En la última reunión que mantuvieron los promotores del Telescopio de Treinta Metros (TMT, por sus siglas en inglés) con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), los impulsores de la infraestructura manifestaron su interés por conocer cuáles serían las aportaciones que estaría dispuesta a hacer España en caso de que el instrumento de observación se colocara en las cumbres de la Isla Bonita.
Así lo confirmó ayer a DIARIO DE AVISOS el director del IAC, Rafael Rebolo, quien destacó el hecho de que “el interés por el proyecto sigue intacto”, frente a la virtual cancelación del mismo, como se llegó a plantear -y temer- ante sus problemas de financiación, que con la futura entrada del Gobierno de Estados Unidos al consorcio internacional que promueve el aparato quedarían subsanados.
Y precisamente en relación a esa ficha financiera que prevé consignar la nación norteamericana, Rebolo dijo que, si se cumplen los pronósticos, el país va a asumir “un papel de liderazgo”, por lo que será quien decida la ubicación final del telescopio, que se disputa entre la hasta ahora “preferida”, el monte de Mauna Kea (Hawái), y una parcela de Puntagorda (La Palma) como opción B. En este punto, cabe recordar que en la isla del Pacífico el TMT se ha topado con la oposición de la comunidad nativa, que entiende que la montaña escogida para su emplazamiento es un lugar “sagrado” y no debe ser profanado.
Por el momento, la aportación española sería el acondicionamiento y mejora de la carretera de acceso al Observatorio del Roque de los Muchachos y dos sedes, una en La Palma y otra en Tenerife, en las que podrá trabajar el personal del TMT. Unas instalaciones que aún no cuentan con fondos para su construcción, y que en parte están supeditadas a la llegada del gigante.