Todavía hay quien se pregunta por qué las mujeres aprovechan un día al año para salir a las calles a reclamar sus derechos. Algunos de ellos reconocidos en el Estatuto de los Trabajadores que tanto defienden las administraciones, pero que se siguen vulnerando en numerosas empresas, tal y como presencian casi a diario los tribunales de nuestro país. El Día Internacional de la Mujer Trabajadora vuelve a reunir otro 8 de marzo a multitud de personas que, muy a su pesar, siguen gritando igualdad a los cuatro vientos.
El Gobierno de España estableció a comienzos del año pasado un permiso de paternidad de 16 semanas con el propósito de igualarlo al de las progenitoras, intentando evitar así la tradicional relegación laboral a la que se ha visto sometido el 50 por ciento de la población. Sin embargo, pese al progreso que conlleva la medida nacional, son muchas las féminas que se topan con una puerta entreabierta, e incluso cerrada, cuando deciden abrir la de la maternidad.
Desde DIARIO DE AVISOS apenas se ha tenido que indagar para destapar una realidad que sigue siendo la tónica de la disparidad entre géneros. De hecho, una de las abogadas consultadas afirmaba que, de una forma u otra, las madres seguían siendo las grandes perjudicadas en el sector privado. Y así lo confirman en las próximas líneas algunas de las víctimas que han sufrido ansiedad e impotencia por presenciar en primera persona el injustificado declive de su carrera laboral.
Desirée, despedida por quedarse embarazada
Desirée, de 34 años, natural de Icod de los Vinos, se quedó embarazada cuando trabajaba como jefa de Ventas y Marketing en un hotel de cinco estrellas. Pese a que su contrato era temporal, todo apuntaba a que la tinerfeña pasaría a convertirse en empleada fija, ya que había duplicado en apenas unos meses los beneficios de su departamento. “Tenía derecho a esperar hasta los tres meses para comunicar mi situación, pero quise actuar de buena fe y contarlo cuanto antes, sobre todo porque mi directora también era madre”, ha contado la profesional, quien además agrega que “estaba dispuesta a colaborar en la contratación de la persona que me sustituiría durante mi baja por maternidad”.
Aunque su sorpresa llegó cuando, tres días después de notificar su embarazo, los responsables le trasladaron que no iba a ser renovada porque supuestamente “no alcanzaba las expectativas que la empresa buscaba en mi puesto”. Desirée, en estado de shock, recopiló en unos minutos los informes y las gráficas que demostraban su productividad. El silencio de los directivos fue delatador y la afectada, quien a día de hoy reconoce que hubiera denunciado los hechos, fue despedida. “Da mucha tristeza pensar que existan empresas dispuestas a perder profesionales por formar una familia”, declara.
A día de hoy, la icodense especializada en el sector turístico es autónoma porque “puedo conciliar con mi hijo”. Asimismo, trabaja para una inmobiliaria, llamada Keller Williams CPI Gestión, a la que quiere destacar por su afabilidad y facilidad a la hora de comprender su realidad. Lo que aún sigue sintiendo Desirée, con sus más de 10 años de experiencia dirigiendo departamentos hoteleros por todo el mundo, es el rechazo que percibe en una entrevista cuando puntualiza que tiene un pequeño de dos años. “No solo sientes impotencia por que te echen, sino que no te den la oportunidad por ser madre”, sostiene.
Mari, presionada por la reducción de jornada
Mari reside en el municipio sureño de San Miguel de Abona. Estuvo más de una década desempeñando su labor como jefa de sección en una cadena de supermercados de Canarias. En su caso, el problema no llegó cuando se quedó embarazada, como en el anterior, ya que “respetaron mi baja de maternidad, e incluso me ayudaron”, sino cuando su horario laboral, así como las horas extras no reconocidas, le impedía a esta madre soltera criar a su hijo de cuatro años. “Llegó un punto en que era incompatible porque casi no pasaba tiempo con él”, cuenta a este periódico la dependienta que, ante la negativa de la empresa a otorgar turnos flexibles, denunció y ganó. El juez decretó que la mujer debía seguir en su puesto de responsabilidad con reducción de jornada.
Fue entonces cuando llegó el “caos” para Mari: “De repente, mi sección empezó a ir mal sin saber el porqué, había escasez de alimentos y culparon a mi equipo de la detección de una bacteria”. Ante la angustia y el estrés que sufría diariamente la trabajadora, decidió volver a demandar a la cadena. Esta vez, el pleito se resolvió con un acuerdo, en el que la denunciante fue indemnizada. Ahora, después de tres años de la odisea, Mari recuerda el sufrimiento que sintió: “Lo pasé realmente mal porque me gustaba mi trabajo y yo lo único que pedí fue flexibilidad laboral para pasar más tiempo junto a mi familia”.
Mónica y Laura, a los juzgados para conciliar
Mónica y Laura (nombres ficticios para preservar su intimidad) coinciden en que son empleadas de una popular tienda de ropa y además madres. Ambas viven en Las Palmas de Gran Canaria y decidieron enfrentarse a su compañía por el mero hecho de que no ofreciera flexibilidad horaria para conciliar. Y es que los turnos de trabajo en esta tienda son inamovibles a pesar de las situaciones personales.
“Cuando mi pequeño empezó el colegio fue complicado organizarme porque siempre he estado de turno de tarde”, explica Mónica, quien solicitó una modificación de su jornada porque “me vi en la necesidad”. Sin embargo, la respuesta por parte de la empresa fue tan dura que la trabajadora aún sigue sin entender la razón. Tras la réplica claramente discriminatoria, “decidí denunciar mi situación, alentando a otras ocho compañeras en circunstancias similares a hacerlo”. La entrevistada llegó a un acuerdo con la parte demandada y decidió rechazar la indemnización: “Mi objetivo no era pelear ni acudir a juicios, sino ser la madre de mi hijo”. Actualmente, continúa trabajando como dependienta en el turno de mañana por decisión de un juez, al menos, hasta que su hijo tenga 12 años. Asimismo, reivindica que los padres también renuncien a su faceta laboral. “Nosotras no debemos ser tan sumisas”, concluye.
Laura, por su parte, padeció un drama semejante. “El problema son los turnos fijos porque impiden a las progenitoras lidiar con la crianza de sus hijos”, asegura la afectada, quien escribió dos solicitudes de conciliación que fueron denegadas. A día de hoy, continúa en su puesto de trabajo hasta que su pequeño cumpla los 12 años por decisión judicial, en particular dentro de dos. Laura admite que muchas compañeras se encuentran en la misma situación y solo uno de ellos es hombre. Al rememorar los años previos en la compañía textil, admite que no podía cenar con su hijo ni siquiera bañarlo: “Salía sobre las 22.00 horas de trabajar y lo único que hacía era recogerlo en casa de mi padres y meterlo en la cama”. La grancanaria se emociona ahora al pensar en que su hijo celebra con ella que haya sacado un 8 en matemáticas. “He sufrido bastante y me he perdido muchas cosas, pero ahora afortunadamente las estoy disfrutando”. Laura es madre soltera y su único aliciente es que, de momento, puede conciliar al menos hasta 2024.