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Abandonados por sus familias: centenares de ancianos viven sus últimos días en los hospitales de Tenerife

Los casos, denunciados ante la Fiscalía por una médica del HUC que ha decidido romper su silencio en DIARIO DE AVISOS, fueron archivados: "Su respuesta ha sido básicamente que me meta en mis asuntos"
vejez en La Palma

Hay línea. Suena uno, dos y tres tonos hasta que salta el contestador. Al otro lado, una mirada cansada, perdida, a la espera de que su sobrina o su hijo conteste. Pasan las semanas y la habitación continúa siendo la misma: sin apenas luz solar y con paredes que no soportan recuerdos de otras vidas, otros tiempos. Y finalmente la incertidumbre se convierte en tristeza, inundando la recta final de una vida que, lejos de rodearse de los suyos, apagará su luz en la fría cama de una residencia.

El abandono de mayores en los hospitales de Tenerife es una realidad. Centenares de ancianos viven sus últimos días en una planta hospitalaria hasta que -con suerte- Servicios Sociales los reubica en los centros pertinentes para su cuidado y atención, pese a su deseo de regresar a sus viviendas. Según ha podido averiguar DIARIO DE AVISOS, a principios de verano de 2021, unas 50 personas se encontraban en situación de desamparo en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), mientras que en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria el número era aun más elevado, aproximadamente 200. Unas cifras inaceptables.

Lamentablemente, aunque el personal sanitario se tope a diario con la situación, es un tema tabú, bien por la repulsa que produce la inacción por parte de los allegados, bien por la frustración de sentirse maniatado de cara a las administraciones. Una médica del HUC, que prefiere permanecer en el anonimato, ha decidido romper su silencio en pro de aquellos que han dado su vida por los suyos, los que ahora precisamente optan por renunciar a su atención durante la vejez. “En Tenerife existe bastante reticencia a que los familiares se lleven a los ancianos del hospital”, cuenta la doctora, quien además reconoce que en sus años de experiencia por distintos puntos del país jamás se había enfrentado a una cuestión tan delicada como la que lleva ocurriendo desde hace años en la Isla. “No sé si en Canarias la situación económica es peor o la presión laboral impide una mejor conciliación, pero es cierto que aquí suceden más casos de abandono”, declara.

Su hijo nos espeta por teléfono que no piensa abrirle la puerta a su padre, aun cobrando su pensión

Por su parte, el director de la Confederación Estatal de Mayores Activos (Confemac), Vicente Pérez, explica que la poca solvencia económica puede ser una de las razones que justifique esta renuncia al cuidado. En sus años al frente de la asociación, dedicada a la integración de los mayores en la sociedad mediante elementos dinamizadores, admite que “es cierto que algunos hijos renuncian sin motivo aparente a sus padres cuando estos los necesitan, pero son ocasiones puntuales, no se puede generalizar”, apunta en cuanto al ámbito familiar. No obstante, el portavoz de Confemac, que es conocedor de las cifras en las clínicas tinerfeñas, coincide con la entrevistada aludiendo a un estudio de la confederación: “Apenas tenemos situaciones de personas abandonadas por sus familiares en los hospitales de la Península”.

A este respecto, la trabajadora del HUC explica que los tipos de omisiones por parte de los descendientes son múltiples. “Hay pacientes que son más dependientes, pero otros caminan de forma autónoma y manifiestan abiertamente que quieren volver a su casa; el problema es que su hijo, por ejemplo, nos espeta por teléfono que no piensa abrirle la puerta, aun cobrando su pensión, y eso es desolador porque estamos hablando de gente que está viviendo el final de su vida”. 

Paco tiene más de 80 años y, a pesar de un ligero deterioro cognitivo, se desenvuelve con normalidad. Ingresó en el HUC por un contratiempo. Tras superar una intervención y un postoperatorio satisfactoriamente, el octogenario quiso regresar a su domicilio, que además es de su propiedad. Sin embargo, su hija se negó a recibirlo. El anciano acabó en una residencia, engañado incluso por el personal del hospital que, por humanidad, prefirió decirle que estaba siendo trasladado a un centro de rehabilitación y omitir la verdad.

El historial clínico de Carmen era dispar. Tenía más de 90 años y demencia en un grado avanzado. Fue hospitalizada en el HUC y, una vez recibió el alta, su hija declaró sin titubeos que estaba cansada de cuidarla, pese a que se le informó de que su madre podría fallecer en cualquier momento. La mujer hubiera muerto rodeada de sus seres queridos en su propia cama, pero lo hizo completamente sola en una habitación de hospital.

Juan también fue paciente del HUC. El agricultor, que posee varios terrenos en la Isla, perdió la movilidad de sus piernas y ninguno de sus hijos (casi una decena) está dispuesto a acogerlo ni a pagar una residencia, tan solo uno de ellos que carece de medios económicos. A día de hoy, continúa en una planta hospitalaria.

PROTOCOLO A SEGUIR

Cuando acontecen este tipo de sucesos, los centros hospitalarios contactan con los servicios sociales de la Comunidad Autónoma para que, a través del protocolo correspondiente, se le asigne a la persona una residencia pública. La médica del HUC afirma que, como profesional, debe darles el alta hospitalaria, quedando el afectado “en una especie de limbo hasta que haya una plaza disponible”. En concreto, son alojados en una planta hospitalaria de baja demanda donde, debido a las restricciones decretadas por la pandemia, muchos no pudieron recibir visitas durante bastante tiempo. El periodo suele durar unos cuatro meses, pero, por desgracia, “he tenido pacientes que han fallecido antes”.

El director de Confemac sostiene que la falta de agilidad burocrática en el área de Dependencia es un maltrato institucional en sí. “No es lógico que alguien que solicite una valoración, esté esperando varios meses a que llegue el recurso”, manifiesta Pérez, que lamenta que hay ocasiones en las que cuando se aprueba la ayuda “la persona ya está en el cementerio”.

En referencia al abandono, incide en la importancia de denunciar porque “todo el mundo tiene derecho a hacerlo”. De hecho, la propia confederación ha recibido demandas por parte de terceros que acusan de tratos vejatorios o maltrato a mayores. En cambio, la doctora sí ha puesto en conocimiento de las autoridades la barbarie que sucede en el HUC. “He trasladado varias situaciones a la Fiscalía, pero su respuesta ha sido básicamente que me meta en mis asuntos, aunque en otras ocasiones alega que, como el hospital ya está buscando una residencia para el anciano, no existe delito de abandono”. Y es que los casos que ha denunciado ante la Fiscalía Provincial de Santa Cruz de Tenerife han sido archivados, incitando esta a la demandante a “reiterar su pretensión ante el Juzgado de Instrucción competente”, tal y como recogen los documentos aportados por la entrevistada, quien también ha pedido asesoramiento jurídico. “Los abogados con los que he contactado coinciden en que los delitos en este ámbito no están claramente tipificados”, sostiene.

QUÉ DICE LA LEY

MAYORES SOCIOSANITARIO CORONAVIRUS
Una técnico sociosanitario lleva a un residente a su habitación en un centro. | EUROPA PRESS

Según los artículos 142 y 143 del Código Civil español, “están obligados recíprocamente a darse alimentos los cónyuges; los ascendientes y descendientes legítimos; los padres y los hijos legitimados por concesión real y los descendientes legítimos de estos; y los padres y los hijos naturales reconocidos y los descendientes legítimos de estos”. Asimismo, puntualiza que “se entiende por alimentos todo lo que es indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según la posición social de la familia”.

La materia en cuestión también está regulada en el Código Penal de España a través de su artículo 226, que a continuación citamos textualmente: “El que dejare de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes, ascendientes o cónyuge, que se hallen necesitados, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 12 meses”. Y en su segundo apartado plasma que “el juez o Tribunal podrá imponer, motivadamente, al reo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar por tiempo de cuatro a diez años”.

El médico tiene la obligación inexcusable de ponerlo en conocimiento de la Fiscalía

La presidenta de la asociación del Defensor del Paciente, Carmen Flores, ha mostrado su sorpresa e indignación ante las cifras mencionadas de abandono en los hospitales de Tenerife que, hasta el momento, desconocía y asegura que denunciar estas situaciones es deber de los profesionales de la salud e, incluso, de las gerencias. “El médico tiene la obligación inexcusable de ponerlo en conocimiento de la Fiscalía, tanto si le gusta como si no, porque es un delito dejar a una persona abandonada como si fuera una maleta”, advierte Flores que, a su vez, alude a la responsabilidad de la Fiscalía de Mayores como “servidor público”. “Cuando hay delito, hay que denunciarlo”, concluye.

EL TRASLADO, “PRONTO”

La consejera de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud, Noemí Santana, declaró durante la sesión plenaria del Parlamento regional del pasado martes que las personas que ocupan camas hospitalarias por la falta de plazas sociosanitarias podrían ser trasladadas “pronto”. A pesar de que Santana admitió que en los años 2014, 2015 y 2016 se intentó encontrar una solución al problema, la orden del Ejecutivo canario se truncó por aquel entonces. “Ahora tenemos un altísimo consenso entre los técnicos” de las consejerías de Sanidad y Derechos Sociales por lo que, según indicó, “la orden será pronto una realidad”.

Sin embargo, hacer frente cada día al abandono de un padre o una madre, intentando esbozar una sonrisa, es un arduo cometido. La doctora del HUC, que ha decidido alzar la voz por aquellos que ya carecen de ímpetu, espera que este sigiloso dolor que se vive de puertas para adentro sea comprendido “de una vez” por la sociedad canaria y “remueva conciencias”. Se emociona al confesar que se ha planteado cambiar de profesión por la crueldad de los hechos, pero finalmente decide persistir: “Creo en el ser humano por encima de todo”.

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