La escritora Marilar Aleixandre, galardonada este martes con el Premio Nacional de Narrativa 2022 del Ministerio de Cultura y Deporte, por su novela As malas mulleres, defiende la apuesta por el lenguaje inclusivo, a pesar de “la resistencia de alguna gente a admitir que las lenguas cambian”. “Es lógico que las mujeres nos queramos ver representadas en las lenguas. Antes no había mujeres catedráticas porque simplemente no existía ese término”, afirmó.
Aleixandre insiste en que el lenguaje debe ser más inclusivo porque “no es suficiente con que se cambien algunas terminaciones” y señala que, especialmente en la escritura literaria, se debe procurar que todo el mundo se vea identificado. “La lengua importa y es positivo que el lenguaje sea inclusivo”, reiteró. “Esto es una evolución muy difícil de parar porque ahora hay una mayor conciencia social de que las mujeres y los hombres somos iguales”, subrayó, aunque puntualizó que “puede haber marcha atrás” y recordó lo sucedido con las mujeres en Irán.
La escritora forma parte de la Real Academia Galega y admite que una de sus principales referencias es Emilia Pardo Bazán, a quien agradece que fuese la encargada de “abrir camino” en este tipo de instituciones. “Pienso que ha habido mucho esfuerzo y muchas batallas por parte de muchas mujeres para alcanzar la igualdad. Si hoy en día estamos donde estamos es porque alguien lo soñó”, recalcó.
El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, fue el encargado de comunicarle la noticia del Premio Nacional de Narrativa, tal y como desveló Marilar Aleixandre, quien comentó que al coger el teléfono los nervios se apoderaron de ella. “Cuando me han dicho que me llamaban del ministerio, me he puesto muy nerviosa porque sabía que esta semana se decidía el premio. No me lo esperaba, porque había otras muchas novelas que lo podían haber ganado y sé como son estos procedimientos en los que el azar es muy grande”, sentenció.
El jurado ha destacado su obra As malas mulleres (Galaxia) “por su original estructura híbrida, que la convierte en una singular novela histórica sobre la situación carcelaria de las mujeres en el siglo XIX, con un admirable dominio del diálogo y del lenguaje”. Además, “la obra recupera la memoria de una forma brillante, en diálogo con la tradición literaria. Un coro de voces femeninas de diversas clases sociales introduce elementos de la poesía popular y la cultura oral”.
La autora, según el jurado, “pone el acento en las desigualdades y a la vez ofrece una mirada esperanzadora: la capacidad de resiliencia y emancipación del ser humano, destacando la importancia de la sororidad y del compromiso con los demás”.