Tradición, mucho trabajo y perseverancia son las características más importantes de la huerta de Sergio Rodríguez, un agricultor tinerfeño de 26 años que hace tan solo 48 horas se popularizó en redes tras haber lanzado un grito de auxilio a la población de la Isla. El joven pedía en un vídeo publicado en sus redes ayuda para vender los 8.000 kilos de sandía que había cultivado y en tiempo récord ha logrado quitarse ese gran peso de encima. “Ha sido todo demasiado para mí, no sé cómo agradecerlo”, contaba abrumado esta misma mañana a DIARIO DE AVISOS después de haber prácticamente agotado las existencias de sandía.
Los problemas de Sergio para vender la sandía comenzaron hace unos días. Él tenía planificado cultivar esta fruta en tres tandas, para así ir vendiéndola en la pequeña tienda que tiene junto a su huerta en Tejina, llamada Frutas y Verduras Nito. Sin embargo, “con los calores y cambios de tiempo, las plantas se volvieron locas” y terminaron por “botar todas las sandías de golpe”.
Con unos 8.000 kilos de sandía, Sergio se vio “saturado”, ya que no tenía donde guardarla y el tiempo jugaba en su contra al ser la sandía una fruta que se estropea muy pronto. Por eso, tocó muchas puertas en busca de ayuda y todos los mayoristas se negaban a comprarle: “No la querían porque de aspecto no luce tan perfecta como la de fuera, pero en sabor la duplica”. Además, el joven añade a esto lo difícil que es competir con el bajo precio de las procedentes de la Península o Marruecos.
La desesperación del agricultor era tal, que pensó en vender la fruta que pudiera y el resto “dársela de comer a los animales”. Fue entonces cuando se le ocurrió hacer un vídeo con el que animar a los tinerfeños a comprar producto local, invitándoles a probar sus sandías a un precio de 0.65 céntimos el kilo: “Si las prueban, seguro que repiten”, garantizaba.
Su petición tuvo una gran respuesta en redes sociales y también fuera del mundo virtual. Con la idea de hacer la compra perfecta y, de paso, ayudar al productor local, decenas de personas se han acercado entre ayer y hoy a la tienda del agricultor.
Una de las tinerfeñas que acudió al rescate de Sergio fue Julia, vecina del centro de La Laguna, que ya solía comprar allí “por la calidad, el precio y el buen trato que siempre te dan”, pero que decidió acudir esta mañana motivada por el vídeo de Sergio: “Es muy importante que lo que compres repercuta aquí, sobre todo ahora que casi todo lo que comemos viene de fuera”.
En la lista de la compra de Julia, no faltó el producto estrella, la sandía, que estaba “muy buena y barata”, pero además aprovechó para hacerse con otras frutas “que con el calor se agradece tomarlas”, -decía mientras cargaba una enorme bolsa hasta el coche-, así como con algunas verduras “para hacer un potajito o un revuelto”.
Otra de las clientas que se pasaron hoy por la frutería fue Ana Belén, una vecina de La Laguna que conoció la historia de Sergio por su vídeo viral y no dudó en ir a “ayudar”. Así, compró sandía pero también unos pimientos de Padrón y lechuga. “Vendré más veces”, dijo antes de irse.
TRADICIÓN
El lagunero lleva toda la vida viviendo sobre tierra fértil y viendo cómo el duro trabajo de sus abuelos y de su padre siempre daba sus frutos. “Desde chiquitito siempre me ha gustado, iba mucho a echar una mano hasta que a los veintiuno me di de alta como autónomo para dedicarme a la agricultura de forma profesional”, explica un ilusionado Sergio Rodríguez.
Su invernadero mide 12.000 metros cuadrados y está dividido en varias huertas, mientras que el de su padre tiene unos 15.000 metros cuadrados. Los olores, sabores y colores cambian a cada paso que se da entre ellos, donde la variedad es clave para lograr que la pequeña tienda en la que venden nunca falte alguno de los productos “verdes”, como la lechuga o el perejil.
Como valor añadido, el joven intenta no usar productos químicos y varias flores colocadas estratégicamente sirven como “repelente natural” a los insectos.
La historia de Sergio es la de muchos en Tejina, donde “es raro el que no trabaje en la agricultura o en algo relacionado con ello, como poniendo plásticos o haciendo paredes en los invernaderos”, dice mientras cambia algunas cajas de sitio y organiza el resto de la jornada junto a los trabajadores de la huerta.
MUCHO TRABAJO
En la huerta de Sergio trabajan otras cuatro personas y, en función de la temporada en la que esté cada cultivo, se requiere contratar personal eventual como refuerzo. Es un trabajo “muy sacrificado” -relata- porque “las plantas no entienden ni de sábados, ni de domingos, ni de vacaciones, ni de nada. Cuando toca recoger hay que estar sí o sí”.
Para que todo funcione entre la huerta y la tienda, además de los llamados productos “verdes”, Sergio siempre se planifica para que haya tomates, calabacines, habichuelas, pimientos y berenjenas. Y luego, prevé otros cultivos de fruta de temporada, como la sandía.
Tener tanta variedad de cultivos es “mucho más laborioso”, sobre todo porque “no es lo mismo a la hora de regar o de recoger”, pero el lagunero asegura que este esfuerzo “vale la pena” si no se quiere depender de terceros a la hora de vender.
PERSEVERANCIA
El modelo “de la huerta a la tienda” ha funcionado a tres generaciones en la familia de Sergio Rodríguez y, si bien no se pueden predecir pequeños contratiempos como el que le ha ocurrido estos días con la sandía, el tinerfeño asegura que “nunca se rendirá” en la profesión que siempre ha llevado en la sangre.
Cansado por todo lo que ha vivido estas últimas 48 horas en las que su vídeo ha inundado internet y su tienda se ha llenado, no para de dar las gracias a quienes se han volcado en apoyarle y asegura que “nunca olvidará este día”.