológica vinculada a la precariedad. Pero también hay una lectura histórica. El capítulo más antiguo comienza en 1969 y el más reciente se sitúa en 2018. Así que abarca casi los últimos 50 años de la historia de España. Asimismo, se puede leer como un relato sobre los cuidados y sobre la condición femenina… Y a su manera también es una extraña saga familiar. Me gustan las historias que dejan espacio para que decidas la lectura que quieres hacer, para que crees tu propio relato a partir de tus experiencias, tus expectativas e incluso tus prejuicios”.

-¿Cómo encaró el trabajo de documentación sobre un periodo tan amplio de la historia de España? ¿Tuvo que modificar alguna idea inicial del relato según avanzaba esa investigación?
“Han existido pequeños ajustes, en cuanto a fechas y datos muy específicos. No soy una persona especialmente supersticiosa y cuando escuchaba a un narrador afirmar que un personaje se le había descontrolado, me decía a mí misma: “Imposible, eres tú quien escribe”. Sin embargo, algo de eso me ha pasado en Las maravillas. Lo mismo que con pequeños detalles que de repente encajan y no sabes bien cómo. En la novela hay un capítulo en el que un personaje habla con otro por teléfono y le cuenta que ha ido al cine a ver Fanny y Alexander (Ingmar Bergman, 1982). De manera que necesitaba que esa película se hubiera exhibido en Madrid en una tarde de un fin de semana de octubre de 1984. Estuve varios días buscando en hemerotecas hasta que descubrí que un cine del barrio de Argüelles justo por esas fechas la proyectó. Se dieron ese tipo de coincidencias que me permitieron mantener algunas decisiones, aunque otras las tuve que cambiar. La documentación fue a la que recurre cualquiera cuando trabaja con un material que no conoce del todo o quiere manejar con mayor seguridad. Leí muchísimo. Para recrear las atmósferas me fueron de gran ayuda los documentos audiovisuales. Hay una cineasta que me encanta, Cecilia Bartolomé, que tiene un documental, Carmen de Carabanchel, que transcurre en los años 60, y también un par de ellos dedicados a la Transición. Para elaborar esa visión de Madrid desde la periferia, desde los barrios del sur obrero, al otro lado del río, me ayudaron los archivos virtuales. Y fue algo muy emocionante. Esos archivos de imágenes se suelen crear a partir de donaciones, de gente que a lo mejor llegó en los años 50 o 60 a Carabanchel -donde vivo y donde quise que lo hiciera una de las protagonistas de la novela- y decidió compartir con el mundo sus fotografías íntimas, de carácter muy personal, pero que también construyen la historia. Me parece un gesto muy generoso. Y a mí ese gesto de personas a las que no conozco me ha permitido forjar los ambientes de Las maravillas”.

“Más que elegir géneros al ponerme a escribir, se trata de buscar tiempo para la literatura entre mil trabajos alimenticios”

-Acudir a una feria del libro como la de Santa Cruz de Tenerife ha pasado de ser una fecha habitual en el calendario a un inusual encuentro entre escritores y lectores por esta pandemia. ¿Cómo vive esta experiencia insólita?
“Sí que lo es. De hecho la novela salió hace un mes y medio y esta es la primera feria a la que voy con ella. El jueves tuve una actividad en TEA Tenerife Espacio de las Artes y con la Feria del Libro de Santa Cruz es la tercera o cuarta presentación de Las maravillas que hago de forma presencial. Son presentaciones ante seis, ocho, diez personas… Todo está muy limitado, por lo que gran parte de la promoción es por Internet, desde el salón de casa. Así que lo vivo con mucha ilusión, porque siempre el encuentro con quienes leen tu libro resulta muy revelador. Esas nuevas lecturas te permiten ver la novela desde otros puntos de vista. Además, en mi caso esta actividad está muy vinculada a la Librería de Mujeres, un proyecto que me gusta mucho y al que me siento muy cercana”.

-Dirige una editorial, La Bella Varsovia, dedicada a la poesía. Quizás estaría de acuerdo con que profesionalmente eso supone un doble salto mortal…
“Hace 18 años publiqué mi primer libro de poemas [Mi primer bikini] y en todo este tiempo han matado a la poesía una vez cada dos años, aproximadamente. Pero siempre llega algo que la salva, algo diferente en cada ocasión: festivales de poesía, poesía escénica, poesía con rock, poesía en Internet, poesía en Instagram… Es cíclico: parece que se va a arreglar una situación problemática que en realidad es permanente. Continúan escribiéndose excelentes libros de poesía y sigue habiendo lectores comprometidos y entusiastas. No todo tiene que ser masivo. Tener más o menos lectores no significa que un libro sea mejor o peor. Como editora de poesía soy consciente de que hay cifras de ventas que es muy complicado alcanzar, pero ya digo: han intentado matar a la poesía un montón de veces y que siga ahí, cuando pasan los años y las modas, a lo mejor quiere decir que no está tan en peligro como pensamos. Prácticamente el 95% de las publicaciones de nuestra editorial son libros de poesía, pero tenemos una colección dedicada a obras de poetas escritas en prosa. Justo este lunes publicamos la prosa breve reunida de Josefina de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 1907-Madrid, 2002), Cuando ayer no puede ser mañana, en una edición de Fran Garcerá, que también se encargó de la edición de los dos volúmenes de su poesía completa (Ediciones Torremozas). Es un libro bellísimo que da muchas claves para entender la poesía de Josefina de la Torre y en cierta medida completa el retrato de la autora”.

“Para ambientar esta novela me fue muy útil la generosidad de gente anónima que un día decidió donar sus fotos personales a un archivo”

-¿Cómo aborda el oficio de escritora? ¿Puede combinar varios proyectos a la vez o al escribir esta novela, por ejemplo, debió dejar a un lado por un tiempo la poesía?
“En mi caso no se trata tanto de encontrar tiempo entre escrituras, sino de hallarlo entre mi trabajo y la literatura. Para sobrevivir voy haciendo un puzle. Por una parte está la editorial, con la que, como es fácil de imaginar, al ser de poesía no hay ningún lucro, pero luego trabajo como freelance para mil sitios: escribiendo, editando… El problema, más que en decidir si escribo un poemario, una novela o un ensayo, consiste en buscar tiempo. Además, esos trabajos alimenticios tienen que ver con la creatividad y muchas ideas se van a ellos. Es cierto que como el tempo de escritura entre verso y prosa es diferente, a lo mejor al principio trabajo en una novela a la vez que tomo notas para un libro de poemas. Pero cuando llega el periodo más intenso de escritura, no puedo estar con una cosa y cortar para ponerme con otra”.

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