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Rosa María Calaf: “En ocasiones es más difícil informar en supuestas democracias que en evidentes dictaduras”

La periodista, una de las más emblemáticas corresponsales de TVE, participa en Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras del Puerto de la Cruz
Rosa María Calaf es una de las invitadas este año por el Festival Periplo del Puerto de la Cruz. / M. Dylan (Europa Press)

Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras del Puerto de la Cruz, tiene en esta edición entre sus invitados a una viajera incansable: Rosa María Calaf. Durante muchos años, la periodista barcelonesa ha sido uno de los rostros más inconfundibles entre los profesionales que se asoman a una pantalla para mostrarnos -y, sobre todo, contarnos- lo que está ocurriendo en otros lugares del planeta. De Nueva York a Buenos Aires, de Pekín a Viena, de Hong Kong a Moscú. El viaje como experiencia transformadora, pero también como una poderosa manera de permanecer alerta ante la información -o más bien ante lo que ha tomado prestados sus ropajes- y jamás descartar que esas liebres que nos están ofreciendo a cada instante puedan ser en realidad felinos. De periodismo, de intentar hacer periodismo en contextos muy complejos, y de viajar, sobre todo de viajar, versa esta entrevista.

-Está en Tenerife para participar en el Festival Periplo del Puerto de la Cruz, centrado en la literatura de viajes y aventuras. ¿Cómo ha sido, está siendo, su viaje periodístico?
“Ha sido la gran fortuna de mi vida. Soy una gran viajera. Mi familia ya lo era. Tenía un abuelo materno que a principios del siglo XX ya había ido a la India, viajaba por Europa, por Estados Unidos… Mis padres también… Siempre existió ese caldo de querer moverme por lo diferente. En casa me mandaban en verano a estudiar fuera. Con 14 años y en la España de finales de los 50, porque yo nací en 1945. Luego, cuando quise elegir mi futuro profesional, estudié Derecho pensando en desarrollar una carrera diplomática, pero al mismo tiempo comencé a estudiar Periodismo y me di cuenta de que se adaptaba mejor a lo que buscaba. A partir de ahí, mi carrera periodística siempre estuvo enfocada hacia el exterior. El viaje tiene una parte de aventura, de imprevisto, de conocimiento de lo ajeno y, a la vez, de aprendizaje continuo, de contacto con otras culturas, con gentes distantes y distintas”.

“Has de ser cuidadoso como corresponsal para no poner en peligro a tus fuentes; tú te vas del país, pero ellas se quedan”

-¿Qué es lo que busca y qué es lo que encuentra cada vez que hace las maletas y emprende un nuevo itinerario?
“Busco aprender a través del contacto con el otro. Desde la perspectiva de que lo diferente es lo que más te puede aportar y de que prácticamente la única forma de comprender, de entender, es viendo y conociendo en primera persona. Y con todo esto también busco conocerme a mí misma. No hay nada mejor para conocerte, e incluso para descubrir tus limitaciones, que enfrentarte a lo desconocido. Ir con los ojos muy abiertos y los oídos muy atentos, pero además con una carga de humildad. No viajar pensando que en nuestras sociedades avanzadas lo tenemos todo, lo sabemos todo, siempre llevamos razón y debemos enseñar al otro. Pues no”.

-¿Cambia la actitud cuando ese viaje es por interés personal a cuando lo hace para cumplir un compromiso periodístico?
“La preparación en sí misma no. Debes saber a dónde vas, tratar de conocer los usos y las costumbres de ese lugar, ser capaz de comportarte para no ofender por ignorancia… Eso es igual en todo tipo de viaje. Lo que ocurre es que cuando lo hago por iniciativa propia cuento con mucho más tiempo y, por tanto, con más libertad de movimientos y de improvisación. Eso para mí es fundamental. Mis viajes no están programados al detalle. Tengo intenciones, pero no planes. Quiero hacer unas cosas, ver unos lugares y conocer a unas personas. Desde ahí empiezo a moverme, improvisando muchísimo. En cambio, los viajes profesionales, sobre todo en los últimos tiempos, suelen ser muy rápidos y muy medidos. Improvisar y disponer de tiempo es prácticamente imposible. Están muy marcados, muy definidos”.

“Nada exime a Putin de su actitud criminal, pero no hay que olvidar cómo se ha llegado hasta aquí ni el papel de Occidente”

-Su trayectoria profesional la ha llevado por Europa, América y Asia, a países democráticos y también a regímenes autoritarios. ¿Cómo se las ingenia uno para sortear la censura?
“Muchas veces es más difícil informar en supuestas democracias que en dictaduras más evidentes. Por ejemplo, en Corea del Norte he estado dos veces y de entrada ya sabes qué va a pasar. Va a ser una permanente lucha por querer ver y no dejarte ver. Ahí tu cometido es buscar las rendijas de ese sistema. Esas rendijas a menudo tienen que ver con el contacto personal, que no suele ser fácil, y, sobre todo, con no poner en peligro a las fuentes. Tu contacto con las personas locales ha de ser muy cuidadoso, para incluso protegerlas de sí mismas. A lo mejor consigues que te cuenten algo, pero luego tú te vas y ellos se quedan. En esas circunstancias extremas de control, mi principal preocupación es hallar las rendijas y no dañar a quienes me están ayudando. Luego hay países que son supuestamente democráticos, pero realmente se trata de regímenes autoritarios en los que la calidad de esa democracia deja mucho que desear. Ahí es más sencillo trabajar, porque hay más rendijas. Es probable que puedas moverte y buscar tus guías. A veces ser mujer ayuda, pues te permite moverte en el ámbito femenino. Sobre todo me refiero a los extremismos religiosos y a las estructuras patriarcales, donde ser mujer te convierte en invisible, por que no cuentas, con lo cual te mueves con más facilidad. También eso te convierte en un ser vulnerable y puedes explotarlo. Desde ahí ves la vida real, lo cotidiano, que te explica lo que pasa en ese lugar y en esa sociedad. De manera que tienes que ser muy flexible y adaptable a las circunstancias que te vas encontrando”.

-A finales de los 80, estuvo en la primera corresponsalía de TVE en Moscú. ¿Cuáles son las imágenes que le vienen de entrada a la mente cuando piensa en su paso por la antigua URSS?
“Las estanterías vacías y un sentimiento generalizado de desorientación. Era el principio del Gobierno de Gorbachov y los soviéticos empezaban a oír un discurso nuevo por parte de una Administración que era la de siempre. También se sentían muy confusos ante los extranjeros, y tú, en cierta manera, te aprovechabas de esa confusión para informar. Lo más llamativo, como digo, era la carestía y esa extraordinaria habilidad del pueblo soviético para manejarse en medio de una situación de precariedad, para sortear todo tipo de controles y tener una vida más o menos soportable. La ductilidad, en suma, del Homo sovieticus para adaptarse a un régimen, a un sistema, a una estructura, hostil al ciudadano”.

-¿Y qué lectura hace hoy de un personaje como Vladímir Putin y su guerra en Ucrania?
“Putin es un ejemplo muy claro de lo que es Rusia. Siempre ha existido allí la lucha entre la autocracia, el control absoluto, y el deseo de modernización y de apertura, que rápidamente es abortado. Vladímir Putin viene del KGB, tiene un pasado dentro de ese mundo de represión y control. En él se dio una etapa en la que parecía que, efectivamente, había voluntad de acercarse a Europa, a Occidente. Ahí perdimos una oportunidad. Ahora la actitud de Putin es absolutamente criminal con la invasión de Ucrania. Pero no podemos olvidar cómo se ha llegado hasta aquí y tampoco las responsabilidades que ha tenido la comunidad internacional, Europa, Estados Unidos, etc., en esa deriva. Eso no le exime de nada, pero ayuda a explicar la actual situación y, posiblemente, el porqué en este momento nos hallamos en un punto de tanta inflexibilidad. En el que cualquier diálogo y cualquier negociación son imposibles. Ninguno de los dos bandos tiene interés en que esto acabe”.

“Las mentiras y las ‘fake news’ no son nuevas, pero esta gran eficacia en lograr manipular la verdad sí que lo es”

-Qué diferencias son las más sustanciales entre el trabajo de un corresponsal en los 80 y el de uno que lo es en la actualidad?
“La fundamental está en la tecnología. La voluntad de ciertos grupos de viciar e interferir en la información, de impedir que se cuenten y se vean determinadas cosas, ahora con la tecnología se logra de modo más sencillo. Pero los vicios y las malas prácticas han existido siempre. Las mentiras y las fake news no son nuevas, pero esta gran eficacia en conseguir esa manipulación sí que lo es. Y lo es por un mal uso de la tecnología. Esto está afectando a la práctica periodística. Lo positivo es que ahora tenemos una capacidad de movimiento, de rapidez, de acceso a la información, de cruzar datos para comprobar que sean ciertos que no teníamos antes. Sin embargo, si esto no se usa bien, estamos poniendo la obligación del periodismo de informar de forma rigurosa, independiente, plural, al servicio de la tecnología. Es decir, lo puedo hacer deprisa, breve y con un efecto inmediato, y lo hago. Pero, ¿a costa de qué? De menos rigor, menos análisis, más espectáculo y más priorización del impacto y las emociones sobre el conocimiento y la reflexión”.

-¿Cuál es la mayor enseñanza que recibe en ese permanente abandono de la zona de confort que supone no dejar de viajar de un lado para otro?
“Que el mundo es fascinante, que no dejaré de viajar mientras pueda, lo haré hasta mi último suspiro, y que el miedo y el rechazo hacia lo distinto es un error contra el que hay que luchar con todas nuestras fuerzas. El mundo es de todos y todos somos responsables. Debemos hacernos preguntas continuamente acerca de por qué pasan las cosas y a quién le benefician. A partir de ahí, tomar decisiones en interés del bien común”.

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