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Francisco, paciente con TOC: “Tenía que usar lejía, disolvente y gasolina para limpiarme”

Con su testimonio en esta entrevista a DIARIO DE AVISOS quiere visibilizar esta patología que requiere mucho apoyo y ayuda psicológica
Francisco, vecino de Santa Úrsula que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Fran Pallero
Francisco, vecino de Santa Úrsula que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Fran Pallero

Un Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC es una afección mental que se caracteriza por la presencia de pensamientos e ideas persistentes, y de comportamientos recurrentes e indeseables. Hay muchos tipos, afecta a hombres y a mujeres, y puede aparecer a cualquier edad. En España lo padecen casi 1.200.000 personas. Francisco es una de ellas, vive en Santa Úrsula y tiene 51 años. Su TOC tiene que ver con la limpieza y la higiene. Tiene miedo a enfermar al tocar algo y provocar daño a los demás. Con su testimonio en esta entrevista a DIARIO DE AVISOS quiere visibilizar esta patología que requiere mucho apoyo y ayuda psicológica.


-¿Qué tipo de TOC padece y en qué momento se encuentra?
“Yo tengo un TOC de contaminación, tengo necesidad de tener mucho cuidado con la limpieza. No puedo dejar que nadie me toque, ni puedo coger nada del suelo, tampoco cojo el móvil si no es con guantes. Sufro mucho. Pero ahora me encuentro bastante recuperado. Diría que en un 80%, porque depende mucho de cómo te encuentres moralmente”.


-¿Cuándo empezó a sentir que esa necesidad de tener cuidado con la limpieza iba más allá de lo que se considera normal?
“Lo tengo hace unos siete años, pero el problema del TOC es que no sabes que lo tienes. Te autoproteges y no sabes que estás enfermo hasta que no puedes más con la ansiedad. Hasta que no reconoces que tienes un problema no te das cuenta, pero te va comiendo poco a poco. Mental y físicamente te agotas, y cuando te da la crisis de ansiedad es cuando tocas fondo”.


-¿Apareció de forma gradual o fue repentino?
“Todo empezó porque tenía una perrita que parió, los cachorros se enfermaron, y yo los empecé a cuidar a mano, dándoles biberón. Empecé a pensar que, si salía a la calle y tocaba algo, al llegar a casa podía matarlos. Esto fue a más, y ya cuando apareció la COVID, el TOC se hizo tres veces más grande. Sufría una crisis de ansiedad tras otra, y tuve que pedir ayuda. No podía hacer nada por miedo a que me pasara algo a mí y a los que tenía cerca. El sufrimiento, la ansiedad y los nervios eran horrorosos. Tenía que usar lejía, disolvente y gasolina para limpiarme. Era horrible, usaba mascarillas, guantes y evitaba que la gente se me acercara. De verdad, no era vida”.


-¿Ha tenido problemas de salud por usar productos tan agresivos?
“Hinchazón en las manos o alguna pequeña quemadura, pero no ha ido a más. Yo sé que no es bueno”.


-¿Alguien de su entorno le dijo alguna vez que su comportamiento no era normal?
“Sí, pero el problema es que no lo aceptas, porque crees que lo que haces es lo correcto. Además, mucha gente no tiene empatía y te llama maniático, y terminas en conflicto. Solo los que viven contigo lo entienden, aunque muchas veces pierden la paciencia. Yo lo entiendo. Antes me podía pasar días sin comer o sin beber porque me pasaban una botella, aunque fuese cerrada, o porque cogían una manzana del frutero. Que tengo TOC lo saben varias personas, pero que estoy en tratamiento, solo una”.


-¿Qué terapia recibe?
“Ayuda psicológica por parte de la Asociación Tinerfeña En Lucha Salud Mental (Atelsam), que son quienes me han ayudado a salir adelante. Además, mi doctor me mandó una pastilla para dormir, una para la depresión y una para los nervios y crisis de ansiedad”.


-¿Es el apoyo fundamental?
“Mucho porque es muy duro. Y más para la gente que no tiene ni amigos ni familia porque les han dado la espalda. Lo único que necesitamos es comprensión y cariño. Muchas veces la gente te toma por loco, porque no lo entiende. El que tiene TOC soy yo, pero a los demás mi comportamiento les hace sentir mal. Piensan que les hago un desprecio, pero es superior a mí. Yo ya me río de mí mismo, pero no es fácil que te señalen y te llamen loco”.


-¿Tiene algún familiar con TOC?
“No. Además, yo vivo en el campo y desde niño siempre he sembrado papas, he cogido estiércol, y nunca sentí nada. Ha sido de adulto. Y el problema es que no lo sabes hasta que tocas fondo”.


-¿Qué consejo le daría a aquellos que sienten que alguna conducta de este tipo les hace sufrir?
“Que no dejen que se apodere de ellos, que entiendan que lo que hacen no es correcto, y cuando tengan nervios y ansiedad, que busquen ayuda. Que acudan a alguien de confianza o al médico de cabecera. Que empiecen a reconocer las cosas, porque los que tenemos un TOC sabemos disfrazarlo para evitar rechazo y situaciones incómodas”.

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