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Damián del Castillo: “Interpretar a alguien que no se te parece en nada es todo un reto, pero también un proceso que resulta apasionante”

El barítono andaluz encarna esta semana al Comendador en 'Fuenteovejuna', la obra musical basada en el texto de Lope de Vega que abre la temporada de Ópera de Tenerife
El cantante Damián del Castillo. / Miguel Barreto

Ópera de Tenerife abre este martes, 18 de octubre (19.30 horas), su temporada 2022-2023 con Fuenteovejuna. Compuesta por Jorge Muñiz con libreto de Javier Almuzara, esta ópera contemporánea, que también se pondrá en escena en el Auditorio de Tenerife el jueves y el sábado, es una adaptación del título teatral concebido por Lope de Vega a principios del siglo XVII. La tiranía y el abuso de poder, la solidaridad y la justicia desfilarán por el escenario capitalino, como hicieron hace cuatro años en Oviedo en el estreno absoluto. El barítono andaluz Damián del Castillo es el encargado de meterse en la piel del inicuo comendador Fernán Gómez.

-En 2018 participó en el estreno de ‘Fuenteovejuna’. ¿Es muy diferente asumir un rol en una ópera de repertorio a escenificar por primera vez un título y convertirse así en referencia para futuras producciones?
“Enfrentarte a una música nueva supone un mayor trabajo de adaptación. Sin embargo, en un caso y en el otro, has de centrarte en el personaje, en su psicología. En esto no difiere mucho. Es la creación absoluta del personaje al que has de dar vida, y eso siempre es un reto que debes asumir, al tiempo que es una experiencia apasionante”.

-Estamos ante un título muy singular. Se trata de un clásico contemporáneo, al basarse en el teatro de Lope de Vega. ¿Qué particularidades halla en ese tránsito del Siglo de Oro al XXI?
“Las situaciones que plantea Lope de Vega se pueden trasladar a nuestra época sin modificaciones sustanciales. Hoy en muchas sociedades, por desgracia, se halla la tiranía, que es el mal que sufre Fuenteovejuna. La diferencia está en la modernidad que asociamos hoy a una ciudad y en cómo retrata Lope ese pueblo. Pero la trama y la psicología de las personas no varían. El ser humano es igual en una época y en otra, salvando esas distancias temporales”.

“Encarnar a un malvado como el Comendador da mucho juego, ha de desprender maldad desde la primera entrada a escena”

-¿Cuáles son los mayores desafíos, musicales y actorales, que afronta al encarnar a Fernán Gómez, el Comendador?
“Lo más complejo es adentrarme en su maldad. Es tirano, injusto, impetuoso, soberbio… Y claro, una persona que en la vida real no es así -me suelen decir que soy demasiado bueno [ríe]- se mete en la piel de alguien que no se le parece en nada. Entonces vas decapando poco a poco esa psicología, para hacerla creíble ante el público. Es divertido. No son demasiadas las ocasiones en las que puedes hacer tuyas unas características tan negativas. El escenario te permite ser quien no eres. Para mí esto siempre es ilusionante. Y también conmovedor”.

-¿Está de acuerdo con la afirmación de que los papeles de ‘malo’ brindan una mayor profundidad interpretativa?
“Sí, dan mucho juego. Debes expresar emociones muy fuertes. Eso se palpa desde la primera entrada a escena: el personaje ha de desprender un halo de maldad. Y esto lo cumple Fernán Gómez de Guzmán, el Comendador, perfectamente”.

“Trabajar junto al compositor de una ópera, como Jorge Muñiz, es una suerte; ¿quién no habría querido tener a Verdi a su lado?”

-En una ópera contemporánea, el intérprete puede establecer un diálogo directo con el compositor. ¿Cómo ha sido esa conversación artística y también técnica con Jorge Muñiz?
“Es una maravilla contar in situ con el compositor; que esté ante ti y puedas pedirle consejo: ¿quieres que lo haga de esta manera?, ¿qué me sugieres para aportarle algo más positivo a mi personaje?… Eso no ocurre si haces una ópera de Verdi. ¿Quién no quisiera tenerlo a su lado y preguntarle: ¿cómo puedo hacer esta frase, maestro? Tener aquí a Jorge, que es una persona encantadora, accesible y un gran músico, hace que este proceso sea maravilloso, que fluya y acabe siendo muy positivo para el resultado artístico”.

-¿Y desde ese estreno en Oviedo a la escenificación en Tenerife hay margen para evolucionar, para añadir matices al personaje o todo está ya perfilado, concretado, materializado?
“Creía que el proceso se desarrollaría igual a como lo hizo en Oviedo, pero compruebo que aparecen otros matices y el personaje se engrandece. Uno va madurando esa música y esa interpretación que hizo hace cuatro años. Recuerdas aquel momento y afloran otro tipo de intenciones, porque has crecido como artista y, a lo mejor, sabes imprimir un carácter que antes no era tan evidente”.

“Quien acuda a una función de ‘Fuenteovejuna’ se encontrará con una ópera moderna con la que se sentirá identificado”

-De Mozart a Verdi, de ‘Dead man walking’ a ‘Fuenteovejuna’, de Purcell a Beethoven. A partir de ahí, ¿qué obras, qué autores que hasta ahora son inéditos para usted quisiera interpretar?
“Muchos. Ya he visto cumplidos varios sueños interpretativos. Por ejemplo, Rigoletto, que era un retazo que tenía por delante. En la ópera francesa no he abundado demasiado y me gustaría. Tampoco descarto más música contemporánea, porque, viendo el resultado que obtenemos con Fuenteovejuna, creo que es perfectamente asumible y, sobre todo, motivador. Es un repertorio muy distinto al que estamos acostumbrados”.

-A menudo han vestido a la ópera con ropajes elitistas que no le sientan bien. ¿Cómo invitaría a los nuevos públicos a una función de ‘Fuenteovejuna’?
“Les diría que acudieran dispuestos a dejarse llevar por un espectáculo enormemente completo. Se van a encontrar con una música muy fresca, muy descriptiva de lo que verán sobre el escenario. Es una puesta en escena moderna, con la que se identificarán; con actuación, música, coros y solistas. Se trata, en suma, de dejarse llevar sin ningún prejuicio y de disfrutar”.

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