conversaciones en los limoneros

Pedro Felipe Fernández del Castillo: “Quisimos contarlo todo sobre una película que es histórica en nuestro cine”

Pedro acaba de codirigir, con su amigo y colega Guillermo Ríos, el documental La gran aventura de Guarapo, que destripa la película Guarapo” de los hermanos Teodoro y Santiago Ríos

Cuando llamé a Pedro Felipe Fernández del Castillo para esta entrevista, hace más de quince días, el Día de Canarias interrumpió la serie de Los Limoneros, así que he de escribir seis folios con una hoja de libreta llena de notas y con ese tiempo de distancia desde que hablamos. Pocos apuntes para volcar la charla y poca memoria la de un tipo de mi edad. Pedro acaba de codirigir, con su amigo y colega Guillermo Ríos, el documental La gran aventura de Guarapo, que destripa la película Guarapo” de los hermanos Teodoro y Santiago Ríos, rodada en La Gomera casi en su totalidad en 1988 y estrenada en mayo de 1989. Ahora aparece este documental de una hora en el que Pedro y el hijo y sobrino de los directores de Guarapo, Willy Ríos, desmenuzan aquella peli, que es histórica en la filmografía canaria.

Pedro Felipe Fernández del Castillo nació en Santa Cruz en 1976. Sus padres trabajaban en Iberia. Su madre, Nanane Fernández del Castillo, era una especie de ángel para los pasajeros de la compañía aérea española de bandera. Que yo sepa, nunca dejó a nadie en tierra cuando Iberia era Iberia. “Sí, nombra a mi madre, por favor”, me dice Pedro, “se va a alegrar un montón”. Mi interlocutor, sin que yo me enterara, fue quien realizó la post producción de Memoria de un Archipiélago, una serie documental de El Día para la Televisión Canaria, en la que yo dirigía la tertulia. De esto hace ya muchos años. Ahora, La gran aventura de Guarapo se paseará por las salas de cine y por los festivales de documentales de todo el mundo, sobre todo de Sudamérica, allá donde se entienda nuestra emigración.

-¿Qué pasó en Cuba?

“Pues que las autoridades cubanas no quisieron que se estrenara en el Festival de La Habana”.

-¿Por qué?

“No dieron muchas explicaciones”.

-¿Y?

“Supongo que no gustaron a las autoridades las tomas de Cuba, las que se rodaron para contar la estancia de los hermanos Ríos, siendo niños, en La Habana. Fue una pena, porque eran muy evocadoras”.

-Creo que ustedes disponían de gran cantidad de material del making off de “Guarapo”, incluso de escenas que no aparecieron en la película.

“Sí, es cierto. Nos dimos cuenta de todo lo que había cuando lo volcamos en el ordenador. Era muy bueno”.

-Yo vi el documental, con la clave que me diste, en mi ordenador, y me pareció excelente.

“Gracias. Procuramos sacar todo el jugo posible a una película que está en la historia del cine hecho en Canarias”.

-Es fácil retratar la magia de Canarias cuando detrás de la cámara está Hans Burmann. Me refiero a “Guarapo”, claro.

“Tienes razón. Ya viste que lo entrevistamos para el documental y que a sus 84 años está muy bien. Es un maestro de la cámara, desciende de gente del cine y trabajar con él es una garantía. Esto no lo digo yo, sino que se lo he oído a los directores de “Guarapo” muchas veces”.

-Sin embargo Campoy, el productor, me parece medio fantasma.

“No, te equivocas. Lo que Campoy pueda dar a entender no lo sé, pero lo que sí te digo es que se trata de un currante y de un auténtico tío del cine”.

-Hay una escena en el documental del cura estrafalario, encarnado por Yamil Omar, metido en una bañera, que no aparece en la película.

“No, y fue una pena, porque me pareció genial, sobre todo cuando se le cae la estampita de la pared y aterriza en la bañera cutre donde se aseaba el párroco”.

-Pero sí figura aquella escena, memorable, del Minuto dándole una serenata al sargento de la Guardia Civil.

“Ya explica Teo en el documental que la frase “vete a echarte, merdellón”, que el Minuto le lanza a Ángel Cánovas, en el papel de sargento de la Benemérita, se le ocurrió al propio Manuel Luis Medina, no estaba en el guion. Pero tenía tanta fuerza que la dejaron”.

-Yo conocí mucho al padre de los Ríos, a Teodoro, el gran pintor, protagonista también de “La gran aventura de Guarapo”.

“Es curioso porque legó a sus hijos abundante material de 8 milímetros, con el color típico de la época, que nos sirvió como hilo conductor del documental: el viaje y la estancia en Cuba de la familia hasta que sus miembros tuvieron que salir rumbo a Estados Unidos cuando no se sintieron seguros, tras la revolución liderada por Fidel Castro”.

-¿Estás trabajando para el cine?

“En esta época hay que coger lo que te ofrecen, si se trata de cosas aceptables. Hago de todo para el cine y para la televisión, pero estoy más enfocado a la dirección y a la post producción. He sido montador, realizador, de todo. Y creo que las series han sido una bendición para nosotros”.

-Y eso que no conociste, como yo, en el terreno del montaje, los tiempos de la acetona y de la cinta adhesiva.

“Bueno, algo de esto sé, pero desde luego no por experiencia. Ahora priva lo digital, claro, nada que ver con aquellos enormes rollos de película, ni con las máquinas proyectoras de carbones que quemaban las pelis, ni con la acetona para reparar las películas que se partían”.

-Yo sí te puedo hablar de eso, Pedro, porque en una época trabajé como operador de cine. Y, curiosamente, mi padre también. Y no teníamos nada que ver con el mundo del cine, sólo nos ocurrió por accidente. Y a los dos.

“Pero lo puedes contar. Esas historias me parecen apasionantes. Ahora trabajamos con enormes medios técnicos, pero lo que no se va a reinventar es el talento”.

(Pedro Felipe está inmerso en un proyecto que a mí, como lo conocí y fui amigo del personaje, me parece interesante. Incluso hizo el servicio militar conmigo, como atestigua una foto que aparecerá en mis memorias. Se trata del actor tinerfeño, ya fallecido, David Carpenter (en la vida real Domingo Codesido Ascanio), miembro de una conocida familia de La Orotava, que fue estrella efímera de aquel cine de la Transición. Trabajó con Eloy de la Iglesia y otros directores y con actrices como Teresa Rabal, Lola Flores, Nadiuska y muchas más. Domingo era amigo mío. Una vez, en la Plaza del Charco, lo sorprendí contándole a unos extranjeros que había bandoleros en el Teide y que tuvieran mucho cuidado si subían a Las Cañadas porque podían ser asaltados. Tuvo una vida azarosa. Había nacido en 1951, tenía un cuerpo atlético, falleció en 2006 y yo me lo encontré en Hoya Fría, haciendo el campamento. Protagonizó varias películas, al menos diez, y rompía corazones por ahí. Creo que murió en Tailandia).

-¿Has averiguado algo de su vida?

“Algo, ya he hablado con varias personas que lo conocieron y, por supuesto, cuento contigo. Conozco esa foto de Hoya Fría, alguien la colgó en Internet. Creo que tuvo dos hijos y su vida fue de una emoción constante. Vivió una época precaria del cine, pero a él supongo que le ayudaba su familia, que tenía medios. El personaje me ha cautivado. Estoy en la frase preliminar”.

-Es curioso lo de algunos actores tinerfeños. Tom Hernández, sobrino de don Benito, un zapatero del Puerto de la Cruz, fue un conocido secundario de Hollywood.

“No me digas, cuenta algo de él”.

-Llegó a protagonizar una película de El Zorro y en el cine Topham, en el Puerto, cuando lo mataban, haciendo de bandido, el gallinero se ponía a patalear, en señal de protesta. Dime algo más de David Carpenter.

“Quiero realizar un documental digno. No sé, este hombre, cuando hacía de Tarzán, por ejemplo, era todo un espectáculo. Tenía un gran físico, se pasaba horas enteras nadando en la peligrosa playa del Bollullo, en La Orotava, y logró un cuerpo espectacular”.

(Pedro estudió en Sevilla Ciencias de la Comunicación, rama de Imagen, antes de volver a Canarias a trabajar. Pasó años en la Televisión Canaria, pero ahora le atrae más el cine y los documentales, que por supuesto son también cine. “Los padres de los artistas”, me dice volviendo a David Carpenter, “casi nunca entienden a los hijos. Esta profesión del cine arrastra mucho mito, pero también mucho sacrificio”).

-No hemos hablado de César Sar, periodista que muchas veces me entrevistó en una tele local de La Orotava. Ahora es una estrella.

“Bueno, sabrás que yo le monto a César sus reportajes de “El Turista”, que han tenido un éxito enorme en las televisiones de pago”.

-Los he visto y por eso te lo pregunto. Me parecen interesantísimos. Y más cuando él se lo hace todo.

“Sí, es un periodista muy constante y valorado por las teles que emiten sus reportajes de viajes. Como produce tantos puede, incluso, negociar mejor los precios. Hay que tener en cuenta a este hombre, que ya ha dado dos veces la vuelta al mundo con su cámara en ristre, en muchas ocasiones sorteando escollos muy graves. Ha grabado un montón de reportajes que el público devora”.

-Por cierto, ¿te enteraste de que durante el rodaje de “Guarapo”, Teo Ríos le propinó un piñazo al actor Juan Luis Galiardo, que en paz descanse?

“No, creo que no fue durante el rodaje, sino durante el montaje, o en el doblaje. Sí, fue algo muy comentado”.

-Qué pena que no lo hayas metido en el documental, Pedro.

“Esas cosas no se dicen. Tampoco creo que existan imágenes del lance”.

-¿Cuál va a ser el recorrido de “La gran aventura de Guarapo”?

“No lo sé, espero que sea duradero y fructífero. Las primeras impresiones que tenemos de la gente que lo ha visto son muy buenas”.

-Es curioso eso, un documental de una película.

“Sí, pero no resultó tan difícil, como te dije, porque existía mucho material guardado, además de las películas de ocho milímetros de la familia Ríos filmadas en el trasatlántico que los llevó por esos mares, la llegada a Nueva York, el viaje hacia La Habana. Y con aquel color pálido del cine de ocho milímetros de los cincuenta, tan enternecedor”.

(Le cuento a Pedro Felipe que yo escribí el guion de una película de Imeldo Bello, protagonizada por Pedro Lasso y Margarita Rodríguez Espinosa, rodada en los sesenta en super 8, que entregué en su día a la Filmoteca Canaria. Un documental muy lento, muy lento, pero que tiene la virtud de mostrar cómo era el Puerto de la Cruz en 1964. Aún conservo ese guion, escrito en una libreta de papel amarillo, trabado con argollas. Teníamos una claqueta y todo. Lo costeó creo que el Instituto de Estudios Hispánicos, yo evité que desapareciera y ahora se conserva en la Filmoteca Canaria. El otro día me llamaron para que autorizara unas imágenes, pero ya dije que no tengo ningún derecho sobre él, ni nadie lo tiene, sino la propia Filmoteca Canaria, que realiza una extraordinaria labor. Es donde mejor está. Seguimos hablando de cine, de la sociedad tinerfeña. Además, como soy amigo de la suegra de Pedro, Chelo, y él lo sabía, me la puso por las nubes. No he dicho que está casado con una médica siquiatra, muy buena en su profesión por lo que me han contado, y que tienen dos niños).

-Pues mucha suerte con esos proyectos.

“Y muchas gracias a ti por la promoción del documental, en el que hemos puesto tanto esfuerzo y muchas esperanzas”.

-De nada. Ya hablaremos de David Carpenter.

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