“Ver a un señor tirarse desde el puente Zurita es lo más desagradable que he visto en mi vida”. José Guillén, vecino del santacrucero barrio Uruguay que regenta un estanco próximo al lugar de los trágicos sucesos, lamenta que los responsables del Ayuntamiento capitalino hayan desoído las reiteradas peticiones por parte de los ciudadanos para vallar el citado emplazamiento, tal y como se llevó a cabo hace años en el Javier de Loño.
“Necesitamos que se cerque todo el puente con mamparas de metacrilato para evitar que la gente se suicide”, explica a este periódico el tinerfeño, que además pertenece a la Asociación de Vecinos La Arboleda. El problema, según indica Guillén, es que la zona del puente Zurita no es tan transitada como otras plataformas que cruzan el barranco de Santos.
A finales del pasado mes de agosto, un joven de 19 años decidió quitarse la vida desde las alturas, encogiendo nuevamente los corazones de la capital tinerfeña. Una última tragedia que se suma a los recuerdos del entrevistado, que enumera las más significativas, incluso aquellas frustradas por los propios transeúntes: “Una mujer, que en el último momento se arrepintió, quedó colgada de la baranda; afortunadamente, varias personas pudieron rescatarla”. “Otra señora se intentó tirar este mismo verano, pero una de las trabajadoras de un local ubicado en las inmediaciones y otros viandantes lograron pararla”, agrega.
El estanquero confía en que instalando un vallado traslúcido se eviten este tipo de desgracias, ya que “a veces puede sumarse hasta una decena de suicidios en apenas unos meses”. La Arboleda ya ha entregado al Consistorio centenares de firmas de los residentes del barrio de Salamanca para llevar a cabo la obra “que tampoco costará tanto”, pero “lo único que sabemos, de momento, es que pretenden iluminar la zona”.
Guillén augura un posible incremento de desdichas provocado por los problemas económicos que podría sufrir la población canaria durante los próximos meses debido a la subida generalizada de la vida (facturas, cesta del supermercado…). Por ello, el vecino chicharrero no cesa en su empeño: “Con que salvemos una vida, vale la pena”.
El Ayuntamiento, a través del Tagoror del Distrito Centro Ifara, ya rechazó en verano cercar el entorno, optando como alternativa por la mejora de la iluminación y la estética del puente. Trabajos que para los vecinos no son suficientes para disuadir a aquellas personas que intentan precipitarse desde este punto.
Sea como fuere, cada suicidio conlleva consigo la apertura de un mismo melón: el de la salud mental. Es por ello que muchos se preguntan qué es lo que prima en estas situaciones: ¿la colocación de vallas antisuicidios en el puente Zurita o asistencia rápida y de calidad en la sanidad pública?