búsqueda de anna y olivia

El barco que busca a Anna y Olivia ya rastrea la costa de Santa Cruz

La primera jornada de trabajo del buque oceanográfico se centra en las aguas situadas desde el Cabildo Insular hasta el litoral cercano a El Chorrillo, con especial interés en la zona de La Hondura
Ruta seguida ayer por el Ángeles Alvariño en su primera jornada de búsqueda. Marine Traffic

Aunque la Guardia Civil mantiene abierta la hipótesis de la fuga, cobra actualidad lo relacionado con la búsqueda en el litoral tinerfeño de pruebas que puedan aclarar lo sucedido con Tomás Gimeno, un varón de 37 años de edad, y sus dos hijas pequeñas, Anna y Olivia (de uno y seis años, respectivamente), desaparecidas desde el pasado 27 de abril.

Ello se debe a que, al fin, el buque oceanográfico Ángeles Alvariño, dotado con un sonar de barrido lateral y con un robot submarino, se sumó en la tarde de ayer a la búsqueda que, desde el mismo día en que se produjo una ausencia que ha conmocionado a toda España, se lleva a cabo por el litoral de la vertiente este de Tenerife, especialmente en la zona comprendida desde la costa del término municipal capitalino hasta el de Güímar, aunque puntualmente se amplió al Sur de la Isla e incluso a parte del litoral palmero.

Tras su llegada al puerto santacrucero en la tarde del sábado, donde atracó en el Dique del Este, durante la mañana de ayer se celebró una reunión entre el personal del barco en cuestión con los investigadores de la Guardia Civil asignados al caso y responsables de la Autoridad Portuaria tinerfeña al objeto de coordinar las labores de búsqueda. Finalmente, faltaban unos minutos para las dos y cuarto de la tarde cuando el Ángeles Alvariño zarpó de la capital y comenzó sus trabajos.

Como ya adelantó DIARIO DE AVISOS, la primera zona donde se ha desplazado este buque corresponde a las aguas situadas frente al municipio santacrucero. De entrada, navegó mar adentro para alejarse de las corrientes que todo navegante evita en ese lugar y, posteriormente, comenzó a rastrear los fondos submarinos situados ante el Muelle de La Hondura, Hoya Fría, El Pilar y El Chorrillo, sin llegar a superar los límites municipales de Santa Cruz.

Ello se debe a que, como es sabido, Tomás Gimeno zarpó la noche de autos en una embarcación de recreo de su propiedad de seis metros de eslora con la que apenas gastó un tercio del combustible que puede cargar con los depósitos llenos. El hecho de que finalmente apareciera dicha embarcación frente al Puertito de Güímar, vacía y a la deriva a primera hora de la tarde del día siguiente, sin duda obedece a que las corrientes referidas fueron empujando la misma hacia el Sur.

La aportación sustancial que ofrece este buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO) radica en dos circunstancias. Por una parte, cuenta con un robot submarino no tripulado, llamado Liropus, que costó un millón y medio de euros y que es capaz de maniobrar hasta los 2.000 metros de profundidad. Ya tiene experiencia en Canarias, por cuanto, sin ir más lejos, fue empleado para la observación del volcán submarino Tagoro, frente a La Restinga (El Hierro).

Profundidades

Aunque las profundidades submarinas en prácticamente toda Canarias llegan a ser abisales (3.000 metros) al poco de alejarse de la costa, en la zona donde ayer trabajó el Ángeles Alvariño oscilan, al menos en su recorrido inicial (ver imagen adjunta), entre los 500-600 metros y los 1.000.

La segunda gran aportación de este barco es un sonar de barrido lateral, aparato que usa la propagación del sonido bajo el agua para obtener imágenes digitales de la superficie del fondo marino. Las señales acústicas emitidas rebotan en el fondo creando una imagen del mismo. Sus aplicaciones más comunes incluyen la cartografía detallada de comunidades de los fondos marinos, localización de tuberías, viaductos o cables, la búsqueda de objetos o yacimientos arqueológicos sumergidos, entre otros.

A priori, lo que se busca son las bolsas que Tomás cargó en la embarcación de recreo esa misma noche, y que se presupone contenían ropa y juquetes de las niñas, según se observa en las imágenes captadas por las cámaras de la Marina santacrucera, así como el ancla de la lancha. No en balde, cerca de donde se encontró esta embarcación apareció una sillita infantil que la familia ha reconocido como de su propiedad.

Eso sí, la acumulación de pecios en zonas como La Hondura no facilitarán precisamente los trabajos descritos.

Casi cinco semanas de intensos trabajos

Bienvenido sea el enorme aporte tecnológico que supone la suma del buque oceanográfico Ángeles Alvariño a los trabajos de búsqueda de las niñas desaparecidas, ausentes junto a su padre desde el pasado 27 de abril en un caso que el Juzgado de Instrucción Número 3 de Güímar investiga, bajo secreto de sumario, como un presunto secuestro parental.

Sin duda, tanto el sonar como el robot submarino con los que cuenta este barco del Instituto Español de Oceanografía despejarán más sombras en el mapa que manejan los investigadores de la Guardia Civil, que siguen sin descartar hipótesis alguna, pero lo cierto es que los medios locales no han dejado de trabajar en el caso desde el primer día, siempre en la medida de sus posibilidades.

Especial mención merecen las batidas llevadas a cabo por miembros de Protección Civil de Santa Cruz de Tenerife y del Centro de Coordinación Operativa de la Administración Local (Cecopal) que, junto a la Policía Local capitalina y el propio Grupo de Emergencias y Seguridad del Gobierno de Canarias, han rastreado el litoral de la vertiente este de la Isla y, particularmente, la costa cercana al término municipal de Santa Cruz de Tenerife, tanto por tierra como por mar.

Todo ello, claro está, supeditado a la investigación que lidera la Guardia Civil.

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