guerra en ucrania

Stanislav, entrenador y boxeador ucraniano afincado en Tenerife: “Que esto pare, por favor”

Stanislav Ponomarov pide una pronta resolución para el conflicto

Las lágrimas acuden a sus ojos con mayor velocidad que cuando son llamadas por un doloroso golpe en la nariz. Stanislav Ponomarov todavía no se puede creer todo lo que ha visto por la televisión aún sabiendo de la viva voz de sus familiares que la guerra ha estallado y que en su país su gente está en peligro.


Llegado a Tenerife allá por 2014 después de un periplo en Asturias y un viaje de vacaciones a la Isla, Stanislav, cuya vida va ligada a la de Artem Haroyan, con el que coincidió en tierras asturianas compartiendo el amor por el boxeo, acaba de hablar con su padre, trabajador de la industria metalúrgica, quien le comunicaba que la guerra “se ve desde las casas”.


“Es algo que no te puedes creer que esté sucediendo”, señalaba antes de pedir que todo acabe pronto y no haya que lamentar la pérdida de seres humanos. “Tenemos la esperanza de que esto acabe cuanto antes, por favor”, decía el exboxeador amateur nacido en la ciudad de Krivii Rih, la octava más poblada del país y cuya ubicación geográfica la hace ser epicentro de mucho tránsito entre países.


Stanislav, que hizo varios combates como amateur durante su periplo en Asturias y ayudaba a Manuel Povedano en las labores diarias de la Escuela de Boxeo de Arona, indicaba que jamás pensó que el conflicto acabara de esta forma. “Es verdad que la intensidad había ido subiendo y que los deportistas ucranianos, por ejemplo, renunciaban a subir a un podio junto a deportistas rusos, porque al regresar a Ucrania eran amenazados y castigados en las redes sociales y los más radicales los hacían pasar miedo”, desvelaba Stanislav.


Su incredulidad sobre el conflicto se acentúa cuando mira a su alrededor y ve la buena relación que mantiene con compañeros de gimnasio rusos, pero también armenios como Artem Haroyan, o georgianos, lituanos o letones. Ha compartido con todos ellos sesiones de sparring, les ha ayudado a la hora de preparar alguna pelea o, simplemente, ha intervenido en la formación deportiva de niños rusos durante mucho tiempo. Y es que parte de su familia es Rusia por aquello de que todos formaron parte hasta hace no tanto tiempo de la extinta URSS.


“Nuestra relación aquí en Tenerife es buena con todos los que vienen de países que formaban parte de la Unión Soviética, hay una asociación de ucranianos aquí, en el sur de la Isla, donde el presidente siempre dice que todos son bienvenidos sean del país que sean”, argumenta Stanislav, que recuerda el paso por el gimnasio de Manuel Povedano de un excampeón mundial como Grigori Drodz, entre otros boxeadores rusos que vinieron a Tenerife. Stanislav sabe que esto poco tiene que ver con los ciudadanos. “Es cosa de políticos”.

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