santa cruz

Volver el año que viene y con más fuerza, el deseo del carnavalero

La simbólica iniciativa #YoMeMandoLaPeluca dejó imágenes curiosas, de carteros con pelucas y carniceros con sombrero, en una jornada de melancolía y respeto a las normas
Carlos se vistió ayer de Celia Cruz para ir a comprar un “quesito” al Mercado Nuestra Señora de África. FRAN PALLERO
Carlos se vistió ayer de Celia Cruz para ir a comprar un “quesito” al Mercado Nuestra Señora de África. FRAN PALLERO
Carlos se vistió ayer de Celia Cruz para ir a comprar un “quesito” al Mercado Nuestra Señora de África. FRAN PALLERO

Hay una canción de Celia Cruz que pervive en el corazón de los chicharreros aún en tiempos tan oscuros como los que ha traído la pandemia: “La vida es un Carnaval”. Porque que ese mensaje de la cantante cubana haya pasado a formar parte del ADN santacrucero es la única explicación que puede darse a que ayer se viera en la capital a una repartidora de Correos con peluca, a dos carniceros con sombreros o a dos fruteras con diademas hawaianas.

No fue una jornada normal, como ninguna lo está siendo desde hace un año. Por eso las calles abarrotadas de carnavaleros en el que debía ser el primer día de fiesta en la capital tuvieron que ser sustituidas por viandantes con mascarillas y distancia interpersonal.

Y es que quienes entendieron la iniciativa #YoMeMandoLaPeluca pasaron el día “como siempre, pero disfrazados”, cumpliendo al dedillo con el reto lanzado por el periodista Jaime Pérez Llombet en una columna publicada por este periódico en septiembre y viralizado por el humorista Darío López, de Palante Producciones.

"Como siempre, pero disfrazados", ese era el reto que proponía el columnista Jaime Pérez Llombet y que siguieron los trabajadores de La Recova. FRAN PALLERO
“Como siempre, pero disfrazados”, ese era el reto que proponía el columnista Jaime Pérez Llombet y que siguieron los trabajadores de La Recova. FRAN PALLERO

Ese homenaje a la fiesta convenció a carnavaleros como Carlos, que hacía la compra en el Mercado Nuestra Señora de África disfrazado de la mismísima Celia Cruz. Y derrochaba color y purpurina para ir a comprar “un quesito canario”.

Este joven contaba que el año pasado había vestido el mismo disfraz durante las fiestas, un atuendo heredado que tiene “años y años” y con el que había “vacilado muchísimo”. Así que ayer no se lo pensó dos veces y se lo volvió a poner para ir a La Recova: “El que es carnavalero de verdad lo vive por dentro y con un poquito, como esto de vestirse así hoy, se conforma”.

Tras un paseo “tranquilo”, por la tarde iría a tomarse algo con amigos, tratando de poner “al mal tiempo, buena cara, y todo cambia” y haciendo honor a la reina del azúcar.

Mientras, Iván y Marcos tomaban una caña que para ellos era “la representación del Carnaval”, de lo que pudo ser la fiesta pero que este año no fue. Estos amigos y compañeros de trabajo son habituales de las carnestolendas, por eso decidieron ‘mandarse la peluca’ para charlar un rato en una terraza.

Iván y Marcos, dos amigos que 'se mandaron la peluca' para ir a tomar una caña. FRAN PALLERO
Iván y Marcos, dos amigos que ‘se mandaron la peluca’ para ir a tomar una caña. FRAN PALLERO

Ambos se declaran “100% carnavaleros” y cada año salían a disfrutar de la música en la calle o incluso se apuntaban a echarse unos bailes en las carrozas. Sin embargo, esta vez les que toca conformarse con esa “mínima degustación” de una cerveza y pasar un rato de “tranquilidad, siempre con las medidas sanitarias”.

Como Iván y Marcos, otros tantos amigos decidieron encontrarse para lucir sus complementos festivos mientras charlaban de la vida en la mesa de algún bar. En zonas como la calle San Francisco o junto a la plaza de El Príncipe, dos de los puntos calientes habituales de la celebración, no había música ni bailes, pero sí bastante colorido.

Así fue el pistoletazo de salida de dos semanas sin fiesta, de un Carnaval que no lo es y que debe servir como transición hacia un futuro con más salud y celebraciones. Ese es el deseo de quienes llevan las carnestolendas en la sangre, como Carlos, la Celia de La Recova, que antes de despedirse lanzaba al aire su deseo de poder “volver a festejar, y con más fuerza, el año que viene”. Claro que sí, ya lo decía su musa: “Tan solo hay momentos malos y todo pasa”.

 

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