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Los médicos de Tenerife coinciden: el número de casos de abandono en los hospitales es “llamativo”

En los complejos hospitalarios de la Isla existen actualmente 172 personas en situación de desamparo por "múltiples motivos", a la espera de ser alojadas en residencias o centros sociosanitarios

La vida, tal y como la conocemos, no tendría sentido sin su antagónica: la muerte. Ambas permanecen ligadas desde que en la habitación del hospital se percibe ese primer llanto desgarrador. Un acontecimiento entrañable y dichoso que espera con anhelo el entorno, la familia, pero que a veces no denota la misma atención en el final de la misma.

Las escalofriantes cifras sobre el abandono de mayores por sus familias en los hospitales de Tenerife, publicadas hace una semana por DIARIO DE AVISOS, sobrecogieron a la población isleña, incrédula de tal panorama. A su vez, numerosos profesionales de ambos centros ratificaron el testimonio de la médica, e incluso se han animado a aportar el suyo propio. Tal es el caso de un doctor que desempeña su labor en el servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC). Prefiere preservar su intimidad, pero no titubea al afirmar que el desamparo de ancianos es una realidad a la que debe enfrentarse cada día.

“He trabajado en otras Comunidades Autónomas y, sin duda, la situación de este hospital -en referencia al HUC- es especialmente llamativa”, declara el profesional, que agrega que en su área, a día 15 de octubre, había un total de 10 pacientes abandonados. Una declaración que coincide con la de la sanitaria del HUC, que admitió en su momento que en sus años de experiencia por distintos puntos del país jamás se había encarado a una cuestión tan delicada como la que lleva ocurriendo desde hace años en la Isla. Tal y como dice el primero, se trata de “personas que demandan ciertos cuidados, pero que no tienen una relación estrecha con su entorno o familiares directos”. “El perfil de los afectados suele ser similar: gente con bajos recursos que no pueden realizar autocuidados”, indica.

El médico de Urgencias puntualiza que a las personas en situación de desamparo no se les denomina pacientes, sino residentes porque solo necesitan cuidados básicos como comer o asearse. Reconoce que “casos hay muchos”, pero “sin duda me acuerdo mucho del de un chico joven, de unos 25 años, que padecía esquizofrenia; carecía de apoyo familiar, por lo que vivía en la calle; permaneció varias semanas en el hospital hasta que finalmente se le consiguió una residencia”. El entrevistado indica que durante el año pasado y como situación excepcional debido a la irrupción de la pandemia de coronavirus, “se derivaron algunos problemas sociales al Hospital del Norte“, situado en el municipio de Icod de los Vinos.

Al ser preguntado por el protocolo a seguir, teniendo en cuenta las repetidas denuncias presentadas por la doctora del HUC ante la Fiscalía Provincial de Santa Cruz de Tenerife que fueron archivadas, manifiesta que “no existe ninguno”: “Lo único que podemos hacer desde Urgencias es contactar con Servicios Sociales para que valoren el caso”.

Cifras actuales en Tenerife

Según datos facilitados por los hospitales tinerfeños a este periódico, en estos momentos existe un total de 172 personas en situación de desamparo por “múltiples motivos”, a la espera de ser alojadas en residencias o centros sociosanitarios.

En concreto, el grueso de casos ocurre en el Complejo Hospitalario Universitario Nuestra Señora de Candelaria, que actualmente cuenta con 105 pacientes con altas clínicas que permanecen en sus instalaciones. Todos ellos, con un expediente ya iniciado por parte de la Unidad de Trabajo Social. En el HUC hay 50 residentes que requieren cuidados no hospitalarios, mientras que en el Hospital del Norte son 17 los afectados.

Desde los citados hospitales explican que “la Unidad de Trabajo social se activa para ayudar tanto paciente con este tipo de perfil como a su familia en la búsqueda de recursos alojativos acordes con su situación hasta que estos puedan retornar a sus domicilios o centros sociosanitarios adecuados a su nivel de requerimiento”.

Todos ellos insisten en que no se trata de “personas abandonadas por sus familiares”, sino de pacientes que “por diferentes razones” no pueden retornar a sus hogares. Una visión del problema que confronta con la de la profesional que hace unos días se armó de valor y puso sobre la mesa sus propias conversaciones con los hijos y sobrinos de aquellos mayores que, lejos de morir rodeados de los suyos, lo hicieron en la fría cama de un hospital.

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