san juan de la rambla

Alcalde por imposición, maestro por vocación y artista por devoción

El exmandatario Esteban de León Delgado presenta un libro sobre sus memorias en el que cuenta sus añoranzas en la docencia, su pasión por la pintura y la literatura y su paso por el Ayuntamiento de San Juan de la Rambla
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Fue el primer Hijo Predilecto de la Villa de San Juan de la Rambla. Pero Esteban de León Delgado es mucho más que eso: profesor de Enseñanza, pintor, escritor y exalcalde del municipio entre junio de 1970 y abril de 1979. Además de ser un enamorado de su pueblo y de cada uno de sus rincones a los que describe en su segundo libro San Juan de la Rambla en mi memoria, una recopilación de vivencias de su vocación, la enseñanza; sus pasiones, como la música, la colaboración en los hospitales y el belenismo; y la política, a la que llegó por la fuerza cuando tenía 28 años.


Fue en junio de 1970. Recibió un telegrama del Gobernador civil para presentarse a una reunión el día 24. Pensó que era organizar para actividades culturales y deportivas, como se había hecho en otras escuelas y no le sorprendió mucho. Pero cuando llegó a la cita no vio a nadie “y ahí fue cuando el pulso se me empezó a acelerar y la respiración se me puso un poco mal porque veía que aquello no era normal”, confiesa.


Cuando Gabriel Elorriaga Fernández lo recibió, extendió su mano y le dijo: “Saludo al alcalde de San Juan de la Rambla”. Durante una hora lo intentó convencer que no aceptaba el cargo porque estaba centrado en sus estudios de aparejador, sus clases de piano y las clases particulares que daba en la academia-colegio San Alberto Magno de ciencias y dibujo. Finalmente tuvo que renunciar a todo ello “porque me hizo entender que era un funcionario público y si no lo hacía tenía que ser consciente de las consecuencias”.


Eso sí, le prometió que si después de un año no podía continuar, le aceptaba la dimisión “pero a los seis meses el que había dimitido era él”, apunta.


Llegó al pueblo eufórico, “porque era un orgullo ser alcalde pero también con intranquilidad y angustia porque no conocía nada de la actividad municipal. Todavía no he podido encontrar una palabra que le describa el estado de ánimo que tenía en ese momento”, comenta.


Los comienzos no fueron nada fáciles. Se encontró con un problema “tremendo” porque dejó de subastarse la pinocha del monte, el mayor ingreso que tenía el Ayuntamiento en esa época ya que los plátanos se empezaron a embalar en cajas.
Al mismo tiempo, el secretario pidió traslado y de los tres guardias municipales, uno pidió excedencia y los otros dos estaban de baja. “Me encontré sin funcionarios, solo con un aguacil. Era para cerrar el Ayuntamiento”. Tuvo que hacer hasta las labores de juzgado.


Por la mañana daba clases en el colegio del casco -donde se jubiló- y por la tarde y los domingos se ocupaba de los asuntos municipales. Todavía se pregunta cómo se podía trabajar únicamente con un teléfono fijo y una máquina de escribir con calco para hacer copias.


Las visitas de personalidades de otras administraciones para conseguir cosas para el Ayuntamiento las pagaba de su bolsillo y su coche era “el de todos”, con lo cual, para su economía fue una “época nefasta”, sostiene.


Con el tiempo vino un secretario, se incorporaron algunos funcionarios y a finales de 1974 entró una nueva corporación municipal con concejales jóvenes y muy preparados y la situación empezó a cambiar.


Permaneció en la Alcaldía hasta abril de 1979, cuando se convocaron las primeras elecciones municipales democráticas en España. Todos los partidos le pidieron que continuara y algunos hasta le ofrecieron un puesto en el Cabildo de Tenerife pero él estaba cansado, quiso apartarse una temporada y ya no volvió nunca más.


Estos recuerdos los cuenta en el libro que presentó el pasado jueves en el Espacio Cultural Rambla. Un proyecto “casual” dado que siempre le ha gustado escribir y ha publicado artículos, pero el mayor impedimento que había tenido hasta entonces es la pintura, una de sus mayores devociones, “y para la que siempre buscó tiempo donde no lo había”. Ha realizado 32 exposiciones en toda la Isla, la mayoría óleos de paisajes y labores y actividades de Canarias.


La idea del libro surgió cuando el historiador José Oramas Luis publicó San Juan de la Rambla a través de las actas municipales con una pequeña biografía de su persona. A partir de allí, Esteban empezó a añadir recuerdos y vivencias “que también son la de todos los concejales con los que compartí la ilusión por un proyecto”.


Además de todas estas anécdotas, el exmandatario tiene varias páginas en las que describe a su municipio natal “un pueblo del que es muy fácil enamorarse”, subraya.

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