día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer

Los huérfanos y la familia de la víctima, los grandes olvidados tras el minuto de silencio

“Es lamentable que no se haya establecido un protocolo de actuación, una guía para familiares y profesionales”, afirma Luz Rodríguez, hermana de Guaci, asesinada en Tenerife en 2013

Luz Marina Rodríguez, hermana de Guacimara, asesinada en 2013 por su expareja en Santa Cruz de Tenerife. Fran Pallero

Tras las muestras de condena y los protocolarios minutos de silencio, los grandes olvidados son los huérfanos y las familias de las víctimas. En España, la violencia machista ha dejado 1.118 mujeres asesinadas y al menos 300 huérfanos desde 2013 (cuando comenzó su registro). Una realidad invisibilizada que no recibe el necesario apoyo de la administración. Son invisibles, como las innumerables trabas y barreras administrativas, burocráticas y económicas a las que deben hacer frente los familiares de las mujeres asesinadas.

Diversos colectivos levantan su voz pidiendo la creación de guías informativas dirigidas a las familias, las administraciones y todos los ámbitos profesionales implicados, así como la formación de los profesionales que intervienen en los procedimientos relacionados con la violencia de género y la atención y protección a las víctimas. “Es lamentable que no se haya establecido un protocolo de actuación, una guía informativa para familiares y profesionales, y hay escasa información y especialización” lo que repercute negativamente en la tramitación de documentos y en la recuperación de los huérfanos y de la familia de la fallecida. “Los trámites burocráticos impiden que pasemos el duelo”, reiteró Luz Marina Rodríguez, cuya hermana Guacimara fue apuñalada el 20 de febrero de 2013 por su marido delante de sus dos hijos, que entonces tenían cinco y ocho años, y de su madre en la escalera de su edificio en Los Gladiolos.

Luz Marina, como también lo era su inseparable Guaci, es trabajadora social hospitalaria en el HUC, y siendo una profesional experta en tramitar expedientes e iniciar trámites burocráticos, ha detectado infinidad de lagunas en todo el procedimiento al que deben enfrentarse las familias el día después del minuto de silencio. Las condolencias institucionales y sociales dan paso a un laberinto burocrático sin un protocolo estipulado en las administraciones, unos familiares que se encuentran perdidos tras el asesinato y en plena crisis psicológica.

“Nunca esperas que esto pueda suceder, lo ves lejos, en otros lugares, y la familia queda en estado de “shock”, reconoce Luz Marina, que recordaba esos primeros instantes rodeada en el piso familiar de policías, forenses, psicólogos, una situación desagradable que la vivió “en un limbo y no sabía lo que va a ocurrir”. “Él nunca la había agredido físicamente”, recordó Rodríguez sobre la relación de su hermana y su asesino. “Estaban juntos desde los 15 años, para ella era su ídolo, y no vimos la violencia psicológica que ejercía, normalizamos ciertas actitudes que después entendimos de otra manera. Cuando a Guaci la ascendieron en el trabajo, la relación entre ambos se resintió, quizás por recelo a su éxito. Entonces ella decidió separarse, darse un tiempo de respiro, se fue con mis sobrinos a la casa de mi madre”. También recordó con emoción las últimas palabras que le dijo su hermana antes de que la matara: ‘Estoy en el momento más feliz de mi vida”. A la mañana siguiente su expareja la esperó en el rellano de la escalera del edificio, y la asaltó para apuñalarla con ensañamiento en presencia de sus hijos”. Luz Marina Rodríguez coge aire y reitera que “siempre digo que el daño causado es como una bomba lapa que se expande y hace que toda la familia sea herida y se hunda. Todos mis hermanos estábamos muy unidos y todo cambió para siempre. No vuelves a ser la misma, debes aprender a vivir con el dolor y la rabia, todo es muy difícil”, reconociendo que su madre sin duda es la que peor lo está llevando. Hay días que está alicahíca, a veces la vemos llorar recordando a Guaci. Siempre quiere recordar su cumpleaños, me pide publicar en las redes sociales mensajes”. No en vano se armó de valor para ir a declarar en el juicio como testigo directa para que la condena al agresor tuviera en cuenta el violento ensañamiento con el que apuñaló a su hija de 35 años”.

Luz Marina Rodríguez recordó que el primer obstáculo con el que se encuentran las familia es el entierro, “estan asesinando a muchas jóvenes que no tienen un seguro de decesos y la familia tiene que hacerse cargo del mismo. Es habitual que haya que pedir créditos o préstamos para iniciar todo un proceso burocrático eterno”. Es un calvario, “tu hermana ha muerto pero hay dos niños. Lo primero fue acudir a la Dirección General del Menor y nuestra sorpresa fue cuando nos dijeron que para tener la guarda y custodia y el apoyo psicológico de ambos había que hablar con el padre, que estaba encarcelado. Nuestra reacción fue citarnos con la jueza para solucionar la situación de los menores huérfanos, conseguir la retirada de la patria potestad provisional hasta que se celebrara el juicio. De esta manera tardaron ocho meses en oficializar la guarda y custodia de los niños. Durante ese tiempo, sus sobrinos no tuvieron un tutor legal para realizar trámites habituales como el cambio de colegio o firmar una autorización si se ponen enfermos”. Una y otra vez, mesa en mesa de cada administración contando y recordando el asesinato de su hermana, impidiendo que pasemos el duelo, recibiendo en ocasiones la indiferencia o la escasa empatía al no existir protocolos de actuación”.

Luz Marina Rodríguez, madre de tres hijos, se ha hecho cargo de sus dos sobrinos, lo que supone un cambio radical en su vida ahora con cinco menores a su cargo. En mi caso tenemos trabajo y no pudimos percibir ayudas y debimos asumir todos los costes. Además, debimos contratar dos abogados y dos procuradores para hacer frente a los juicios, todos de nuestro bolsillo ya que no pudimos acogernos a abogados de oficio.

Otros trámites inverosímiles con las consiguientes trabas administrativas se dieron al ponerse en contacto con los bancos y las aseguradoras, que dilatan el proceso de cobro de las pólizas y ponen todas las trabas posibles para cancelar la hipoteca, llegando incluso a pedirles un justificante de que la asesinada estaba sana y de quién fue su asesino. Despues toca enfrentarse a Hacienda y sus diferentes trámites por recepción de ayudas y pensiones, restar posibles duplicidades, transmisiones de bienes, abonar diferentes impuestos de la vivienda que tenía la pareja. Y sin olvidar la lucha que mantiene con el ayuntamiento por el cobro de los recibos de suministros, el IBI, etc. “

En marzo de 2019 entró en vigor la ley 3/2019 que crea la prestación de orfandad para las hijas e hijos de víctimas de violencia de género que no tienen derecho a una pensión de este tipo por falta de cotización de sus madres. “En su caso Guaci trabajaba y pudieron recibirla pero, y si la víctima era ama de casa o trabajaba de manera informal”, no tienen derecho.

Toda este desagradable proceso, que aún no ha concluido hizo que Luz Marina Rodríguez impulsara la asociación ‘Todos somos Guaci” para hacer visibles todas las barreras burocráticas, administrativas y económicas a las que deben hacer frente los familiares de las mujeres asesinadas por sus exparejas. Así conoció a la Fundación Fiscal Soledad Cazorla, que apoya y acompaña a las familias que se ven obligadas a criar a los hijos e hijas de las víctimas asesinadas por violencia de género. Guían con su experiencia a y apoyan a los huérfanos a conseguir su recuperación. Rodríguez ha acudido en alguna ocasión a contar su experiencia tanto al Parlamento de Canarias como al Senado, pero sus proclamas siguen cayendo en saco roto.

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