Es catedrática de Ingeniería de Sistemas y Automática en el Departamento de Ingeniería Informática y Sistemas. Se licenció en Informática en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en 1993 y leyó la tesis doctoral en Informática en la Universidad de La Laguna en 1998. Estudió en el Hogar Escuela con becas y hoy es rectora de la ULL, una institución que quiere modernizar y transformar. Nació en Arure, La Gomera, en 1970, una isla de la que guarda muy buenos recuerdos y a la que regresa cada vez que puede. Está casada y es madre de dos hijos. Hoy inaugura esta sección que pretende conocer la otra cara de aquellas mujeres que ocupan puestos de responsabilidad.
-¿En algún momento pensó que podía ser rectora de la ULL?
“No. En ningún momento. No estaba para nada en mi hoja de ruta. Es verdad que había ocupado puestos de gestión dentro de la ULL y fuí vicerrectora. Yo pensé que ya había culminado mi etapa de gestión (porque lo me gusta es la investigación), pero el momento que vivimos de cambio en la sociedad donde el mundo 4.0 está cobrando importancia me llevó a intentar transformar y modernizar la ULL. Y mi formación podía ayudar. Por eso me presenté. Era casi un reto para mí”.
-Hay mujeres que renuncian a su crecimiento profesional por su familia…
“Sí, es cierto, pero en mi familia somos un equipo y todos saben que estoy haciendo algo importante. Todavía muchas mujeres tenemos esa mochila de ser cuidadoras”.
-¿Se ha encontrado con problemas en su cargo por ser mujer?
“Bueno, hay ocasiones en las que no me preguntan a mí, sino al gerente y también hay personas que confunden amabilidad con debilidad, pero creo que estamos en el camino”.
-¿Es usted feminista?
“Lo soy dentro de la normalidad. Yo creo que la palabra clave es igualdad. Mire, vengo de un mundo muy masculino por la carrera tan técnica que estudié (en algunas clases era yo la única mujer), y por eso creo que es más bien un problema de sobreprotección. No me sacaban a la pizarra porque no querían que me equivocara y recuerdo perfectamente una vez que lo hicieron y fue porque el profesor pasó al lado mío y vio que el ejercicio lo tenía bien hecho. El problema con la sobreprotección es que al final no crees en tí y no das el paso, y es aquí donde tenemos que avanzar”.
-Hay más mujeres estudiantes que hombres, pero en cambio pocas llegan a puestos de responsabilidad.
“Es verdad. El 55% de nuestros estudiantes son chicas. En el área social y jurídica, las mujeres son el 60%; en ciencias, el 50%; en ciencias de la salud, el 70%; y en las ingenierías y arquitectura, el 25%. Esto lo que demuestra es nuestra mochila: somos cuidadoras y prioritariamente tiramos hacia la rama de la salud. No nos damos cuenta de que en ingeniería, cuando hacemos o programamos un dispositivo, al final también estamos cuidando. Hay que cambiar el chip”.
-¿Nos faltan modelos a seguir?
“Efectivamente. Cuando entre en la Universidad la rectora era Marisa Tejedor y me marcó y me sirvió de modelo para terminar de dar el paso”.
-¿Por qué Ingeniería de Sistemas y Automática?
“Siempre me han gustado los números y vivo aventuras con ellos. Cuando programo estoy en un mundo paralelo. Es fascinante. Mi entorno me animaba a hacer Magisterio o Medicina, pero gracias a Dios mi madre me dio el empuje que necesitaba. Siempre ante cualquier problema buscaba una solución y siempre creyó en nosotras. Nos enseñó a soñar en grande”.
–Su madre ¿es su referente?
“Mi madre es la que me enseñó el feminismo. Se queda viuda en Venezuela y regresa a Canarias y nos cuida a mi hermana y mi prima. Siempre nos inculcó la cultura del esfuerzo y estaba convencida de que desde la formación y el conocimiento íbamos a ser felices. Fíjese cómo era que a mí encantaban las matemáticas y en 3º de EGB tenía una profesora con la que no entendía nada y se puso a estudiar en Radio ECCA para poderme ayudar”.
-Es usted gomera ¿Qué recuerdos tiene de esa Isla?
“No sólo presumo de que soy gomera sino de que soy de Arure. Los veranos los pasaba allí con mi pato, que me seguía a todas partes”.
-Durante la anterior crisis económica, los empresarios dijeron que la ULL era una fábrica de parados.
“Es totalmente falso. En la ULL no hay profesores sino investigadores y éstos no preparan a los estudiantes para un problema concreto sino les enseñan a adaptarse y crear nuevas soluciones. A mí me da una pena enorme nuestros alumnos de primero porque esta pandemia no les está dejando vivir la vida universitaria como se merecen porque nuestro valor es la presencialidad y la sociabilización”.
-Usted tuvo COVID-19 ¿le dio miedo?
“Sí, la verdad. De entrada te asustas, pero fue estupenda la atención primaria del SCS. Cuando vengo a trabajar después de las Navidades voy al sistema de cribado y dí positivo. No sé donde me contagié porque ningún contacto estrecho fue positivo. Es un virus muy gamberro porque estoy convencida de que sigo todas las normas y aún así me contagié, con lo que hay que ser muy cuidadosos”.