Definitivamente, ni Turquía quiere ese monumental pedazo de chatarra tóxica que, como adelantó ayer en exclusiva DIARIO DE AVISOS, desde el pasado viernes anda deambulando por el corredor internacional existente entre dos de las mayores islas del Archipiélago como son Gran Canaria y Fuerteventura, y que ahora, como atestigua ahora la agencia Efe, no consta cuál será su destino, dado que el país otomano, en buena lógica, tampoco quiere saber nada de semejante problema medio ambiental.
Hablamos de uno de los dos portaviones de la clase Clemenceau que Francia construyó en el contexto de la Guerra Fría para mayor ‘grandeur’ de la patria gala, la misma que motivó agresiones al planeta tales como las pruebas nucleares que llevó a cabo el país transpireanico en aguas del Pacífico y que, precisamente a cuenta de las mismas, ONG de países como Bélgica y EE UU alertan de los residuos radiactivos que conserva la nave a través de la pintura de cadmio que pretendía proteger de dichas pruebas nucleares, por no hablar de las considerables toneladas de amianto que también siguen en el buque en cuestión, así como materiales pesados que, en la práctica, incumplen todo tipo de tratados anticontaminación en cuanto al transporte marítimo.
Lo cierto es que, según se comprueba en el sistema de tránsito marítimo AIS (que ayer detallaba cómo el buque, arrastrado por un remolcador de bandera holandesa llamado ALP Centre, navegaba ayer todavía cerca de Lanzarote), el destino oficial de tan controvertida embarcación era el puerto turco de Aliaga, pero dicho país ha anulado el permiso otrora otorgado para que el portaaviones brasileño Sao Paulo sea desguazado en unos astilleros turcos al no recibir los preceptivos informes sobre la presencia de materiales tóxicos, informó el Gobierno turco. “Se ha tomado la decisión de cancelar el permiso condicional otorgado al buque NAE Sao Paulo. En virtud de esta decisión no se dará permiso para que entre en aguas turcas”, indica un comunicado difundido por el ministro de Medio Ambiente turco, Murat Kurum.
El texto recuerda que Turquía había otorgado el 30 de mayo pasado una autorización para desguazar el buque a condición de que se realizara un control por parte de expertos de Ankara antes de que llegase a aguas territoriales turcas. Ese examen, subraya Kurum, era necesario para cumplir con las directrices del Convenio de Basilea de 1989, que regula los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos, pero no se llegó a llevar a cabo. El 9 de agosto pasado (cabe recordar que el barco zarpó de Brasil pese a la prohibición de un juez federal de dicho país sobre este respecto), Ankara volvió a requerir sendos informes a la agencia gubernamental brasileña Ibama y a la empresa turca Sök Denizcilik que iba a desguazar el buque en sus instalaciones en Aliaga, a unos 50 kilómetros al norte de la ciudad de Esmirna en la costa del Egeo. Sin embargo, ni se llevó a cabo el control ni se entregó a Turquía el plano del buque con la presencia de materiales tóxicos como amianto, lamenta Kurum, por lo que se ha cancelado el permiso y se descarta volver a otorgarlo. Resta saber si el Gobierno de España tomará medidas al paso del buque cuando llegue al Estrecho de Gibraltar donde, a diferencia de las indefensas Canarias, sí que tiene potestad para impedirlo.
Solo vigilado pese al tremendo riesgo
No queda otra, pese al enorme riesgo que supone. Fuentes gubernamentales reconocieron ayer a este periódico que las autoridades españolas, atadas de pies y manos porque las aguas canarias siguen desprotegidas sin contar con la protección propia de un estado dadas las reglas fijadas a este respecto por la Convención de Montego Bay (Jamaica) celebrada en 1982 y que entró en vigor un decenio después. Eso sí, la monitorización del paso del viejo portaviones francés revendido a Brasil y hoy fuera de uso que surca este fin de semana las aguas canarias remolcado por un buque de bandera holandesa contratado a tal efecto y que incumple cualquier norma medio ambiental sobre transporte marítimo internacional es constante por las autoridades portuarias españolas en Canarias, por mucho que poco consuelo suponga en caso de que tengo lugar incidente alguno. Lo que resulta evidente es que el buque sigue rumbo hacia el Mar Mediterráneo, y fuentes no oficiales apuntan a la Isla griega de Kios. Eso, si no se cumple antes la normativa internacional al respecto, claro está.