Inmerso el país en una vorágine de protestas por el presunto crimen homófobo de Samuel, el joven de 24 años que fue asesinado a patadas la semana pasada en La Coruña al grito de “maricón”, todavía hay quien se pregunta si realmente es necesaria la celebración del Día del Orgullo LGTBIQ+. Para Sara Herrera, de 34 años, “todos los sectores de la sociedad que estén oprimidos tienen que manifestarse, visibilizarse”. Esta tinerfeña, que reside en la localidad norteña de La Orotava, afirma que cada 28 de junio la gente “grita a los cuatro vientos que quieren ser lo que sienten”. Una realidad de la que era consciente y respetaba la entrevistada hasta que, este último año, decidió unirse al colorido clamor.
“Quiero visibilizar mi situación porque nada es estático y en cualquier momento, como me ocurrió a mí, te puedes replantear tu sexualidad“, ha querido comenzar Sara esta entrevista concedida a DIARIO DE AVISOS en un momento clave para el colectivo. Y es que sus trabajos en el sector de la cosmética proyectaron en Canarias su faceta más social en Instagram, donde ahora, con más de 22.000 seguidores, se muestra libre, valiente y segura. “Creía que era heterosexual, pero nunca había desechado la idea de sentir atracción por mujeres. Y, pese a que todas mis parejas habían sido hombres, nunca me lo había preguntado hasta que, hace unos siete meses, apareció en mi vida una persona: una chica”.
La bisexualidad se define como la inclinación erótica o romántica hacia individuos de uno y otro sexo, aunque una gran parte de la población cree que la mujeres que se consideran bisexuales son “viciosas” y los hombres, “maricas”. El problema, según indica la maquilladora, es que apenas hay referentes y “la controversia social es juzgar”. En su caso, fue un vídeo publicado en YouTube por la cómica Carolina Iglesias, denominado Cómo sumí que soy bisexual, lo que ayudó a Sara a asimilar sus sentimientos. A este respecto, reconoce que salir del armario con más de 30 años es atípico, pero jamás “he sentido que haya tenido que entrar y salir de ningún sitio”.
Cuenta que cuando confesó sus sentimientos a una parte de su entorno hubo “caras” y personas que solían preguntarle cómo se dio cuenta de que le gustaban las mujeres. “Pues como a ti te gustó tu marido”, respondía la villera con gracia. Sin embargo, admite que lo más complicado fue sincerarse con su familia porque “fui criada en el cristianismo -aunque ahora no me considere como tal-, donde existe un matrimonio heterosexual y, por norma, tienen hijos”.
Al ser preguntada sobre si hubiera sido más sencillo declarar su bisexualidad siendo más joven, explica que para su familia sí, pero no para ella: “Para mí hubiera sido más complejo decir que soy bisexual con 18 años, pero para la sociedad ha sido más difícil con 34”. “Tengo la madurez suficiente para que las opiniones ajenas no me molesten”, asegura la también influencer tinerfeña. Ahora, anuncia con vehemencia que “soy bisexual”.
Tal y como sucedió en su ambiente más íntimo, Sara también decidió hablar sobre su orientación sexual en redes sociales, perdiendo así algunos seguidores y, afortunadamente, ganando otros. “Al principio, creí que no necesitaba etiquetas, pero conforme comenzaba a tratar el tema, más me veía reflejada”, indica la entrevistada, quien agrega que “las etiquetas son importantes porque mucha gente las necesitas y si no se habla de ello, parece que no existe”. “Me gusta Joaquín Sabina, suelo vestir de negro y me veo reflejada en la bandera LGTBIQ+”, declara en alusión a las suyas.
Sara manifiesta que aquellos que hablan del enamoramiento de las personas, independientemente de su género, suelen ser heterosexuales, ya que “hablan con condescendencia, con pena” y, a su vez, reivindica la importancia del deseo sexual. “Se debe hablar desde el respeto y, sobre todo, hay que entender que darle normalidad es visibilizarlo”, concluye.