El catedrático de Microbiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de La Laguna, Antonio Sierra López, considera que el Gobierno de Canarias “debe buscar un marco legal para poder aplicar restricciones” en las reuniones que se celebren en la calle, sobre todo botellones, durante estas fechas navideñas”, ya que es el gran riesgo para aumentar los contagios. Además, recordó en esta entrevista con DIARIO DE AVISOS que no hay que bajar la guardia y sí mantener las medidas de autoprotección.
-¿Qué le parece el aumento de contagios en las últimas semanas en Canarias?
“El dato de contagios el martes fue de 346 casos en Canarias cuando llegamos a estar en octubre por debajo de los 50 contagios, en riesgo bajo, pero se ha producido un exceso de confianza, no solo en los incumplidores, sino que todavía hay población no vacunada, pese a tener en general unas cifras magníficas. Sin embargo, en menores de 40 años hay población que aporta un riesgo de transmisión y, además, en edades que el cumplimiento de restricciones y de protección individual disminuyen. Luego está el grupo de edad de 5 a 11 años que vamos a empezar su vacunación a partir del próximo día 15, que es el que ahora tiene la mayor incidencia, porque se ha retrasado su inmunización por los estudios de seguridad y eficacia de sus vacunas. Es una gran medida el vacunar a este grupo, ya que los menores tienen muy buena respuesta inmunitaria en general y, por lógica, establecen muchos contactos con compañeros de clase y amigos, además de en el seno familiar y, sobre todo, con los abuelos. Suelen ser casos asintomáticos o leves. Solo han fallecido en lo que va de pandemia 33 menores de ese grupo”.
-¿A qué cree que se ha debido este incremento?
“Lo que está pasando es que incluso personas responsables se confiaron cuando llegamos a un riesgo bajo, se relajaron las medidas de restricción y disminuyeron las de protección individual. Los individuos que se saltan las restricciones lo hacen igual en el nivel 1 que en el 2 o el 3, porque cuando examinamos los casos y brotes en las distintas fases de la pandemia, vemos que el número más importante se da en actos sociales, reuniones, fiestas a nivel domiciliario, botellones y algunas a nivel laboral. Tenemos un ejemplo llamativo en el brote registrado en el Hospital Regional de Málaga, donde hay más de 80 contagios entre 174 participantes en una celebración, hasta lo que sabemos todos asintomáticos o algún leve. Son personas que manifiestan que se hicieron el test de antígenos y dieron negativo, tomaron precauciones iniciales, pero los contactos en una reunión de este tipo se incrementan y, por lo tanto, hay que prestar atención y seguir guardando normas. Hay que destacar que cuando valoramos la incidencia acumulada nos referimos a los casos que hemos diagnosticado, pero lo que no estamos reflejando es el número de test que hacemos, porque cuando Navarra doblaba a España en contagios estaba haciendo el doble de test que la media nacional. Después hay que matizar el porcentaje que se realiza tanto de antígenos, que es magnífico para el diagnóstico de la enfermedad, como de PCR, que son más sensibles para cribado”.
-¿Que les dice a los que aún dudan de las vacunas?
“La vacuna es una magnífica arma para luchar contra el virus y lo demuestra el hecho de que han descendido las cifras de contagios y de incidencia acumulada, y la mortalidad ha caído de una forma muy importante. A 30 de noviembre del año 2020 tuvimos 401 muertos y el 30 de noviembre de 2021 solo 44, eso indica la eficacia de la vacuna. La ocupación en UCI ha disminuido y, sobre todo, en gran parte por los vacunados. En Canarias estamos ahora en 37 pacientes en UCI y llegamos a tener 20. Hay que aclarar a los indecisos y negacionistas que la vacuna no evita la infección, ojalá lo hiciera, pero los datos científicos del Instituto Pasteur de París señalan que los vacunados tienen un 50% menos de infecciones, y cuando la tienen, son muchas de forma asintomática y leve. Es decir, cuando se infectan tienen el 95% menos de casos graves y de mortalidad frente a la COVID. La vacunación es en este momento la mejor opción y, pese a no cortar la transmisión del virus, sí disminuye bastante la presión hospitalaria, que está subiendo ahora por los no vacunados y la relajación, pero no al nivel que hace un año. Debemos seguir observando la protección individual como uso de mascarilla, mantener las distancias y la higiene, porque el virus está entre nosotros acechando”.
-¿Qué opina de los registros de vacunación en Canarias?
“Estamos cerca del 90% en mayores de 12 años, es decir, quedaría un 10% sin vacunar, y además hay personas vacunadas con Janssen que tienen que recibir una segunda dosis de refuerzo. Luego hay un grupo de 5 a 11 años que no tenemos vacunados y es importante hacerlo, porque detrás están sus padres, hermanos y abuelos, y esto ayudará también a la presencialidad escolar, porque las burbujas siguen siendo eficaces, y más con los menores vacunados. Por tanto, el virus todavía tiene muchas opciones de transmitirse en grupos de población sin vacunar, además de los vacunados, pero es muy destacable que hay un 50% menos de infecciones y 95% menos de graves y muertos si estamos vacunados”.
-Estamos llegando a Navidad, ¿qué medidas hay que adoptar?
“Creo que implantar el uso del certificado COVID para acceder a algunos locales o actividades es importante, y luego habría que discutir algunas medidas más según veamos la evolución. Creo que las restricciones a tomar deben ser las mínimas y necesarias, y que sepamos que son eficaces. Serían cuestiones en el ámbito de las restricciones de horario, porque ciertamente es muy difícil de controlar la Nochebuena, que se realiza habitualmente en domicilios, y ahí no podemos ver lo que pasa en su interior. Por lo tanto, hay que llamar a la responsabilidad, porque nos podemos confiar y contagiarnos. Nos agrupamos familias y amigos sin condiciones de distancia, ventilación, etc. Sin embargo, creo que el mayor riesgo vendrá después, en reuniones de amigos o multitudinarias. Deberíamos buscar un marco legal para aplicar restricciones en las reuniones en la calle, sobre todo, botellones, que es la gran amenaza, y por ahí deben ir las medidas. Apostaría por adelantar el horario de cierre de locales de ocio en estos días, o incluso implantar un toque de queda en la calle, y lo siento mucho por esos negocios, pero son días con más peligro de contagios, y ya tenemos el ejemplo del año pasado. Hay países europeos como Francia o Portugal que se han puesto duros con las celebraciones públicas en las fechas navideñas. Yo soy partidario de mantener en nivel 1 a Tenerife y Gran Canaria, pero debemos estudiar con prudencia las restricciones que sabemos que son eficaces”.
-¿Qué opinión tiene de la nueva variante ómicron?
“Ya tenemos en Canarias el primer caso confirmado y cuatro más en estudio. Es evidente que parece más transmisible y, si no hay barreras que lo limiten, se podría convertir en dominante en un corto espacio de tiempo. Hay que hablar todavía con prudencia, porque estamos conociendo más información con el paso de los días. Ómicron se detecta en Sudáfrica y da la impresión de que pudo nacer ahí, aunque luego hemos visto casos en varios países de los cinco continentes. En Sudáfrica comprobaron que tenía un nivel de mutaciones muy superior a los que tenemos ahora, y que nos han hecho pasar por Alfa, Beta o Gamma a Delta. La variante Delta tiene 12 mutaciones y esta variante ómicron tendría 30 o 32. Las mutaciones pueden afectar a las tres características que nos interesan de un coronavirus, la transmisión, la virulencia y las alteraciones antigénicas. En cuanto a la transmisión, parece que aumenta el riesgo de contagios con referencia a la Delta. En relación a la virulencia, o el poder que tiene de generar enfermedad grave y muerte, los datos que hay hasta ahora dicen que predominan las formas asintomáticas o leves, y sería una buena noticia. Y en tercer lugar, es importante ver esas alteraciones antigénicas y si nos disminuirán en mayor o menor medida la eficacia de las vacunas, una información que todavía desconocemos. Restaría por estudiar si serán menos eficaces las vacunas actuales. Hay que tranquilizar a la sociedad, viendo la pandemia con preocupación pero no con alarma, ya que tenemos capacidad de respuesta. Una nueva vacuna, basada en la variante ómicron, tardaría de seis a siete semanas en ponerse a punto, y tres meses en tener una producción para administrarla masivamente”.
-¿Es el resultado de un desigual nivel de vacunación?
“El problema es que en los países en vías de desarrollo, especialmente el África subsahariana, es difícil llegar a altos niveles de vacunación. En mi experiencia en campañas con la OMS, uno de los problemas que nos encontramos es el transporte y almacenamiento de vacunas, si requieren niveles de congelación, y otro es la desinformación y el rechazo por motivos religiosos o culturales. Hay quienes dicen que no vacunemos a los niños del primer mundo y se deriven, pero el número de esas dosis en relación al que necesitarían los países en vías de desarrollo es ridículo. Allí tienen enfermedades que matan más que la COVID”.