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Mejorar la educación emocional para preparar a los jóvenes ante un “episodio de frustración” en su vida

Asociaciones y expertos destacan que destinar a salud mental “es invertir en una sociedad sana y próspera”; la pandemia dio visibilidad a las carencias
educación emocional

La pandemia del coronavirus no solo ha puesto sobre la mesa la importancia de cuidarnos a nivel físico, sino también a nivel mental, ocupando una mayor presencia tanto en la esfera pública como en la virtual. Se ha producido un aumento de la demanda en los servicios de salud mental. El ritmo frenético de vida actual, saturado de obligaciones, tareas y planes, ha normalizado los estados de estrés y ansiedad, con efectos no solo a nivel mental, sino también físico y social. Además, la escasa prioridad que se ha dado hasta ahora a la salud mental pospone la búsqueda de ayuda profesional.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, reconoció que en los últimos tiempos “hemos dado pasos importantes en España, actuando y visibilizando este problema. Tras demasiado tiempo en silencio hemos roto el tabú y hemos empezado a hablar, a ir perdiendo la vergüenza y el miedo ante el estigma, porque a todos nos puede pasar que un día nos despertemos y no tengamos ganas de nada. Es importante entender que sin salud mental no hay salud”, zanjó.

La reina Letizia apostó por “hablar” sobre los temas que rodean a la salud mental porque, “tanto el bienestar como el malestar psíquico, es algo que importa y afecta a todos”, especialmente a los jóvenes.

Educación emocional y prevención

La Confederación Salud Mental España llamará hoy a “avivar las conciencias adultas” para atender y proteger a los menores y adolescentes para ofrecerles un futuro “esperanzador” y reducir el riesgo de problemas mentales. “Los niños, adolescentes y jóvenes ha sido los grandes olvidados, al igual que las mujeres y los mayores, por lo que reclamamos una mayor atención y recursos para asegurar su cuidado mental”, resaltó su presidente Neil González.

Subrayó la importancia de “mejorar la educación emocional en las escuelas e institutos” para preparar a los jóvenes ante un eventual “episodio de frustración” en una sociedad en la que ahora prima la “competitividad y el individualismo”, donde el éxito se mide en “términos económicos” y los momentos de felicidad están “relacionados con lo material”. Por ello, destacó la necesidad de “implantar valores” y formar a los adolescentes “para lograr una detección temprana de los problemas de salud mental y el riesgo de suicidio”, zanjó.

Unicef aboga por evitar la exclusión de los niños y adolescentes con algún tipo de malestar emocional o problema de salud mental. Se puede hacer “a través de medidas tan sencillas como escucharles, apoyar a sus familias y cuidadores” para que entiendan mejor sus necesidades o garantizar que las escuelas “apoyen la salud mental y sean entornos protectores del bienestar emocional”. Para esto se “requiere una inversión adecuada en todos los sectores implicados, y promover su sensibilización”, apostilló.

Isabel Aguilar, presidenta de la Fundación Canaria Juana Reyes, reconoció ayer que invertir en salud mental “es invertir en una sociedad sana y próspera”. La pandemia ha dado visibilidad a la falta de recursos.

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