
Alioume pasó ocho días en una patera. Partió desde Senegal y llegó al puerto de Los Cristianos hace ya un año. Entonces tenía 16 años y arribó a Tenerife con otras 67 personas, en una travesía que define como “muy dura”. Vive con una familia de acogida “muy buena” que le está dando la oportunidad que su país natal no podía ofrecerle. Unas necesidades que en el caso de Abeldilah se convierten en cuestión de vida o muerte. A sus 32 años, hace casi uno que se metió en una patera desde Marruecos rumbo a España. En su caso, la atención médica que la sanidad española puede prestarle está detrás de un viaje que casi le cuesta la vida. Enfermo del hígado, en su país, su médico no le quiso hacer un visado para entrar legalmente en España en busca de una ayuda que en su país no podía obtener. “Llegué con la barriga muy hinchada y me llevaron directamente al hospital. Allí me dijeron que la única solución era el transplante”, explica en un español perfectamente comprensible. Incluso cuenta con resignación que llegaron a ingresarle hace poco. “Me habían puesto en lista de espera y me dijeron que había un hígado para mí, pero al final no pudo ser, y me volvieron a dar el alta”. Sigue esperando.
Estas son solo dos de las historias que acompañan a los alumnos que han participado en la última edición del curso Conoce Santa Cruz y mejora tu español, una iniciativa desarrollada desde el Instituto Municipal de Atención Social (IMAS) que posibilita que las personas extranjeras residentes en el municipio accedan, de manera gratuita, a un curso de 70 horas de duración que tiene como principal objetivo el aprendizaje de la lengua castellana, mientras conocen las principales características de la capital. Ayer, la concejala de Acción Social, Rosario González, acudió a hacerles entrega de sus diplomas acreditativos.
Allí estaba Fátima, la única mujer, y a la que las monitoras del curso la han evaluado oralmente porque, cuando llegó al curso hace unas semanas, no sabía ni leer ni escribir. Cuando sale a recoger su diploma, toda la clase le aplaude con ganas. Se ha ganado a sus compañeros con su esfuerzo. Cuenta que lleva cinco años en Tenerife. Vino desde Marruecos, sola, en avión, y no ha sido hasta ahora que se ha animado a aprender español. “Estoy sola, no tengo familia aquí, y tampoco trabajo”, explica. Le encantaría saber más español y así encontrar un empleo.
Zhan es el contrapunto de la clase. De origen ruso, lleva dos años en España, siete meses en Tenerife. “Buscaba un lugar con más calor”, dice sonriendo. Habla con soltura de lo que le gusta de la Isla, sobre todo tener cerca el mar y también de que pueda disfrutar casi todo el año del sol y el calor, sin olvidarse de los microclimas, que comenta que también le gustan. Estudia programación, y espera poder empezar en breve el segundo curso en el que sube de nivel para aprender más español.
Modibo, con 18 años, se subió a una patera hace más de un año. Pasó en el mar cuatro días “muy duros”, llegó a Gran Canaria y ahora vive en Santa Cruz. Busca un futuro, un trabajo, y poder ayudar a su familia, con la que habla casi a diario por wasap. Ali, de 23 años, está en la misma situación, aunque en su caso, está a la espera de poder conseguir sus papeles para continuar su viaje a la Península. La travesía de Mohamed ha sido algo más larga. Llegó en patera a Tenerife, después de pasar seis días en el mar, pero salió hace más de dos años de Sierra Leona. Pasó por Ghana, Mali, Argelia hasta llegar a Marruecos. Allí estuvo dos años hasta que logró embarcarse hace seis meses. Como todos, buscarse una vida mejor es lo que le impulsó a iniciar un viaje que, ahora, junto a sus compañeros de clase, puede que tenga un final.
Guacimara, Yolanda y Clementina son las monitoras que han acompañado a esto nueve alumnos en su aprendizaje. Valoran las ganas y el entusiasmo con el que han acogido las clases que comenzaron a principios de octubre. “Se ayudan con las tareas, se corrigen unos a otros, hay muy buen ambiente”. Y ese es precisamente uno de los objetivos del curso.
Como explica la concejala Rosario González, este tipo de iniciativas, “es una oportunidad para que los foráneos que están empadronados en Santa Cruz y se encuentran en situación de desempleo sepan más del lugar en el que viven, al tiempo que mejoran sus aptitudes lingüísticas”, y añade que, “sin duda, estos talleres participativos y adaptados de manera especial a los participantes tratan de fomentar su integración para que se sientan mucho más cercanos a nuestras costumbres e idiosincrasia”.
González felicitó a los alumnos por su esfuerzo y apuntó que “el Ayuntamiento seguirá apostando por este tipo de iniciativas que creemos fundamental para fomentar la integración, la convivencia y la comunidad, un camino en el que nos encontrarán a su lado”.
González detalló a DIARIO DE AVISOS que “con este curso no solo aprenden español, también se pone mucho el foco en Santa Cruz, en que conozcan la cultura, la modalidad del habla canaria, y además visitan zonas del municipio. Queremos que sepan dónde están, que se vinculen, que vean a la red de recursos sociales como aliados. Es una forma de prevenir guetos o enfrentamientos, porque a veces ellos tienen la sensación de que no son bienvenidos, y esto ayuda a que no se sientan así”.
Para asistir a este curso básico de español es necesario estar empadronado en Santa Cruz, y estar desempleado. Los alumnos que vengan derivados de proyectos sociales, tienen preferencia. Explican los técnicos de este proyecto que el perfil de alumnos ha cambiado en el último año, predominando el de personas que han llegado en patera a las Islas. Inicialmente, el curso estaba orientado a perfiles que llevaran más tiempo en Santa Cruz.