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2021

Un adivino norteamericano, que ya pronosticó el desastre del 2020, dice que el 2021 no será mejor. Me niego a reconocerlo. Es imposible que sea peor, porque el 2020 fue muy malo. Nos espera, eso sí, una crisis económica de difícil remontada, sobre todo en España, uno de los países de peor economía del mundo occidental y el último de los países desarrollados. Ocurre siempre lo mismo. Un Gobierno socialista sustituye a otro de derechas. Y nos arruina. Luego viene el de derechas, como en los tiempos de Rajoy, y coloca en Hacienda al tal Montoro, para que nos tupa a impuestos. Y después, a ese Gobierno lo sustituye otro de izquierdas, y de ultraizquierda, como el de Tsipras y Varoufakis en Grecia, o el de Sánchez e Iglesias en España, y nos revienta a más impuestos hasta que les demos la patada en el culo. Para que venga otro como el de Rajoy –te lo regalo— a hacernos la vida imposible. Luego concluyo que en España no tenemos remedio. Pero pensar que el 2021 puede ser peor que el año que acabamos de despedir me parece imposible. Yo jamás había renegado tanto de la vida. No nos acordamos, pero nos encerraron en nuestros domicilios; nos han impuesto un toque de queda; nos han subido la edad de jubilación; nos han elevado el precio de los automóviles; no han hecho ni un solo gesto para subvencionar a las empresas más vulnerables, miles de las cuales han cerrado a causa de la pandemia; no han perdonado un solo impuesto. Este es un país endeudado hasta la médula (la deudas supera al PIB en un 20%) y la gente no parece darle importancia. A partir de este mes, miles de personas pueden sufrir hambre física. Seríamos el único país de la Unión en pasar por tanta humillación. ¿Votarán ustedes a los mismos o creen que los que vengan serán peores?

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