búsqueda de anna y olivia

Beatriz piensa en sus hijas y reza para sacar fuerzas en los peores momentos

La madre de Anna y Olivia publica una carta dirigida a las niñas, donde relata cómo supera sus momentos de angustia y recuerda lo protectora que es siempre la mayor con su hermana pequeña
Imagen de las dos menores Anna y Olivia, secuestradas por su padre, Tomás Gimeno. DA
Imagen de las dos menores Anna y Olivia, secuestradas por su padre, Tomás Gimeno. DA

Beatriz no pierde la esperanza. La madre de las niñas secuestradas en Tenerife por su padre, Tomás Gimeno, hace más de un mes afirmó ayer que confía en la vida y en las personas que están poniendo todo de su parte para que sus hijas no queden en el olvido y las reconozcan “vayan a donde vayan, porque esto no es justo”.


En una carta dirigida a las niñas que se ha hecho pública, asegura que seguirá fuerte hasta que las encuentre y las abrace, pero admite que siente angustia y que es difícil levantarse cada mañana y no sentirlas a su lado.


“Oli y Anna, ustedes son mis corazones que ahora están lejos, por lo que mi corazón late muy muy muy fuerte para encontrarlas”, asevera Beatriz, quien sabe que sus hijas sienten su amor y que volverán a estar juntas.
Dice que cuando no puede más y solo le asalta la idea de morirse porque no soporta esta angustia, piensa en las niñas y, acto seguido, se levanta, coge fuerzas y reza a Dios, al Universo, para que vuelvan de manera inmediata, “como un mantra, una y otra vez”.


Sobre Olivia, una niña “muy fuerte y sensible a la vez”, destaca su capacidad para el kárate, deporte del que fue cinturón amarillo con 5 años, y para la hípica. “Siempre tan valiente… tan llena de entusiasmo y vida”, recuerda la madre, quien relata que tenía muchas ganas de tener a su hermana Anna, de la que siempre dijo que era su protectora.


“Ahora lo pienso y me sorprende… su protectora… los niños tienen un sexto sentido y quizá por algo lo decías”, reflexiona la madre, quien reconoce que esto la calma mucho.


Revela en la carta lo bonito que fue recibir “a Annita, nuestro peluchito”, como la llamaba Olivia, más aún después de haber perdido a otro hermano con ocho meses de embarazo.


“Una experiencia muy dura y difícil que sobrellevaste de una manera increíble”, valora Beatriz, quien confía en que Olivia está cuidando de su hermana muy bien y deseando volver a estar juntas lo antes posible.


“Las quiero… con todo mi corazón y alma”, concluye la madre, quien le pide a Olivia, su hija mayor, que se lo repita con dulzura al oído a Anna, pues “ella no sabe leer” y solo su hermana puede recordarle el amor incondicional de mamá que las espera siempre.


Y mientras Beatriz mantiene la fe, el buque oceanográfico Ángeles Alvariño continúa sus labores dentro del dispositivo de búsqueda de las niñas. Ayer estuvo en un área muy similar a la del día anterior, entre Santa Cruz y Las Caletillas. El buque tiene un robot llamado Liropus que costó un millón de euros y que es capaz de maniobrar hasta los 2.000 metros de profundidad. También tiene un sónar de barrido lateral que usa la propagación del sonido bajo el agua para obtener imágenes digitales de la superficie del fondo marino.

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