
La historia del artista Julio Nieto y de su escultura Lo llevo bien es propia de esos cuentos que, a pesar de presentar inconvenientes en su desarrollo, tienen un final feliz. Todo comenzó hace siete años cuando este artista vasco, afincado en Tenerife, decidió exponer esta obra en la Plaza de España de Santa Cruz durante dos semanas. La escultura, de acero inoxidable, de cinco metros de altura, y de casi 450 kilos, no dejó indiferente a nadie. De hecho, cuando la gente se enteró de que su exposición era temporal, se inició una plataforma en Facebook para recaudar dinero, para comprar la pieza, y dejarla de forma permanente en la capital. En ese momento no fue posible, no se alcanzó el objetivo, pero hoy es una realidad. La obra, que en un primer momento iba a llamarse Atlas o El árbol de las emociones, y que evoca a un ser humano, pero con forma de árbol, se inaugura el próximo miércoles en la Plaza de España, donde ya está colocada. Y todo esto gracias al hijo del conocido piloto Juan Fernández, 10 veces campeón de España de automovilismo, que amaba Tenerife, y que falleció el 22 de junio de 2020. Tras conocer la historia que había detrás de la obra, este no se lo pensó dos veces y decidió adquirirla para donarla a la Isla en nombre de su padre. Lo siguiente, quizás, sea un libro. Y es que Julio Nieto no descarta escribir un manual con la historia de amor entre su obra y la capital tinerfeña.
-¿Qué significa esta pieza para usted?
“El optimismo de un ser humano, que pese a todas sus complicaciones y pensamientos, lo quiere llevar bien. De ahí el título. Es la idea del atlas, pero soportando el mundo de pensamientos que cada uno lleva encima. Y es una obra importante dentro de mi trayectoria porque ha marcado un antes y un después. Es una pieza muy completa, tanto conceptual como estéticamente. Y es que, aunque de lejos veas un árbol, cuando te acercas descubres que es una figura humana en la que puedes reconocerte. Y cuando lees esas ideas de las ramas, es fácil que entres en la pieza”.
-¿Cómo se siente ahora que sabe que la obra se queda finalmente en Tenerife?
“Pletórico y muy feliz, porque hemos sido muchos los que creíamos que esta pieza se tenía que quedar en Santa Cruz. Ahora no me para el teléfono. Es de esas cosas con las que dices: mi profesión vale la pena solo por vivir estos momentos”.
-¿Qué sintió cuando el hijo de una figura tan importante del automovilismo en España quería adquirirla para obsequiar a los chicharreros?
“Una emoción muy grande porque fue alguien que, sin verla físicamente, sino de escuchar la historia y conocer que en su momento no se había podido llegar al objetivo, sintió que tenía que hacer algo para que finalmente se quedara aquí”.
-El Ayuntamiento de Santa Cruz no dudó en aceptar la propuesta, ¿verdad?
“Mostró un apoyo absoluto. Se habló con el concejal de Patrimonio y se trasladó al área de Cultura para hacer un informe, y quedaron encantados. Se hizo una Junta de Gobierno, se preguntó a todo el mundo, y no hubo nadie que cuestionara el asunto o se negara a que la escultura finalmente se instalara en Santa Cruz”.
-¿En qué ciudades ha estado expuesta?
“En sitios muy importantes. Ha estado en Alemania, en Madrid, en Barcelona durante dos años, aquí en Tenerife… Tenían que darse muchas cosas y al final se dieron. Cuando hablé con los galeristas que la exponían y les conté la historias todos dijeron: tienes que colocarla”.
-¿Teme que se estropee?
“No, porque es acero inoxidable, que es uno de los mejores candidatos a estar en un sitio exterior, al lado del mar. Requiere su mantenimiento cada ciertos años, pero jamás se destruiría. Y aunque se deteriorara, y se quedara con tonos marrones, por ejemplo, en el peor de los casos, seguiría teniendo su esencia porque los árboles son de ese color”.
-¿Habrá un reconocimiento para todos aquellos que apostaron porque se quedara en Tenerife?
“Van a estar los nombres de todos aquellos que pusieron un euro para que la obra se quedara. Cada uno se podrá encontrar, y a mí eso me hace una ilusión enorme, porque seguro que muchos se han olvidado. Verán que, siete años después, la pieza vuelve a la ciudad y aquello por lo que apostaron, se ha conseguido contra todo pronóstico”.