La plaza de la Alameda del Duque de Santa Elena estaba ayer abarrotada de público para ver de cerca a los jueces del concurso televisivo Masterchef, Samantha Vallejo-Nájera y Pepe Rodríguez, quienes se prestaron a fotografiarse con el público y a la vez firmar autógrafos en los innumerables libros que les llevaron sus fans. Ambos chefs no vinieron a Tenerife a cocinar sino a presentar los platos y las investigaciones que el chef Diego Shattenhofer viene desarrollando en los últimos años en su restaurante Taste 1973, en el hotel Villa Cortés de Arona.
Tanto Vallejo-Nájera como Rodríguez comentaron en una rueda de prensa improvisada antes del showcooking que hasta ahora no habían degustado los platos de Schattenhofer, pero, sin embargo, a medida que iba avanzando la presentación de los mismos, que tenía como ingrediente principal la lubina, que cría en aguas de Gran Canaria, la empresa Aquanaria, se mostraron defensores de este chef, nacido en Argentina aunque lleva 20 años en Canarias.
Rodríguez, al igual que Vallejo-Nájera, hizo una defensa de esos cocineros españoles, entre los que se encuentra Shattenhofer, que no solo cocinan sino que también realizan una investigación sobre los productos kilómetro 0 que luego emplean en la cocina y además luchan por la recuperación de un género que antes formaba parte de la alimentación de los isleños y evitan así su desaparición.
La propuesta de Shattenhofer empezaba con un escaldón de gofio, que incluía quesos de la islas y que se presentaba mimetizado como si fueran unas papas antiguas de Canarias; luego una gamba, capturada en aguas del sur de Tenerife, que sirve con un caldo de espina, cabeza y otras partes de la lubina, y que su restaurante sustituye por erizo; y finalizó con una lubina fresca y otra que el propio chef ha madurado 82 días en unas cámaras especiales que dispone en su restaurante del Villa Cortés, que sirvió acompañada de un mojo verde, otro rojo y uno elaborado con salsa de carne de cabra, que es otro de los animales que ha investigado el cocinero. Las papas para la lubina fueron la borrallera de La Palma, que ha estado a punto de desaparecer, y que ha sido recuperada por un agricultor de Fasnia, y pimienta palmera y un chile habanero para aportar ese punto picante.
Schattenhofer, para hacer sus elaboraciones, no dudo en poner encima del escenario sus gánigos que le sirven para emplatar, una pieza de barro para cocinar la lubina a la antigua usanza y una gran piedra que empleó para que un miembro de su equipo elaborará los mojos.
La propuesta de Shattenhofer no dejó indiferente al público, que llenó el espacio habilitado para presenciar el showcooking, y que le permitió mostrar la cocina que elabora en el Taste 1973, que está apoyada por un grupo de trabajo, en el que hay investigadores, denominado Gastrosinapsis, y que entre otras cosas ha examinado la tableta, pescado que se captura a 300 metros bajo el mar en aguas de El Hierro y la cabra canaria.